Stella PDV.
El frío viento de la ciudad de Nueva York me rodea en el momento que salgo de mi edificio, agradezco mentalmente a mi madre que me ha llamado para decirme que salga abrigada porque en el noticiero informaron una ola de frío. No soy mujer de mirar el noticiero y eso ella lo sabe muy bien, esa es la razón por la cual siempre me llama quince minutos antes de que sea mi hora de salir de casa para ir al trabajo. Mamá ama chismorrear y así me tenga que decir "chismes" sobre las noticias, para ella sigue siendo un chisme.
—¡Necesitamos ayuda! Por favor —varias personas, indigentes, que se quedan durante toda la noche y parte de la mañana, afuera del edificio en el que vivo, comienzan a gritar.
Todas las mañanas es lo mismo, las mismas personas pidiendo ayuda, comida, ropa, dinero, cualquier cosa es útil para ellos. Entiendo a la perfección que ellos estén en situación de calle, que no tengan para comer o que estén muriéndose de frío, pero hay varios centros de alojamiento que fueron hechos especialmente para la gente con situación de calle.
—¡Le ruego que me ayude, por favor!
Me volteo, dispuesta a decirle a la persona donde hay gente que puede ayudarla y que le pagan por eso, pero me quedo en silencio al ver a un hombre de ojos mieles con una pequeña en brazos. Ambos tienen el cabello sucio, sus cuerpos cubiertos con mugre, demasiado flacos y también tiemblan de tanto frío, aunque el que tiembla más es el hombre, que le ha dado su chaqueta a la pequeña.
—Por favor, necesito darle algo caliente —suplica mientras mira a la pequeña en sus brazos. Sus labios están un poco morados y apenas se mueve.
Miro nuevamente el aspecto de ambos y suspiro. Puedo ser una total perra sin corazón, a veces, pero no puedo dejarlos así en la calle. Si siguen en la calle no van a sobrevivir ni dos días más.
Y sin pensarlo un poco más, lo digo:—Quédense conmigo, yo los cuidaré.
—No necesito que cuide de mi, simplemente necesito algo caliente para ella —sus dientes chocan entre si, debido a que está temblando de tanto frío.
—Está bien, le daré algo caliente a ella —miento. Por alguna extraña razón, tengo la necesidad de cuidar de ambos. —Ven conmigo.
Sonrío con un poco de pena al ver el rostro del hombre al momento que entramos en mi apartamento, estoy segura de que está teniendo miles de pensamientos negativos en este momento. Tomo el control de la calefacción y le subo bastantes grados. Miro al hombre, que me mira, curioso, y le hago una seña hacia el sofá, indicándole que se siente.
Camino rápido hacia la cocina y apenas entro en ella, tomo el chocolate en leche que tengo dentro de la heladera, para luego colocarlo en dos tazas y poner estas dentro del microondas. Espero durante un minuto, el tiempo que le puse para que se caliente la bebida, y tomo las tazas, con mucho cuidado. Vuelvo a la sala, cuidando de no tirar ni una gota del contenido de, para encontrarme con que la niña ya está despierta y mirando todo atentamente.
—Aquí tienen un rico chocolate caliente —sonrío y estiro ambas manos, ofreciéndoles las tazas humeantes.
La pequeña mira al hombre y espera a que éste le de permiso, antes de tomar la taza. Miro al castaño, que aun no ha tomado la taza, la muevo frente a él, provocando que suelte un suspiro antes de tomarla, comenzando a beber el contenido de ella.
Sé que tal vez estoy un poco loca al traer a mi casa a dos personas que no conozco en absoluto y que bien podrían ser ladrones que fingen ser indigentes para engañar a la gente y poder robarle, pero algo me dice que ellos no son nada de eso, que realmente necesitan ayuda. No soy de esas personas súper caritativas, pero tengo demasiadas ganas de proteger a la niña... Y al hombre, a ambos.
—¿Quieren algo para acompañar el chocolate? —pregunto, tratando de iniciar una conversación.
—¿T-tienes galletas? —susurra tímida la niña.
—Jazmyn, no —el hombre frunce el ceño.
Así que la niña se llama Jazmyn, es un bonito nombre.
Le sonrío a la pequeña y voy rápido hacia la cocina, otra vez. Camino directamente hacia la alacena en donde guardo mi hermosa comida chatarra y tomo un paquete familiar de galletas Oreo.
—Todas tuyas, Jazmyn —le sonrío a Jazmyn, mientras que le entrego el paquete de galletas y me siento en el sofá junto a ella.
Ella me sonríe y abre el paquete de galletas, comenzando a comerlas como si no hubiera un mañana. Es algo feo verla tan desesperada por unas galletas, ver su pelo sucio y duro por la mugre, sus ropas todas rotas que dejan ver su cuerpo desnutrido y cubierto de mugre.
—¿Cuál es su nombre? —le pregunto al hombre.
Sus ojos mieles dejan de mirar a la niña y me miran a mí, se nota a metros que está mal y que está muy débil, demasiado débil.
—Justin, mi nombre es Justin —trata de sonreír, pero sólo logra hacer una mueca.
Estoy dispuesta a seguir preguntándole cosas, por si acaso y para hablar sobre algo, pero mi iPhone comienza a sonar. Pongo los ojos en blanco y lo tomo de encima de la mesa ratona, el identificador de llamadas me indica que es Harry quien me llama.
—Hola —suelto una tos falsa al contestar.
—Stella... ¿Estás bien? Dijiste que hoy llegarías a tiempo —apuesto cualquier cosa a que está frunciendo el ceño.
—No, me siento muy mal —con mi dedo pulgar e indice presiono mi nariz, logrando que mi voz salga distorsionada; como si estuviera resfriada.
—¿Estás resfriada?
—Sí, muy resfriada, estoy que se me caen litros de moco espeso —sigo hablando sin dejar de presionar la nariz con mis dedos. Soy una gran actriz, me merezco el oscar a la mejor actriz. —Pero ya voy para ahí...
—¡No, no y no! ¡No vendrás aquí a donde puedes contagiar a todo el mundo, especialmente a mi! —chilla— Sé que hasta resfriado me veo hermoso, pero no quiero enfermarme, no por esta semana.
—¿Hay algo que no me hayas contado? —finjo toser.
—Luego te cuento, tú sólo quédate en tu casa, tranquila, yo me encargaré de informarle a Louis que te sientes mal. Luego pasaré por tu casa —finaliza la llamada, sin dejar que le responda.
Miro a las dos personas frente a mí y sonrío, con un poco de pena.
Justin está mirando como Jazmyn sigue comiendo sus galletas, mientras que ella está ajena a todo, sólo concentrada en devorar las galletas. Ambos han terminado de tomar el chocolate caliente y ya no están tan pálidos como hace un rato. El estómago de Justin ruge, haciéndonos saber que necesita, y quiere, comida.
—¿Te gusta la lasaña?
—N-no qu-quiero molestar, ya ha hecho suficiente por nosotros, señora —tartamudea, nervioso.
—Aun no estoy casada y soy joven, así que técnicamente soy señorita —sonrío—. Y no es nada la lasaña, anoche he preparado para mi y ha quedado demasiada.
Jazmyn se sienta en su regazo, mientras suelta un bostezo. Justin me mira y asiente, dándome a entender que acepta mi propuesta de darle lasaña.
Termino de servir la lasaña caliente en los platos y sonrío al ver la mesa lista. Pero la sonrisa desaparece cuando vuelvo a la sala y no veo ni a Justin ni a Jazmyn. Por instinto, miro hacia la puerta, está semi abierta.
Se han ido.
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¡Aquí el capítulo! ¡Espero que les guste! xx
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Stay with me → j.b
FanfictionNo copias. No adaptaciones. Idea por: @DaJustxnBody Portada por: @IWillBeOLLG ¡Muchas gracias nena!