¿Una charla normal?

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No lo creo, ¿En serio Dean quiere llevarse bien conmigo y pretende que nos conozcamos mejor?, Eso sí es una sorpresa.

―¿En serio?

―Claro, ahora que somos amigos y todo quedo perdonado, hay que conocernos mejor, que tal si tú haces una pregunta, yo hago otra y así nos vamos.

―Está bien, pero comienza tú.

―Ok, primero que nada preséntate.

―Mmm, está bien, mi nombre es Elizabeth Marqués, tengo 19 años, soy mexicana pero vine a EU a estudiar y no sé qué más decir.

―Bueno, es mi turno, me llamo Jonathan Good, pero todos o la mayoría me dicen Dean o Dean Ambrose, que es mi nombre artístico, también tengo otros nombres que no quiero mencionar ahora, soy de Cincinnati, Ohio, y no sé qué más decir.

―Oye me copiaste el final, —rio— pero no importa, ok te toca preguntar.

―Está bien, ¿Cuál es tu color favorito?

―Morado, ¿Cuál es el tuyo?

―Rojo, ¿Cuál música es tu favorita?

―Rock, ¿Y la tuya?

―También, ¿Tu banda favorita?

―Three days grace, Imagine Dragons, Skillet, etc.

―Wow, esas también me gustan.

―En serio, Mmm, me toca, ¿Cuál es tu sabor favorito de helado?

―Napolitano, ¿Y el tuyo?

―Chocolate, pero me encanta el napolitano. Dime una experiencia vergonzosa que tengas.

―En serio, ¿Por qué eso?

―Soy curiosa, ahora contesta.

―Está bien, una vez mis padres no estaban y yo tenía que ir solo al colegio, pero me desperté tardé, salí corriendo y cuando llegue al colegio me di cuenta de que no traía mochila, pero lo peor es que olvide ponerme ropa normal e iba en una pijama de conejitos rosas; el resto del año me llamaron lindo conejito y por eso ahora los odio. Pero ahora cuéntame tú una.

―Primero, jajaja y supongo que ahora me toca.

―Pero tiene que ser igual o peor que la mía.

―Está bien, un día me fui a confesar y el templo estaba repleto, dure aproximadamente hora y media en la fila, casi era mi turno, pero de repente me entraron una ganas inmensas de hacer pipí o del uno, y no quería irme de la fila porque me tocaría formarme otra vez, así que me aguante, entonces llego mi turno, entre al confesionario esperando que acabará rápido, pero el padre duró mucho y no aguante más y solo le dije:

―¿Padre también trapean los confesionarios?

―Sí, ¿Por qué preguntas hija?

―Es que me acabo de hacer pipí.

Después de decir esto salí corriendo como alma que lleva el diablo y desde ese día me da vergüenza ver a ese padre.

―Jajajaja, no puedo creerlo, ¿Eso es verdad?

―Sí y deja de burlarte que yo no me reí tanto de ti, conejito― en cuanto digo eso Dean deja de reír y pone una cara seria.

―No me vuelvas a llamar así.

―Oh, ¿Qué me harás?, Conejito― sonrió retadora.

―Te haré esto― comienza a hacerme cosquillas.

NO SOY TU JUGUETEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora