El mismo idiota

403 34 4
                                    

Estamos solos en el gimnasio, Dean se acerca cada vez más a mí, mi corazón comienza a acelerarse, creí que no lo volvería a ver, y ahora que está frente a mí, mi corazón y mi cabeza debaten sobre lo que debo hacer.

―Hola Elizabeth, ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos?

―Dos semanas― respondo fría y cortante.

―Me parecieron años, te extraño mucho.

―Por favor, no me vas a engañar, no se a cuantas le hayas dicho eso, pero conmigo no va a funcionar.

―No es una mentira. Te extraño Elizabeth, moría de ganas de verte.

―Pues ahora me estás viendo, ya puedes morir tranquilo.

―¿Por qué actúas así?

―No sé de qué hablas.

―Estas muy distante y fría.

―Lo siento, pero no puedo hablarle con confianza a un entrenador que apenas conozco.

―¿De nuevo vas a fingir que no me conoces?

―Te lo dije la última vez que nos vimos, entre tú y yo no hay nada.

―Pero hubo algo.

―Todo eso ya se borró de mi cabeza.

―No me digas que ya lo olvidaste todo, porque eso es mentira.

―Claro que lo hice.

―Eres tan buena negando la verdad.

―No niego nada.

―Dime, ¿Ya olvidaste la última vez que nos besamos?― se acerca más a mí.

―No recuerdo nada de eso.

―Pues, si eso es cierto, tengo que recordártelo― con su mano toma mi barbilla; no sé qué hacer, mi cabeza dice corre, pero mi corazón dice quédate.

No se reaccionar, me quedo inmóvil, cierro los ojos, siento que se acerca cada vez más, puedo sentir su aliento, de repente escucho una risita de su parte; me suelta y se separa, abro los ojos.

―¿Eh?― digo en voz baja.

―Te lo dije, me extrañas también, y no has olvidado lo que paso entre los dos― estoy muy ruborizada, solo estaba jugando de nuevo conmigo, y yo caí en su trampa.

―No me vuelvas a hacer eso idiota.

―Te dije que no quería que me volvieras a insultar.

―Haré lo que se me dé la gana, y no puedes detenerme.

―¿Ah sí?― me toma de la cintura― creo que tendré que volver a castigarte.

―Aléjate de mí imbécil― pongo mis manos en su pecho, intento empujarlo, pero es muy fuerte.

―Jajaja, eres muy débil, no te podrás escapar de mí.

―¿En serio? Pues no lo creo― pateo su pierna y me suelta― ¿No que no podía escapar?― digo burlona.

―Eres una...

―¿Una qué?, Aunque no importa lo que digas que soy, siempre seré mejor que tú, no soy una inútil pervertida.

―No vuelvas a llamarme así― me toma del brazo y lo aprieta con fuerza.

―¿O que harás?

―Pues la inútil vas a ser tú, porque no te podrás ni parar, de cómo te voy a dejar.

NO SOY TU JUGUETEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora