Me siento en el sillón más pequeño y miro por la ventana el cielo. No puedo parar de preguntarme ¿cómo estará Jackson? Intento borrarlo de mis pensamientos, pero él, es el único que habita en mi mente en este momento. Como continuaré la vida así
nada mas, sin él, sin verlo todas las mañanas, sin oler su perfume; ¿cómo estaré yo en unos días cuando ya no vuelva a besarlo y sentir su piel? Bueno, si sigo pensando como le haré para olvidarlo, jamás lo haré.Saco la ropa de la mochila de Judith y la comienzo a ordenar en un pequeño mueble que está al lado
de mi cama. La mochila la dejo en la orilla de la cama, dejando la pistola ahí dentro. Me tiro en la cama y sin otra cosa en mi mente más que Jackson. Me quedo dormida.Jackson está parado delante de mí, con una sonrisa; corro hacia él y lo abrazo con fuerza, busco sus labios y lo beso con dulzura. No me detengo a pensr, en porque actuamos como si nad malo pasara entre nosotros. Pero el panorama cambia y el hombre que atormenta mi vida, aparece. El narcotraficante trae consigo una pistola, y la levanta frente a nosotros.
- ¿Tú o él?-. Su voz me tensa y me produce ganas de vomitar y de escupirle en la cara. Acciona el arma y me mira con desdén, de la misma forma en que yo lo miro a él.
-yo-. Respondo con voz fría y sin dudarlo. Dirige el cañón hacia mí y dispara. El dolor me recorre todo el cuerpo, Jackson solo se queda paralizado mirándolo, me
incorporo un poco y vuelvo los ojos a él. Pero no es el narcotraficante quien me ha
disparado. - papá-. Mis palabras se desvanecen en el aire.Salgo del sueño de un brinco. Me tomo unos minutos para respirar y llenar mis pulmones de oxigeno. El sueño fue demasiado abrumador, me dio demasiado miedo, pero más que miedo, me sentí confundida. El susto me despertó en la hora exacta para ir a bañarme y salir a trabajar; me queda aun mas lejos todavía; pero con lo que gano no sufro.
Me encuentro una pequeña navaja entre los cajones de la
alacena, es tan fina y pequeña, que no creo que nadie la note si la llevo en el zapato. Estoy tomando muchas precauciones por si se les ocurre sorprenderme, el arma no la puedo cargar siempre, así que agradezco que esta pequeña haya sido olvidada.Bajo a la recepción y le pido a Héctor el teléfono, el asiente y sigue sorbiendo su café. Llamo a un taxi; me espero unos minutos con Héctor viendo lo que sea que vea en televisión, se escucha el clac son y salgo casi corriendo. Me subo al taxi y le pido que me lleve al consultorio Gilbert; la mayoría de las personas conocen el consultorio de Javier, es muy bueno en su trabajo, pero algo egoísta también, pienso en que no habla con Elías como antes, solo porque él está enamorado de la música. Y eso me parece estúpido, como puedes enojarte con tu hijo por ser bueno en algo, como puedes darle la espalda cuando te necesita.
Unas cuadras más adelante, noto que el taxista me mira de reojo por el retrovisor. Frunzo el ceño y el regresa la mirada a la calle.
-Octavio Lawrence ¿es tu padre verdad?-. Respiro profundo, me quedo con la mirada en el tapete debajo de mi asiento, llevo mi mano, deslizando mis dedos por mi pierna y subo mi pie despacio para sacar la navajilla, lo miro por el retrovisor y de un solo empujón me acerco a su cuello con la navaja casi a punto de ser clavada.
- ¿quién eres tú?-. Mi voz parece más un rugido de un animal a punto de acabar
con su presa.
-Cálmate, tu padre fue mi amigo-. Sonríe.
- ¿cómo piensas que te voy a creer? Ya me han dicho eso antes, no me fiare de nadie.
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La hija de un asesino
AksiEl peligro te asecha, donde quiera que estés. La vida sabe como recompensar lo malo que te paso en algún momento. Lágrimas, gritos, dolor; el cortaba su cuello lentamente y ella quería escapar, pero no podía, tenía las manos y los pies atados. Gr...