Capítulo 30

27.2K 2.6K 272
                                    

Duermo sola en la granja

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Duermo sola en la granja. Ebby me ofrece dormir en su casa o traerme hasta aquí y, aunque yo sé que es un largo camino, prefiero estar lejos de verle la cara y comerme la cabeza pensando que soy una pésima amiga y que no le estoy contando nada de lo que está pasando conmigo. Cuando llego noto que no hay nadie, ni en la casa ni en el granero, así que supongo que habrán ido a comprar comida... aunque haber ido a mitad de la noche no parece una idea muy lógica, me voy a la cama sin hacerme preguntas.

Un ruido proveniente de la planta baja me despierta al rato. No he dormido muy bien, así que estoy atenta a cada cosa que ocurre en la realidad y no sólo dentro de mi cabeza. Me levanto de la cama sin problemas y miro por la ventana: es una mañana nublada, el cielo está blanco como el papel y no puedo ver más allá del árbol junto a la casa debido a la neblina. Un escalofrío me recorre la nuca; se ve exactamente como la misma mañana en la que Fénix vino y descubrió que me había vendado ambas manos.

Al bajar las escaleras me encuentro a Fénix y a Jota hablando en la cocina. Cuando entro, ambos dirigen la mirada hacia mí.

-¿Adónde has ido?

Cuando los observo por más de unos segundos, se me contraen los músculos y me lleno de ira, sintiéndola como una descarga eléctrica que recorre todo mi cuerpo de un instante a otro. Sobre todo al mirar a Fénix, ya que él fue quien, además, me dejó sola como idiota la otra noche en el arroyo.

-¿Por qué no me dijiste que Sam Moore era un hawa?

Fénix relaja el rostro y parece sorprendido, aunque lo cubre muy bien. En cambio, Jota lo mira con notable asombro y luego se fija nuevamente en mí.

-Tú lo sabías, ¿verdad? -Espeto, acercándome a ellos- Es obvio. Pero no me lo dijiste.

-Lo sabes -es lo único que dice, con una calma extrema que me molesta.

-¡Claro que lo sé! -Exclamo mientras otro ruido se escucha muy lejos, fuera de la casa-Tuve que descubrirlo por mí misma, ¡podrías haberme advertido sobre él!

-Te lo advertí -asegura, subiendo la voz-. Sí te dije que no te vieras con él.

Ashley entra por la puerta con el entrecejo fruncido y una mirada confundida. Parece estar muy harta de los gritos.

-¡Pero nunca me dijiste que era un hawa!

-Oigan, oigan -interviene Ash, con la mirada fija en nosotros dos-. ¿Pueden dejar de gritarse el uno al otro?

Sin hacerle nada de caso, no despego la mirada de aquellos ojos verdes.

-Si no quisiste decirme aquello, ahora por lo menos dime: ¿por qué Sam Moore sabía que yo soy una Hija de Gea?

Ashley relaja el entrecejo, lo que resulta una expresión un tanto extraña en ella, y Fénix parece volverse molesto.

-¿Le has visto? -Pregunta- Te he dicho que no te vieras con él, ¿dónde has estado?

Ignis: Todos ardemos alguna vez | #1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora