BloodCurse

CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

Danila se había tomando en serio eso de salir de "caza", se estaba comunicando con un montón de sus amigos guardianes a ver si tenían notificaciones de apariciones de Strigoi en las cercanías de St Vladimir, mientras tanto había reforzado los entrenamientos, tenía que correr por toda la Academia, ya se estaba pareciendo a Dimitri en ese sentido, y además, me hacía subir y bajar tramos de escaleras y tejados de un salto, ya parecía que estaba practicando parkour en vez de lucha.

Por otro lado las clases de la Academia estaban en su apogeo y se acercaba una actividad en que los Moroi debían elegir a un Guardián para que los protegiese durante un ejercicio que duraba cuatro semanas, por sorteo los estudiantes iban a poder solicitar a algún Dhampir, estaba bastante segura de que nadie me iba a elegir como su guardián.

- No seas tan dura contigo, estoy seguro de que luego de la pelea con Rose habrá muchos que querrán que los protejas - me animó Mason

- No trates de animarme, no estoy nerviosa ni nada, es mi deber, aparte de sacrificarme por el equipo, claro - le dije con una sonrisa sincera

Y era la verdad, cuando supimos de este ejercicio Izz se había puesto triste al tener que elegir, le dije que no tenía problemas si ella elegía a Mason como su guardián, que le serviría para estar más cerca de él al menos por unas semanas, sin que Misha los alejara, estaba segura que Adrian me elegiría si pudiera, como fuese, había más Moroi que podían elegirme y no me molestaba el trabajar con alguien desconocido.

- No me emociona la idea de que duermas en el cuarto de otro Moroi - dijo Adrian medio mosqueado

- Puede ser una Moroi también - le dije para evitar que se pusiera más molesto de lo que estaba - Lo que en verdad no me gusta de esto es que no podremos estar tanto tiempo juntos - dije un poco triste

- Es un trabajo 24/7? – preguntó

- Creo que los domingos son nuestro día libre, pero no estoy segura - le contesté meditando

- Espero que así sea, sino no aguantaré estar lejos de ti

Estábamos en su habitación, recostados sobre la cama, me abrazó fuertemente contra él.

- A mí tampoco me gusta estar lejos de ti - dije dándole un suave beso en los labios

- Podemos aprovechar este tiempo entonces - me dijo de forma sugerente

No tuvo que proponerlo dos veces, me subí a horcajadas encima de él mientras me quitaba la polera y lo besaba salvajemente, aunque no lo crean con tanto entrenamiento y vigilancia, no habíamos tenido tiempo de estar a solas. Con un suave movimiento me dejó a mi debajo de él y comenzó a besar mi cuello al tiempo que sus manos soltaban mi brasier y comenzaban a jugar con mis pechos, le apremie para que se quitase la camisa al tiempo que jugueteaba con el borde de sus pantalones... Luego de unas cuantas vueltas estábamos ambos con el torso desnudo, recorriendo nuestros cuerpos, otra vez quede encima de él, le miré a los ojos y lo desee más que cualquier otra cosa en el mundo, besé su cuello y sin poder contenerme clave mis colmillos. Su sangre, llena de magia, se sentía como un néctar al hacer contacto con mi lengua, succioné con ansias, mi mente se liberó de pensamientos, preocupaciones, olvidé quién era y quién estaba conmigo, en lo único que pensaba era en el color rojo de la sangre y su sabor, no había sido hasta que su dulce sangre pasó por mi garganta que descubrí lo hambrienta que estaba, y el depredador deseo que dormitaba dentro de mí se despertó de su letargo.

- Sev...

Escuché a lo lejos que mencionaban mi nombre, una luz de algo se encendió en mi cerebro, pero no logré prestar atención.

- Detente... Sé que puedes...

La voz tenía un tono mezcla de súplica y miedo.

- Me estás haciendo daño