Capítulo 28

26.7K 2.6K 609
                                    

Media hora más tarde, nos encontramos rodeando una llameante fogata y comiendo, lo que según Ashley, son supuestamente sándwiches: dos panes y un queso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Media hora más tarde, nos encontramos rodeando una llameante fogata y comiendo, lo que según Ashley, son supuestamente sándwiches: dos panes y un queso. Es extraño lo reconfortante que resulta el fuego de la fogata, lo increíblemente satisfactorio que se siente al estar tan cerca. Es como si saciara cualquier otra necesidad, como si tuviera hambre y me dieran una buena hamburguesa, como si estuviera muerta de sed y me regalaran agua con hielo, como si estuviera sufriendo de frío y me metiera dentro de una cama con cinco sábanas...

El calor se mete por mi piel y se hace parte de ella como si me resultara imposible pararme y alejarme de las llamaradas. Es... muy placentero.

Ashley está bebiendo una cerveza. Jota la acompaña de vez en cuando, y cada tanto hablan solamente entre ellos y se echan unas carcajadas tan fuertes que serían capaces de provocar eco hasta en el vacío del campo. Fénix ha aceptado unos pocos tragos, pero se encuentra echado sobre el césped sólo con su triste pedazo de pan y queso. Yo me he negado a tomar demasiado, pero me han dicho que al tener parte de hawa no me provoca ninguna sensación muy fuerte. Es como si estuviera bebiendo alcohol y agua al mismo tiempo, amortiguando sus efectos. Sea como sea, la botella está en manos de Ashley y yo no tengo muchos deseos de quitársela.

—Y entonces... y entonces... —balbucea ella, mientras se pone de pie y extiende los brazos para mantener el equilibrio— ¡Pum! El fuego explota en la pared a su lado y... ¡Hip! —Al parecer tiene hipo— ¡Me mira con la cara más aterrada que me hayan dirigido... jamás!

Jota se ríe con muchas fuerzas, hasta golpeando el suelo con el puño, como si lo que Ashley dijo hubiese sido divertido... o como si, por lo menos, hubiese tenido algo de sentido.

Fénix gira la cabeza y me mira arqueando las cejas, en tono divertido. Yo me encojo de hombros.

—¡Adoro asustar a los hawas así! —Exclama feliz Jota, y entonces Ashley le arroja la botella y él la atrapa en el aire. Traga un sorbo.

—Ni me lo digas. ¡Fénix! —Grita Ashley, casi de la nada— ¡Cuéntale aquella vez... la vez que... —otro hipo— ya sabes! ¡Fue genial!

Fénix sonríe con modestia y agita la mano mientras se pone de pie.

—Ahora no, Ash —dice—. Cuéntaselo tú, eres mejor para eso —se acerca a mí, y yo levanto la mirada con sorpresa cuando me ofrece una mano—. Ven, quiero mostrarte algo.

Lo miro confundida un momento y luego acepto su ayuda para levantarme. Cuando apoyo mi mano temblorosa —y muy posible y asquerosamente transpirada— en la suya, me toma con fuerza y me incorpora de un tirón. Recupero el equilibrio intentando no verme tan torpe.

—¿Qué cosa? —pregunto nerviosa.

No responde, sino que me dirige un gesto con la mano para que vaya con él mientras comienza a caminar. Lo sigo, y mientras tanto echo un vistazo hacia atrás para ver a Jota y a Ashley todavía muy entretenidos con una charla sin un hilo de conversación sólido.

Ignis: Todos ardemos alguna vez | #1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora