capítulo 10

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Javier me da el dinero, como siempre en un sobre blanco (me da el dinero los viernes), le sonrío antes de irme y camino al departamento.

Subo por el elevador y


me recargo en sus paredes frías y grises. Mientras sube, me doy cuenta, que es la última vez que esta caja de metal me marea y no se porque siento, que extrañare tanto esto, talvez, porque todo lo que compromete a Jackson, es lo que ya se habia hecho costumbre, o talvez jackson es mi costumbre.

Se abren las puertas y camino a la puerta del apartamento, tomo el picaporte, deslizo mis dedos sobre él; introduzco la llave y empujo la puerta para entrar. Cierro y me recargo en la puerta y suelto un gran soplo. Camino a la recamara, saco toda mi ropa del los cajones que me dejo Jackson. Tomo el vestido que me prestó Judith, me siento en la cama; me dejo de sentimentalismo y me levanto para salir del departamento con los tacones y vestido que me fueron prestados.
Toco la puerta de su departamento, ella abre llevándose un dedo a la boca.

-Hola-. Sonríe al verme.


-Te traigo tu vestido-. Le doy la caja. -muchas gracias-. digo.


- ¿qué tal la cena?-. Levanta las cejas con una sonrisa curiosa. La miro sin poder


evitar que me salga una lagrima. - ¿qué pasa?-. Respiro antes de responder a su

pregunta.


-lo quiero-. Sonrío un poco. -Pero ahora tengo que marcharme de su vida-. Me


limpio con la punta de los dedos mis mejillas rojas.


- ¿Por qué?-. coloca una mano en mi hombro.


-digamos que, estará mejor sin mí-. Sonrío, sacudo la cabeza. - ¿tienes una


mochila que me prestes?-. Cambio el tema.


-Claro, Amelia-. Sonríe y corre a su cuarto, al cabo de unos minutos regresa con


una mochila, un tanto grande "perfecta" color verde militar como mi pantalón del orfanato.
-Gracias, Judith-. Me acerco a ella y le doy un abrazo. Ella me aprieta como si no


quisiera que me fuera. La suelto y le sonrío para luego irme, antes de verme mas ridícula.
Regreso al departamento y meto la ropa en la mochila, saco la pistola, la veo unos minutos, con mi dedo indice acaricio el gatillo, tomo con fuerza la empuñadora, luego la mentó entre la ropa, hasta el fondo de la mochila.
Salgo de la habitación y dejo la mochila cerca de la puerta; regreso a la recamara y me siento en la esquina de la cama, contengo el llanto y me hago valiente al apretar las sabanas con mis puños. Mis rodillas me tiemblan y el estomago me punza, no se comprara al dolor que le provocaré a Jackson. Y no se como le haré, para no demostrarle que me importa, tendré que ser tan cruel, para qué no tenga duda de todo lo que pretendo decirle, aunque aun no se me ocurre como empezar. Las horas pasan, nunca las sentí tan rápidas, como ahora, son casi imparables.

Escucho la puerta. Jackson. Levanto la mirada, respiro, hago una cara dura, como puedo me levanto y salgo de la habitación. Ya no hay marcha atrás.

-Hola-. Me sonríe caminando hacia mí. Dejo que me abrace, aunque sea la última vez. Quiero que se quede así toda la vida, pero recuerdo que si no me voy, el pagara por mí.


-es hora de que me vaya-. Digo colocando una mano en su abdomen y alejándolo de mí. Me mira confundido.


- ¿qué?-. Frunce el ceño y afina su voz.


-me iré a otro lugar, no quiero seguir aquí-. Me muerdo la lengua con mis palabras violentas e insensibles.


-No, ¿por qué?-. Se le quiebra un tanto la voz. Se acerca levantando la mano para

La hija de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora