CAPÍTULO CINCO

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Salí de la clase pensativa sin ver realmente donde me llevaban mis pies, al poco rato me di cuenta de que iba a la sala de los alimentadores, me detuve a pensar si lo necesitaba realmente, me fui a sentar en el patio que estaba frente a la sala común, se empezó a llenar de gente que salía de sus clases y empezaba a socializar.

- Todo fue muy extraño, no te parece? – Adrian había llegado a mi lado rodeado en una nube de humo

- Más que extraño – le miré – que sentiste en verdad?

- Sentí que me debilitaba, como que me fuese a dormir, pero al mismo tiempo sentí que se me escapaba la vida, o algo así – contestó

- Nada más? – quise saber

- Eso te parece poco? – me dijo sorprendido

- Sólo quería entender – miré al suelo

En ese momento me dio una fuerte punzada en la cabeza, la sed de sangre me quemaba la garganta, pero quería luchar contra ella, tome mi cabeza entre las manos y apoyé los codos en las rodillas.

- Está todo bien? – Adrian se sentó a mi lado preocupado

- Si – mentí – nada de qué preocuparse, sólo estoy confundida

Me levanté, necesitaba alejarme de todos un rato, me despedí de Adrian quien me miro perplejo y camine hasta la parte trasera de los dormitorios de los Dhampirs, allí había un área que estaba en desuso y a la cual no iban muchas personas, eran una especie de bodega, había una escalera que llevaba al techo de estas, allí me senté, tranquila, sin luces sólo acompañada de la oscuridad y las estrellas.

(*)

Debo de haberme quedado dormida o algo así, no supe cuánto tiempo paso, solo que desperté con la garganta seca y rasposa, como si hubiese tragado arena, me molestaba el cuerpo en general, el dolor de cabeza no había pasado, al contrario, estaba peor, no podía ser que hubiese pasado el efecto de la sangre tan pronto. Me costó mucho bajar las escaleras y llegar a tierra firme, tenía la vista borrosa, las estrellas seguían en el cielo y me molestaban. Sentí una alarma doble, había empezado el toque de queda, no había dormido tanto como pensaba. Seguí caminando con la intención de ir a mi cuarto, pero avanzaba lentamente, de hecho me tropezaba cada dos por tres.

- Sevya? – una voz me llamaba, y la conocía, pero no podía hacer la relación en mi cabeza – te encuentras bien?

- Sí, no pasa nada – me tropecé y quien me hablaba me aferró de los brazos

- Que ha pasado? – quiso saber

Trate de enfocar la vista, estaba nublada por lo que tuve que parpadear varias veces

- Dimitri? – le dije medio adivinando

- Has estado bebiendo? – me preguntó

- Ojala... me muero de sed

De pronto sentí un dolor en mi boca, lleve mi mano hasta mis colmillos, estaban extendidos. La sed de sangre otra vez, traté de enterrar todo eso en lo más profundo de mi mente, no quería beber, no debía de sentir esta necesidad tan pronto, sacudí la cabeza y miré a Dimitri otra vez.

- Necesito ir a mi habitación – le imploré

- No si no me explicas que es lo que pasa – me dijo serio, preocupado

- Tengo sed, Dimitri... SED!!! – dije histéricamente – y no quiero tenerla, NO DEBERÍA TENERLA!

Me miró con los ojos abiertos al máximo, luego volvió a su estado normal de guardián, pero supe que me había entendido.

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