ANDREW
No sabía qué coño me estaba pasando.
Intentaba (en vano, porque en los cinco minutos que llevaba ahí parado no lo había conseguido ni de coña) tranquilizarme. Mis manos me sudaban y a mi mejor amigo, Louise, lo escuchaba a ratos muy bien y a otros ni le miraba, aunque no se percataba. Él se encontraba tan enfocado en Dafne que me hacía sentir incómodo.
-Tío, relájate. Parece que vas a recoger tu sentencia de muerte o algo.- dijo, de pronto, cambiando de tema. Le miré. Su pelo moreno estaba lo suficientemente largo como para moverse a causa del viento y bufé, además, por estar comprando helados a mediados de octubre, en Seattle. ¡Joder, si esta mañana tuve que quitar la escarcha del cristal del coche! ¿Qué hacía yo allí?
-Pensé que sería buena idea esto, pero creo que la hemos cagado. Te lo digo, en serio. -Louise se rió.- Cuando me lo dijiste pensé que estaría genial. Ya sabes, en plan amigos, pero, ahora mismo, sé que esto de amigos no tiene nada.
Se volvió a reír. Al contrario que yo, Louise estaba en el maldito paraíso; es decir, estaba teniendo la primera cita con la chica que le robaba la mirada cada vez que entraba en escena: Dafne. Yo, sin embargo, sentía la punta de la espada en el cuello y la pared en el culo: quería estar ahí, pero también quería darle el helado a Lea y empezar a correr en dirección contraria. ¿Qué coño me estaba pasando? Esa era la pregunta de millón de dólares. Louise había comentado lo de la cita con Dafne delante de Samantha y ella se rió cuando Louise dijo que yo tenía que venir porque si yo no venía, Lea tampoco y si Lea no venía, Dafne tampoco.
Incluso yo me tragué la mentira hasta cierto punto. Después de que Louise terminara de contar toda la conversación que mantuvo con Dafne y Samantha se riera, miré fijamente a mi amigo y su media sonrisa de niño gamberro me confirmó lo que pensé en un primer momento: él muy capullo estaba haciendo aquello por mí.
Había visto a Lea Sanders, por primera vez, a principios de curso. Iba casi corriendo y su pelo lacio flotaba en su espalda como si tuviese un puto ventilador delante. No sé qué me llamó más la atención de ella: su pelo, sus andares o su forma tan evidente de ignorar a todos por los jardines. Sin embargo, a partir de ese momento, la seguía con la mirada día sí y día también. Era un capullo. Un capullo que no podía parar de serlo porque tenía novia y lo primero en que pensaba por las mañanas era en cómo iba a llevar el pelo la chica que cruzaba el jardín o si llevaría esos vaqueros que tanto me...
-Andrew, en serio, deja de darle al coco y céntrate en el elegir los helados. No pienses en Samantha, no pienses en nada relacionado con ella. Solo quedamos a tomar algo como cuatro amigos. Nada más.
-Lou, quitando el hecho de que vamos a tomar helados como si tuviéramos quince años, sabes muy bien quién es ella. ¿Por qué lo has hecho? ¿Quieres torturarme?
Louise se siguió tronchándose según las palabras salían de mi boca y, pese a todo, yo también sonreí porque quería aquello. Quería poder mirarla por más de medio minuto al día, de cerca si era posible. ¡Madre de Dios! Era un capullo, muy capullo.
-¿Crees que el engaño psicológico existe?- le pregunté a mi amigo que automáticamente se carcajeo como si hubiera dicho un chiste. -A veces creo que es peor que el engaño físico y realmente estoy jodido porque por el camino por el que voy...
-Samantha tiene más cuernos que una docena de toros ¿no?
Maldije por lo bajo y las ganas de huir aumentaron como la espuma. Me alejé un poco de Louise y pensé que poner dos bolas de helado encima de cada cono no requería un esfuerzo físico peculiar, entonces ¿por qué tardaba tanto la jodida cola?
Samantha no se merecía aquello. Samantha era mi novia, debía estar con ella, quizás podríamos estar en mi casa viendo una película, Piratas del Caribe seguramente, y podría... ¡Joder! ¿Y Lea? ¿Si yo estuviese con Samantha en el sofá, Lea estaría con el tal Simon en el suyo?
-Venga, Drew, no te mosquees. Sabes que intento quitarle hierro al asunto.
-No debí venir. -murmuré, mirando para los lados. Louise miraba cada dos por tres hacia Dafne y compañía y yo me desquitaba las ganas de querer hacerlo.
-La pregunta es: ¿por qué estás aquí?- su tono, más serio, me hizo girar la cabeza.- Mira, sé que quizás metí la pata porque tienes novia y Samantha me cortaría los huevos si se enterase de lo que hice, pero ¿qué vas a hacer? ¿Te vas a quedar babeando por esa chica hasta que termines el año? Sé que quieres a Samantha, pero sé que te gusta Lea.
-Tú no lo entiendes.
-Sí, sí te entiendo. Tienes novia y te sientes como el culo al estar aquí porque sientes que la estás engañado. Pero piensa que me estás echando un cable: me encanta Dafne y quiero que esto salga bien. ¿Cuál es el problema?
-El gran problema- le dije rodeándolo por los hombros y haciéndolo sonreír,- es que quiero estar aquí, Louise. No es solo que estoy aquí, sino que quiero estar. Y no es por ti, ni porque somos amigos. Es por ella.
***
Esto es un poco (muy) raro. Terminé la historia de Andrew y Lea hace más de dos años y ahora fue que me decidí hacer esto. Sé que necesito olvidarme un poco de Lea y Andrew, pero son tantos los mensajes pidiendo capítulos narrados por Andrew que al final tenía que hacerlo. Así que subiré alguno de los capítulos que he considerado más importantes, pero ahora todo será desde el punto de vista de él. Muchas gracias por todo el apoyo que tuvo y tiene esta historia. Espero que les haya aportado algo como a mí. GRACIAAAASSS !!!!
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Durmiendo a su lado
Romance¿Qué se supone que tienes qué hacer cuando no tienes casa ni trabajo? Eso me pregunté yo. ¿A casa de tu mejor amiga? Imposible. Dafne compartía piso con unas cuatro chicas más, además de su novio, Louise. ¿Vas a donde vive tu novio? Ummm... tampoco...