Capítulo 35

23.9K 2.4K 217
                                    

Mientras nos hallamos subiendo cuesta arriba por una calle despejada de edificios abandonados y viejas construcciones, me voy lamentando duramente de no haber traído el teléfono celular conmigo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Mientras nos hallamos subiendo cuesta arriba por una calle despejada de edificios abandonados y viejas construcciones, me voy lamentando duramente de no haber traído el teléfono celular conmigo. Cierro los ojos con fuerza, recordando haber salido con Ash del departamento luego de haberlo dejado sobre la mesa, y pensando en que podría llamar a Ebby y decirle que no vaya a la fiesta. O, si todavía no se encuentra allí, que no asista... por si acaso todo se sale de control.

—Audrey.

Me giro para prestarle mi atención a la voz que me ha llamado y me detengo a esperar a Fénix, que viene echando ojeadas de un lado a otro como si estuviera atento a cualquier cosa. Yo sólo caminaba mirando al suelo, siguiendo la línea que iban formando los ignisios.

Cuando me alcanza, comenzamos a caminar a la par.

—Hola —susurro.

—Hola —murmura en respuesta—, ¿cómo te encuentras?

Me encojo de hombros, y miro cuesta arriba. Falta un tiempo para llegar a la cima, cerca del mirador, y ya me están doliendo las piernas.

—Asustada —contesto—. Nerviosa, intranquila, exaltada. ¿Quieres que siga la lista?

—Mejor no —dice, con una sonrisa angustiada—. ¿Puedo hacer algo para tranquilizarte?

«Pues, no lo sé, Fénix, no creo que puedas. Tu simple presencia ya me inquieta demasiado; haciéndome sudar las manos y temblar las piernas».

—Llevarme a casa —bromeo, para quitar tensiones.

Me mira con ojos penosos y, aunque lo que dije fue medio en broma, se acerca a mí todavía caminando... y de repente me toma de la mano.

Me quedo rígida cuando siento su piel caliente rozarme los dedos. Y aunque ahora mismo no esté entendiendo nada, sobre todo después de que me haya dejado sola junto al arroyo dejando bien en claro que no me quiere, se lo permito. Seguramente sólo lo hace para intentar calmarme o demostrarme su apoyo, pero sólo me desconcentra. No somos los últimos en la fila, y es muy probable que quienes siguen el camino detrás de nosotros puedan observarnos. Justamente por eso creo que se ha acercado tanto, casi rozándonos los hombros, para que su movimiento de brazo no se notara mucho en la oscuridad.

—He hablado de algo con Danna —murmura, en tono muy bajo para que nadie pueda escucharnos. Hay bastante silencio a nuestro alrededor—. Sólo ella, Ashley y yo estaremos presentes durante tu conversación con los hawas. Tememos que los demás actúen por cuenta propia y hagan algo inesperado. Jota irá también, si es que aparece a tiempo.

—¿Pero los demás estarán aguardando por si algo malo ocurre, no es así?

—Por supuesto —eleva una comisura de los labios.

—Bueno, admito que me tranquiliza saber que estarás allí.

Y aunque hubiera deseado no haberlo dicho en voz alta, es cierto. Ladea la cabeza y se queda mirándome. No tiene sentido. Nada de esto tiene sentido; él se alejó luego de que nos besáramos, ¿por qué está aquí conmigo? ¿Tan sólo para apoyarme? ¿Para ayudarme a cumplir con el plan? ¿Son acaso para él los ignisios y las órdenes del Gremio más importantes que lo que sucede entre nosotros?

Ignis: Todos ardemos alguna vez | #1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora