Capítulo 23

1.4K 122 0
                                    

Llego al restaurant. Jackson y Bruce, se quedan en el auto a una cuadra de distancia, observándome. Me alegro que Judith no haya venido, por suerte tuvo que ir a su trabajo, aunque insistía en venir. No quiero que si algo sale mal, ella también salga lastimada.
Me adentro mas entre las mesas. Veo a Gustavo, sentado con una taza de café frente a él. Camino mirándolo con recelo, me provoca nauseas el dirigirle la palabra. Llego hasta el, levanta la mano en señal de que me siente. Lo ignoro.

- ¿qué quieres?-. Mis cuerdas bucales se desgarran al iniciar una conversación con
él. Me vuelve a insistir en que me siente. Eso hago.
-fuiste muy amable al venir.
-déjate de cortesías, sabes que no te van, ¿Qué quieres?-. Insisto.
-me doy cuenta que no eres la cobarde que imagine-. Sonríe. Lo veo con odio. Mis ojos se irritan al hacer contacto con los suyos. Su presencia me exaspera. Me contrae los músculos de la cara. Casi no puedo controlarme. -solo quiero pedirte, que disculpes lo que hice-. Entre cierro los ojos, ha hecho muchas cosas, pero no se a que se refiere. Le da un sorbo a su café y me mira. -Ah-. Deja el café en la mesa y se limpia la boca con la servilleta. -que mate al equivocado-. Continua. Abro los ojos grandes y respiro conteniéndome. -pero, te hice un favor, digo, así estarás mas tiempo con el verdadero, bueno mientras lo permita-. Asegura. -te quite un peso de encima.
-Elías no era una carga-. Esfuerzo a mi garganta a no quebrar en las palabras. -Lo
mataste y te juro que no habrá vida donde puedas escapar de tu muerte-. Presiono un cuchillo con mi puño cerrado y lo levanto para estampar la punta en la mesa de madera. -La que yo provocare-. Continúo mirándolo sin dejar de presionar el mango del
cuchillo. La gente me mira impresionadas por mi reacción, dudo que hayan
escuchado la amenaza, no la escucharon porque el ruido que hice con el cuchillo no
les permitió oír. Gustavo sonríe. Me ha sacado de la cautela, solo quiere
provocarme y sabe cómo.
-bueno, creo que en el fondo, muy en el fondo, lo querías, no como a Jackson, pero lo querías-. Sonríe.
-terminare contigo, no habrá refugio para ti, acabare contigo, meteré una bala en
tu cabeza-. Endurezco la mandíbula.
-Mientras eso pasa-. Le da el último sorbo a su café. - Yo me iré a buscar un refugio-. Se ríe. -Solo espera-. Dice antes de levantarse. -Ten cuidado, si te levantas, la gente y tú, explotaran, inicio cuando te sentaste-. Amplia mas la sonrisa. -tienes dos opciones... levantarte y explotar, o no levantarte y dejar que el tiempo termine y... -. Se levanta y camina hacia mí, se inclina y me dice al odio. -explotar. Se incorpora y se marcha.

Me quedo sin hacer ningún movimiento. Mirando a un punto fijo en la mesa. Mi
respiración es pausada. No sé cuánto tiempo tenga. Unos segundos tal vez. Hay una
bomba en mi asiento. Y no encuentro salida. Jackson y Bruce se bajan del auto al
ver que yo no me he levantado. Bruce se queda a un metro de distancia mirando para todos lados. Jackson camina hacia mi mesa y se sienta donde estaba Gustavo.

-Amelia, ¿qué haces?-. Su voz parece susurro. Levanto la mirada hasta sus ojos.
-hay una bomba bajo la silla, si me levanto, explotare, quedan unos minutos o segundos para que explote de todas maneras.
- ¿Qué?-. abre los ojos grandes.
-no sé cuánto tiempo quede...vete, Jackson vete.
-No-. Frunce el ceño.
-como que no, ¿quieres explotar tu también?
-no te dejare-. Toma mi mano y con su dedo pulgar acaricia el dorso de mi mano.
-No quiero que mueras-. Una lágrima cae por mi mejilla.
-No quiero que mueras-. Repite lo que he dicho. -Pero si tú lo haces, moriré contigo-. Se levanta y camina hasta mí, se inclina. Se sienta en el suelo y se asoma bajo la silla.
-Quedan cinco minutos-. Dice.
-que bien, mis últimos cinco minutos sentada, que desperdicio.
-pues para mi, estos cinco minutos son valiosos, los últimos cinco minutos de mi
vida, que veré tu rostro-. Me estremezco al oírlo.

Después de un minuto, Bruce regresa con unas pinzas. Se las da a Jackson que permanece pensando cual cable cortar.

- ¿qué hace señor?-. Dice una empleada al ver a Jackson en el suelo.
-emm-. asoma la cabeza Jackson.
-sabe una cosa, jamás había visto una mujer tan hermosa-. Dice Bruce caminando hacia ella, la empleada de unos 20 años, se ruboriza.
Caminan al interior del restaurant y Jackson continúa. Quedan unos dos minutos. Y él no sabe que cable cortar. Mi corazón salta tan fuerte que el pecho me duele. No puedo hacer nada para que Jackson se vaya,
quiere morir conmigo y eso es lo que me da más miedo, que el muera.

-mi color favorito-. Escucho que dice entre dientes. -el azul me gusta-. Continua.
-He visto muchas películas, soy policía no desarmador de bombas-. Sigue hablando solo, tal vez son los nervios. -Bueno, explotare por lo que amo-. Dice por último. Escucho que las tijeras rechinan al abrirlas. Los segundos se van más deprisa, y mi corazón no cesa. Escucho como exhala y presiona las pinzas. Cierro
los ojos. Sé que él hace lo mismo.

Se levanta del suelo con la frente cubierta de gotitas de sudor.

-no explotamos-. Sonríe. Me levanto y lo primero que hago, es abrazarlo.
-no lo hicimos-. Digo asegurando lo que él me ha dicho. Lo abrazo con fuerza, ya puedo respirar mejor.

Regresamos al vecindario. Han sido los minutos más eternos de mi vida.
Judith ha preparado la cena; Bruce le ha contado sin mi autorización lo que ha pasado. Ella entiende poco, pero está conmigo aunque no tenga toda la información.
Me quedo lavando los platos. Bruce se ofreció a llevar a Judith a su casa y claro que
ella no se negó. El jabón irrita unas pequeñas heridas en mis manos. Rasguños.
Creo que sigo perdiendo el control sin darme cuenta. Jackson se recarga aun lado
del lavabo. No me mira, pero sé que quiere hacerlo.

- ¿necesitas algo?-. Pregunto sin mirarlo.
-Solo quiero sentirte cerca-. Suspira.
-Que original-. Dejo el plato sobre la mesa.
-se que decirte que todo está bien, es una tontería, porque la verdad, es que nada está bien-. Me quedo callada, inmóvil sin decir nada. -pero aunque las cosas vayan peor-. Hace una pausa. -estaré aquí y no solo es por ti, es porque Elías murió por mi nombre y aunque no me agradara, me hubiera gustado que viviera.
-lose-. Me giro para verlo a la cara.
-lo único que quiero, es que no te hundas en el abismo en el que Gustavo te quiere
sumergir-. Acaricia mi mejilla.
-si me hundo, me hundiré con él-. Aseguro.

Lo que sea que intente Gustavo, lo detendré, o por lo menos, sufrirá lo que yo sufra, si me ahogo, se ahogara conmigo, si me hundo, él lo hará antes y si muero, será
cuando el ya esté bajo tierra, porque no me rendiré hasta verlo agonizar, aunque yo
agonice con él.

La hija de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora