Capítulo 35

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Llegamos hasta la casa que está hecha escombros. Le pago al señor del taxi y el da


vuelta para marcharse. No veo más que madera quemada. Camino hacia donde solía ser la puerta. Me detengo cerrando los ojos. Me duele verla así. Mi pecho se


comprime al saber que fui yo quien destruyo los recuerdos de mi padre. Toco con la yema de mis dedos la madera, pintando mis dedos de color negro.

-Amelia-. pronuncia una voz-. Levanto la cara encontrándome con los ojos de Gustavo.


Sonríe como si ya deseara verme morir. Camimo alejandome de la puerta quemada para verlo un poco más de frente. Me doy cuenta que la camioneta en la que


viene, está detrás de los escombros y que viene acompañado de cinco hombres.

-Me pides que venga sola, pero tú traes a tu manada-. Sonrío.


-Ya basta Amelia, nada ganaras con insultos-. Levanta las cejas.


-Y tu nada ganaras con matarme-. Cruzo los brazos.


Gustavo deja salir una risa que me irrita los oídos


-te equivocas, ganare la satisfacción de haberte matado.


-como a su amiguito y su informante-. Menciona entre dientes un hombre detrás de Gustavo.
Este comentario hace que Gustavo se ria igual que los otros cuatro.
No permitiré que usen la muerte de Elias y de Marcos, como un chiste. Me saco el arma de mi espalda y levanto el brazo a la altura de mi hombro. Disparo, la bala casi roza con la oreja de Gustavo, pero está se estampa en la frente de él que hizo el comentario. Rápidamente los otros cuatro levantan sus armas apuntandome. Yo bajo el arma, lo único que quería era matar al gracioso ese.

-en que estabamos-. Continúo.
-en tu muerte-. Gustavo ignora al hombre caído detrás de el.
-Si me vas a matar, hazlo ya, que puede que me escape-. Sonrío demostrando que no hay miedo.


-no lo harás-. Levanta los hombros afirmando lo que dice.


- ¿Por qué?-. frunzo el ceño.


-no caminaras.

Levanta el arma, abro los ojos grandes, Gustavo dispara dándome en la pierna; el dolor me recorre hasta la cadera, me tiro al suelo pues no logro quedarme de pie, mis pulmones dejan salir unos gritos incontrolables. El dolor llega hasta el hueso, o es que la bala ha fracturado mi pierna. Calmo mis gritos y me esfuerzo en no sentir


dolor, para permanecer fuerte, dejándole saber que aún puedo contra él.


Gustavo camina hacia mi, jala de mis cabellos para que lo vea a los ojos. Me suelta y levanta el arma.

- ¿ahora tienes miedo?-. Pregunta Gustavo sin dejar de apuntarme con la pistola.


Tomo aire profundo y obligo a mi garganta a sonar fuerte.

- ¿debería?-. Me incorporo un poco.


Gustavo se aleja de mi un mentro, dandome la espalda, se pasa los dedos entre los cabellos y regresa la mirada a mi. Presiona el gatillo. Esta vez me da a un costado del


abdomen. El dolor surge más fuerte; casi no puedo respirar, y la sangre fluye llenando mis manos y mi ropa. Siento como se marcan las venas de mi frente, pues hago lo posible por no gritar. El dolor es como mil cuchillos clavándose una y otra vez. Rasgando mi carne. El dolor de la pierna y el abdomen, son insoportables, no puedo moverme, solo puedo colocar mi mano en orificio del abdomen.

-ya no me veras la cara de estúpido-. Endurece el rostro. -no hay problema...-. Esfuerzo a mis pulmones para completar la oración, aún recostada en el frío suelo. -...todo el mundo te ve la cara de estúpido-. Su rostro se enrojece, levanta el arma y apunta a mi cabeza. Ya no puedo hacer nada para detener la bala. Lo miro directo a los ojos, solo espero que ya presione el gatillo y termine con esto.

Escucho un carro que se acerca deprisa.


Y luego un disparo.


Cierro los ojos al escuchar el estruendo.


Pero no pasa nada, sigo sintiendo el dolor. El arma de Gustavo de nuevo ha salido


volando. Mi brazo derecho en el que estoy recargada, me falla, no puedo mantenerme incorporada. Dejo mi cabeza en el suelo, me esfuerzo por mantener los ojos abiertos, pero no puedo, parpadeo pausadamente y entre imágenes solo veo a Jackson bajar del carro de Héctor junto con Bruce y Judith.


Bruce es el que ha disparado al arma de Gustavo, es el de mejor puntería. Judith y Bruce corren tras los hombres que intentan escapar.


Jackson apunta a Gustavo quien se queda inmóvil observándolo.

-de verdad Jackson? Te volverás un asesino, por ella.
-tu eres mierda, no me vuelvo asesino si mato mierda.
-aun qué me mates, ella ya esta agonizando y morira...
-Si agoniza, tú agonizaras con ella-. Dice Jackson.

Le dispara en el pecho dos veces, Gustavo cae al suelo aún con vida. -Y si muere, tú


lo harás antes-. Se escuchan más disparos, los que acaban con la vida de Gustavo.

Bruce y Judith les disparan a los otros cinco hombres.


Escucho el último disparo y la silueta de Jackson se acerca a mí.

-Lamento no cumplir mi promesa-. Sin fuerzas digo al recordar la promesa de vivir


que le hice a Jackson.


-por nosotros, no mueras.

La pesadez de mis ojos me vence. Todo se ha nublado.


Mi cuerpo se ha vuelto ligero y no siento más el dolor.

-Te amo, Amelia Lawrence Foster.

La hija de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora