Siguen las pesadillas

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Despierto en el hospital, aun lado de mi cama se encuentra Dean dormido en una silla, se ve muy tierno, pero aun así me duele el pecho cuando lo miro; de repente despierta.

―Elizabeth, me alegra que hayas despertado, ¿Cómo te sientes?

―Mucho mejor, me alegra saber que esto no es un sueño.

―Sí, eso es bueno, oye quería decirte que yo...― no lo dejan terminar, pues dos policías llegan.

―Señorita, nos alegra que haya despertado, pero ahora tenemos que interrogarla sobre lo que sucedió― asiento, dando un suspiro, al saber que tengo que contarles todo lo que me sucedió.

―Lo siento señor pero tiene que retirarse― le ordena un policía a Dean.

―No pienso irme, yo también quiero escuchar esto.

―No está permitido, retírese ahora.

―Tendrá que obligarme― se sujeta a la silla tercamente.

―Entonces tendrán que llevarlo arrestado por no cooperar.

―No importa que se quede― digo tratando de poner paz.

―¿En serio?― me ve raro el policía.

―Sí, no importa― Dean sonríe y le saca la lengua al policía, como un niño pequeño que gano la pelea.

―Está bien, pero al primer disturbio se va― dice el hombre resignado― ahora cuéntenos lo que paso desde el momento en que la secuestro, mi compañero anotará todo.

―Muy bien, yo estaba en el edificio de los profesores, con el entrenador Good.

―¿Estaba el entrenador dándole unos papeles?― lo miro confundida, luego veo a Dean que me hace señas para que diga que sí, supongo que les dijo eso para no decir lo que en realidad había pasado.

―Sí, eso mismo, luego camine por el pasillo, me encontré con el profesor de literatura y este me ofreció una taza de té, yo acepté siendo muy ingenua, el té olía raro y de repente me desmayé; desperté atada y amordazada, él me dijo que todo iba a estar bien si obedecía, luego comienza a tocarme, me bajo el pantalón, después...

―¿Él te violo? Lo hizo verdad, ¡Ese maldito!, debí haberlo matado cuando pude― Dean grita y está muy alterado.

―Señor debe tranquilizarse o tendré que sacarlo.

―Dean tranquilízate, él no me violo.

―No mientas, ¿Cómo es que no te violo si estuviste ahí una semana?

―Pues me llego el periodo y dijo que no quería hacerlo.

―¿Por qué?

―Porque no quería dejarme embarazada.

―¿En serio?

―Si, dijo que aún no quería hacerlo.

―¿Aún?― Dean se ve muy enojado.

―Señor deje hablar a la señorita o lo sacare.

―Está bien― dice resignado y se tranquiliza un poco.

―Luego fue por unas toallas femeninas, me ordeno que me bañara y me trajo el camisón que traía puesto, siempre que me duchaba él cerraba la puerta con llave, y me desataba hasta que estaba dentro del baño; cuando salí del baño y vi la puerta abierta corrí para intentar huir, pero me atrapo, me tiro al piso y comienza a patearme.

―Por eso tiene las costillas rotas― asiento dándole la razón.

―Sí, intente escapar más de una vez, pero al final siempre terminaba golpeándome― Dean aprieta la mandíbula y los puños, está muy enojado.

NO SOY TU JUGUETEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora