Capítulo 26

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Estiro mi brazo y tomo el cañón con fuerza jalando a aquel hombre que la trae en


mano. Regreso el arma haciendo que el mismo se dé en la cara con la empuñadora de la pistola. Se coloca las manos en la cara y yo aprovecho para tomarlo por el cuello y llevar su frente hasta mi rodilla. Cae al suelo inconsciente, pero no es el


único que ha entrado. Una mujer se detiene en la puerta y levanta el arma. Me giro


rápidamente cuando ella dispara. Levanto mi arma y disparo dándole en el


hombro. Se recarga en la pared gritando de dolor. Con la otra mano comienza a


disparar. Pero me quedo quieta tras el ropero de madera que hay junto a la cama. Disparo cuando cesa el sonido de su cañón. Me asomo por el filo del ropero y


observo que esta tirada en el suelo con sangre en el pecho. Salgo y corro a la puerta pero antes de salir me topo con un hombre casi de mi tamaño. Me toma por el cuello presionándome con fuerza, me gira a un costado haciendo que mi nuca rebote en la pared. La pistola se me ha caído. Me llevo las manos hasta su brazo queriendo evitar que me ahogue. Tomo gran fuerza y levanto la pierna pegándole en la entre pierna. Se inclina por el dolor y levanto mi rodilla para rematar dándole un golpe en la cara, pero este con su mano empuja mi pierna antes de que siquiera lo toque. Pierdo el equilibrio un poco, pero me incorporo rápidamente. Intento correr pero me toma de la camisa y me regresa al centro de la habitación. Vuelvo a perder el equilibrio y solo busco la manera de sacar mi navaja ya que tendré que pelear cuerpo a cuerpo. Jamás lo he hecho, pero será una buena forma de practicar, así que ignoro el arma que llevo en mi espalada baja. Me incorporo. Se me acerca y aprovecho para golpear su mentón con mi puño. Pero parece que ni siquiera lo he tocado, estira el brazo y con el dorso de su mano me golpea. Un golpe tan fuerte que me hace caer. Se me entume mi labio inferior. Regreso la mirada a el que


prepara su pierna para golpear mi cara, me giro en el suelo y me levanto


rápidamente, levantando mi pierna hasta que mi pie golpea su rostro. El cae al


suelo y yo pierdo el equilibrio, mi primera patada en la cara, me salió bien para ser la primera. Se levanta con ira en los ojos. Corre hacia mí. Su mano derecha de


nuevo en mi cuello, pierdo el equilibrio y caigo al suelo; me tiene aún del cuello, mi


cabeza me duele como si la comprimieran. Con mi codo golpeo varias veces su


mentón esperando que me suelte. Y así lo hace. Me levanto pero me toma del brazo y con su puño me da en la cara. Me ciego del ojo izquierdo y hay una sensación de un líquido que corre desde mi ceja a la esquina de mi ojo ciego, verifico con mi mano y es sangre.


Me canso de esto. No se pelear limpio.


Elevo mi pierna y saco la navaja. Respiro.


La lanzo con fuerza y la punta se clava en su pecho.


Mis piernas me fallan y me quedo en el suelo hincada, respirando rápidamente.


Me llevo las manos a la cabeza, me presiono con fuerza. El dolor es punzante y agudo. Me inclino llevando mí frente a la madera del piso.


Tengo un sabor en mi boca que no me gusta. Me limpio con los dedos la sangre de


mi labio. Mi ojo izquierdo se está inflamando. Siento la sensación caliente alrededor de todo el ojo.


Me cuesta unos minutos volverme a poner de pie. Como puedo avanzo, saco la


navaja enterrada en el pecho de aquel hombre. Recojo la pistola que se ha quedado

La hija de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora