Capitulo 77

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Nathan
Eran casi las diez cuando un hombre de bata blanca salió por uno de los pasillos. Su familia y yo nos levantamos rápidamente, mientras los otros seguían en los sillones. 
Hayden estaba con Sophie en los brazos, Max, Jay y Siva dormían al igual que las chicas.
- Tom no está nada bien, puede salir de esta pero sería un milagro. Lo siento - el doctor torció el labio - ¿Quieren pasar a verlo?
Su madre negó con la cabeza, al igual que su hermano. Podía notar que no tenían la fuerza de verlo en esas condiciones. Ellos realmente estaban mal.
- ¿Puedo entrar yo? - pregunté y su madre asintió.
El doctor me guio hacia la habitación y allí, me dejo a solas Tom estaba en una camilla, con los ojos cerrados. Tenía el rostro con cortes, los brazos también.
A los pies de la cama estaban sus cosas.
Tomé una silla y me senté a su lado y me dedique a observarlo. Dirigí mi mirada a sus pertenencias y de su chaqueta salía un sobre. Estire mi brazo y lo tome. No sé si estaba bien abrirla, pero lo hice y comencé a leer.

Para mi Hayden.
Linda lo sé todo, los chicos me habían contado de la noche en la que te fuiste con Nathan, al principio no les quise creer... Pero hoy lo confirme con mis propios ojos.
He estado fingiendo todo este tiempo de que no sé nada, al igual que tú me has estado engañando.
Pero ya no puedo seguir con esto... Sí, tengo mucha rabia, pero son mis mejores amigos, jamás les guardaría rencor a ninguno de ustedes... Tal vez para ti lo nuestro no significo mucho, pero para mí lo fue todo, tú nunca me engañaste, siempre supe que no sentías lo mismo por mí, pero tomamos el riesgo... ahora sé que de algo sirvió que fuéramos novios y es que Nathan por fin se decidiera y luchara por ti... Ese es el único consuelo.
En fin, voy a regresar a Nueva York.
Solo tengo algo que pedirte.... Cuida mucho a Sophie y no permitas que me olvide, hazle saber cuánto la quiero, porque me daré una vuelta por Londres el año que viene.
Se feliz 
Siempre te voy a querer, Tom.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Me guarde la carta en el bolsillo y me volví hacia él, aún llorando. 
Entonces mire su pecho y era como si ya no respirara...
Me puse nervioso cuando la maquina comenzó a sonar, todo estaba pasando tan rápido. El mismo doctor que me guio hasta ahí entro azotando la puerta y luego salió al pasillo pidiendo ayuda.
¿Y para qué? Si Tom, mi mejor amigo, no, mi hermano, ya se había ido...

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