Capítulo 29

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Falda con lentejuelas

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Falda con lentejuelas. Camisa corta de tres botones. Cabello a medio recoger. Tacones que les he rogado a Ebby que no sean tan altos. Y aun así me veo ridícula; caminando dando traspiés por el césped, tratando de ir manteniendo el equilibrio y bajándome la tela de la falda que parece desear subir hasta mi cuello. Preferiría mil veces haber venido con mi ropa.

-Al menos luces bien -comenta Ebby, examinándome, mientras nos encontramos caminando por el gran patio delantero de la casa Moore.

-No entiendo cómo se supone que a las chicas nos guste usar esto.

-Es simple: no nos importa que nos guste o no usarlo, nos importa que les guste a los chicos -explica con tono de obviedad.

-Es lo más estúpido que he escuchado.

Pasamos el primer grupo de gente. El patio por el cual andamos está repleto de pequeños faroles de piso encendidos que le dan un toque bellísimo que no pude haber contemplado cuando vine aquí de día. Más adelante, la casa de Sam parece estar llena hasta el techo de personas. Ebby me ha dicho que si queríamos causar una buena impresión, teníamos que llegar tarde a la fiesta. Yo tenía mis dudas, pero decidí no discutirle nada.

-Los chicos también se visten bien -espeta Ebby.

-Sí, y en diez minutos -farfullo-. Y no tienen que estar caminando como en puntas de pie, o revisando que no se les infle el pelo, o que no se les corra el maquillaje, ¡o que la ropa no les apriete el cuerpo como si fuera una boa tratando de ahogarte! -exclamo exasperada al mismo tiempo en que agarro con fuerza la falda y la tiro hacia abajo una vez más.

-¡Eh, tranquila! -Chilla- ¡Que es mi ropa!

-Una chica puede verse bien sin tener que llevar todo esto encima... -murmuro un tanto fastidiada.

-Sí, bueno, Audrey, son gustos -responde poniendo los ojos en blanco y ya queriendo terminar con el tema, quitándole importancia. Me deja de prestar tanta atención y señala hacia adelante-. ¡Mira! Hay un dj tocando desde el segundo balcón... ¡y una barra de tragos por allá!

Ebby comienza a gritarle a los cuatro vientos cada cosa que ve en el momento exacto en que lo hace. La casa de Sam en la noche se ve preciosa, llena de luces desde los patios hasta los bordes del techo. Si no hubiera tanta gente gritando, saltando, bailando, charlando, bebiendo y hasta vomitando por todos lados, esto realmente se vería como un auténtico castillo de cuentos de hadas.

-Oh, por Dios -Ebby me agarra fuerte del brazo-, alguien está a punto de saltar desde el balcón hasta la piscina...

Le echo un vistazo al lado derecho de la mansión donde un gran grupo de personas aguarda rodeando la piscina de Sam, mirando hacia arriba y alzando los puños entre exclamaciones. Desde este ángulo no podemos ver mucho.

-¡Vamos! -Grita- Tenemos que verlo, ¡va a saltar desde el segundo piso!

Me tironea del brazo, sacudiéndome, pero yo no quito mi atención de la puerta principal. Quiero saber dónde diablos se encuentra Sam.

Ignis: Todos ardemos alguna vez | #1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora