Capitulo 67

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Nathan se levantó con pereza.
No había podido conciliar el sueño, nuevamente. Llevaba días así. Quería dormir todo el día para así no verle la cara a Tom y a Hayden. Pero no podía. Se ducho y se vistió para luego bajar a la cocina donde estaban James y Mary.
- Buenos días – dijeron al unísono.
- No veo que tienen de buenos... -susurró.
Fue hasta la nevera y saco un cartón de leche, un vaso y se sirvió en este.
- ¿Te sientes bien, Nathan? – me pregunto Mary.
- Sí.
- ¡Tienes unas ojeras!
- No he podido dormir es todo – le sonrió– Uhm, ¿Y los otros?
- Nareesha y Siva duermen, Max y Carrie, Hayden y Tom también. Y pues el pequeño monstruo esta atrás tuyo – dijo James.
Se giró y vio a la pequeña sobarse los ojos con los puños. Tenía los rizos revueltos y la pijama que le había regalado Siva, le llegaba hasta el piso. Sonrió y la tomo en brazos para sentarse con ella.
- ¿Por qué no estás durmiendo hermosa?
- Te echo de menos –dijo con esa voz suya que cada día se le hacía más tierna a Nathan.
James y a Mary exclamaron un "Aw" y Nathan rio y beso la mejilla de la niña.
- ¿Quieres algo enana? – pregunto James.
- ¡Galletas!
James saco del estante un paquete de Oreos y se las entregó a Sophie sin antes dejarse unas para él.
- ¡James! –dijo Mary, riendo.
- ¿Qué?
- Para ya de comer, te vas a poner gordito.
- No importa, aun así me vas a querer.
El rubio se acercó a ella y la atrajo hacia él para besarle.
Nathan se sintió incómodo, por lo que se levantó junto a Sophie y se fue al living. Se recostó en el sillón y prendió la tele. Comenzó a pasar los canales y en uno estaban pasando una de esas películas para niñas.
- ¡Ahí papi! - Sophie grito emocionada.
Nathan suspiro y dejo el canal. De todos modos no tenía intenciones de ver. Sophie se acorruco en el pecho de su padre y comenzó a ver la película mientras Nathan le acariciaba el cabello. Después de un rato sintió unos pasos en la escalera. Giro la cabeza y vio a Max. Él se tiró al lado de Nathan.
- ¿Ahora te gustan las princesitas, Nathan? – dijo Max, riendo.
- No estoy para bromas Max.
- Ya, ya. Lo siento.
- No importa.
- Hace días estás así, ¿Pasa algo?
- No...
- Venga, sabes que puedes decirme lo que quieras.
- Enserio no me pasa nada –rio para calmarlo.
- Si tú dices.

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