Capitulo 2

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Cuando terminamos de comer pide la cuenta, luego me mira directamente a los

ojos.
- ¿no quieres ir a tomar un baño a mi apartamento?

- ¿tanto apesto?-. Sonrió.

-No es eso, me gusta tu olor-. Borro mi sonrisa. -es solo que yo quiero ir a

ducharme y sé que en tu casa no hay agua.

- ¿quieres que te talle la espalda?

- ¿se puede?-. Sonríe mordiéndose el labio inferior.

-estoy bromeando-. Me pongo seria.

-Bueno, pensé que te sentirías más fresca-. Continua.

- ¿prometes salirte del departamento hasta que termine?-. Pongo condición.

- ¿prometes no acabarte el agua caliente?-. Levanta las cejas.

-lo prometo-. Digo sonriendo.

-entonces también yo-. Le traen el cambio y nos levantamos para salir de ahí.

Quita la alarma y abre la puerta del copiloto, me subo y me coloco el cinturón, luego él se

sube y enciende el auto, nos dirigimos hasta los edificios más llamativos de Nueva

York: la quinta avenida, los más bonitos y más lujosos, tener una casa aquí es

vender un órgano importante; se estaciona enfrente de un edificio enorme, se nota

lo lujoso de los apartamentos, es hijo del jefe de policías, lo noto.
Entramos a

aquel edificio con los pisos donde mi silueta se refleja, nos paramos en el elevador,

oprime un botón y este abre las puertas, entramos y presiona el numero 12, esta

caja de metal se comienza a mover, al principio pongo la mano en el elevador

ayudándome a no caer, Jackson me toman la mano.

-tranquila-. Me mira directamente, alejo lentamente la mano y me incorporo.

Después de unos minutos, las puertas se abren, el movimiento me dejo mareada,

bajo con cuidado y sigo los pasos de Jackson que camina a una puerta con el

numero 301, introduce la llave y abre la puerta, de la habitación sale el aire frio de

la misma, me invita a pasar y cierra la puerta, observo detenidamente el lugar, muy

bonito, los sillones color rojo apagado, una mesilla en medio, un comedor y una

cocina muy limpia, es demasiado higiénico, esta algo pequeño, pero demasiado

acogedor y lindo.

- ¡te duchas tú primero?-. Pregunta después de dejar su mochila negra en el sillón.

-Sí-. Acepto.

-me iré unos minutos como lo prometí, mientras tú te duchas y lavas tu ropa en la

lavadora-. Con el dedo índice me indica donde está la puerta donde se encuentra la

lavandería personal.

-ok entiendo-. Digo seria, en realidad más nerviosa que seria.

-Bueno te dejo-. Sonríe y camina fuera del departamento.

La hija de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora