Ya no quiero verte

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Narra Dean:

Ese policía es un estúpido, como se atreve a sacarme de ahí, de seguro no sabe quién soy; pero me voy feliz sabiendo que Elizabeth prometió hablar conmigo, aunque ese estúpido me mando con dos policías más, que me llevan a mi habitación y se ponen en la puerta, según para que no salga, pero en cualquier momento puedo escapar, ellos son muy débiles, de un solo golpe acabaría con los dos, pero por ahora estoy en paz, así que no me voy a meter en problemas, bueno, solo por ahora.


Debo admitir que me hace muy feliz saber que a Elizabeth no le quito la virginidad ese maldito imbécil, sigo teniendo la oportunidad de hacerlo, y voy a lograrlo, para eso necesito volver a conquistarla, sé que lo arruine con lo que le dije a Roman y ella escucho, pero aun así yo la salve, eso me da muchas ventaja; de seguro ya me perdonó, así que lo mejor que puedo hacer ahora es dormir, para mañana ir a visitar a Elizabeth.

Me quedo dormido, y después de un rato me despiertan los policías para decirme que se iban y ya podía ir a donde quisiera, son tontos, solo para eso me despertaron; vuelvo a recostarme pensando en cómo recuperar a Elizabeth, después de un rato me quedo dormido.

De repente la alarma del celular me despierta anunciando que la mañana llego, y puedo ir a ver a Elizabeth, así que me levanto, me doy una ducha, lavo mis dientes y me pongo algo de colonia, me pongo la misma ropa de siempre y salgo para el hospital, cuando estoy a punto de llegar a la puerta de salida de la universidad, me encuentro con Emily, así que me acerco a saludarla.

―Hola Emily, ¿Qué haces?

―Entrenador que sorpresa, no me diga que va al hospital a ver a Elizabeth.

―Sí, justo ahí voy.

―Lo siento pero no podrá ir.

―¿Por qué? ¿Acaso le paso algo?

―No, ella está bien, y tiene suerte de que este así, pero usted no la irá a ver.

―¿Por qué no? No le te entiendo nada.

―Escúcheme, no quiero que se le acerque nunca más, ella ya me contó que fue usted quien le hizo las mordidas, los chupetones y todo eso― su mirada refleja odio, parece que en cualquier momento me golpeara.

―Yo...

―No diga nada, Elizabeth no quería decirme que era usted, fue muy difícil convencerla de que lo hiciera, ni siquiera quiso denunciarlo, créame que si le hace daño yo no se lo perdonaré tan fácil, y lo voy a denunciar.

―En serio lamento eso, prometo no volver a hacerle daño, la cuidare mucho.

―No le creo nada, y sé que no le va a hacer daño, porque no se volverá a acercar a ella.

―¿Y cómo piensas hacer eso?

―Muy fácil entrenador― tiene una sonrisa que da miedo, peor que la del Guasón, pero esta niña no va a intimidarme― sabe, estuve hablando con el director, y de casualidad salió el tema de los equipos deportivos, así que le pregunte que como íbamos, si nunca los veía entrenar, que si ya habían ganado algún trofeo; ya sabes que el director es muy competitivo y quiere que ganemos en todo.

―Eres muy tramposa.

―¿Cómo crees eso de mí? Por cierto creo que el director te mando llamar a su oficina, yo que tu iba a ver que quiere, jajaja.

―Ya verás que cuando salga de esta iré a ver a Elizabeth, no podrás evitar que la vea.

―Ya veremos eso― se va con una sonrisa triunfante.

NO SOY TU JUGUETEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora