Tú de nuevo

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Narra Dean:


Camino por el jardín más grande de la universidad, cuando de repente veo a Elizabeth, está cerca de un gran árbol, con los ojos cerrados. No lo creo, ¿En serio es ella?, ¿Acaso estudia aquí?

Aprovecho que tiene los ojos cerrados y me acerco silenciosamente a ella, cuando estoy lo suficientemente cerca como para que no pueda escapar le hablo.

―¿Que hace una señorita tan linda como tú, aquí sin compañía? Y en peligro de que le hagan algo malo, algo muy malo― mejor dicho, que yo se lo haga.


―Dean, ¿Qué haces aquí?, ¿Cómo me encontraste?― parece estar asustada y sorprendida de verme.


―Vaya, no seas tan presumida, que no estoy aquí por ti, es una coincidencia― no miento, a mí también me sorprende verla.


―No te creo.


―Ok linda no me creas, pero voy a disfrutar que estés aquí.

Me acerco a ella y coloco mis manos en su cintura, quiero besarla y sentir sus labios conectados con los míos, pero antes, bajo una mano a su trasero, lo acarició suavemente, para después presionarlo con fuerza, me encanta está sensación; al presionarlo ella gime suavemente lo que hace que me excite más y una sonrisa se forme en mis labios.

Ya no quiero seguir aguantando y la beso, al principio parece dudar, pero luego no se puede resistir más y me sigue el beso, que es apasionado, me encanta y quiero más; comienzo a subir su blusa. Por fin será mía, me emociona, pero siempre caen.


―Al final caíste linda― comento casi en un susurro, aunque no me importa si lo escucha, estoy muy excitado, solo quiero poseerla.

Me empuja y se separa de mí, comienza a correr, me tomo unos segundos, quiero observar bien a mi presa, esto hace que sea más emocionante; y lo que puedo observar es que tiene un buen trasero. Por fin me decido a correr tras ella y rápidamente la atrapo; la tiro al suelo para estar más cómodo.


―¿Creíste que otra vez escaparías?― tomo sus brazos y los sujeto sobre su cabeza, para que no pueda escapar, me subo arriba de ella. El espectáculo comienza ahora y sé que lo voy a disfrutar mucho― no volverás a huir de mi― es lo único que puedo decir.


―Suéltame maldito― intenta zafarse pero la sujeto muy fuerte y ya no puede hacerlo.


―Ahora veras de lo que soy capaz, niñita― la beso. Esta vez sí va a ser mía y nadie impedirá que eso suceda, ni siquiera ella.

Sé que al final le encantara, el beso se hace cada vez más apasionado y profundo, no pretendo soltarla, no importaba si nos quedamos sin aire, mis labios no desean separarse de los suyos, son muy adictivos, sin embargo, al final la necesidad de respirar nos gana.


―Por fin encontré con quien jugar esta noche― quiero divertirme con ella un rato.


―Suéltame o gritare muy fuerte― ¿Qué acaso cree que con eso lograra asustarme?, Ja, no conoce bien a Dean Ambrose, no se librara de mi tan fácil.


―Hazlo querida, pero no creo que te escuchen, estamos muy alejados de todo― comienzo a besar su cuello, su olor es embriagante y su piel me encanta, es como una adicción que no dejaré pronto. Empiezo a besar su hombro y bajo el tirante de su camiseta, parece que le encanta, pero a la vez se resiste, aunque no será así por siempre.

―¡Déjame!― jajaja, ¿Acaso cree que le hare caso?, Pues no, ahora quiero terminar el trabajo; bajo mis labios casi hasta sus pechos, muero por besarlos― que me dejes― dice con la voz entrecortada, tal vez quiere llorar o está muy excitada, no lo sé, pero quiero tranquilizarla, decirle que lo disfrutara, sin embargo nos interrumpen.

NO SOY TU JUGUETEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora