Cap. 1

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Mi familia era una de las más antiguas de la aldea, por lo cual, nos respetaban y teníamos voz y voto en la mesa de los ancianos. Mi padre, era muy valiente y era uno de los pocos que se atrevían a entrar al bosque, era un líder innato. Mi madre, siempre ha sido su sombra, una mujer paciente, calmada y serena, uno siempre podía ir a ella en busca de un consejo sabio. Mi hermano mayor, el orgullo de mis padres, un hombre valiente, decidido, que jamás le temblaba la mano, un excelente leñador. Por ultimo estaba yo, se podría decir que soy la oveja negra de la familia, jamás me han gustado las reglas, aunque tenga todas las cualidades de mis padres, no quitaba el hecho que odiaba que ordenaran como debía actuar. Cosa que mi padre admiraba en mí, aunque le causaba más de un problema, a la que le molestaba en demasía, era a mi madre.

-Vittoria, ven aquí-ordeno mi madre.

-¿Qué sucede, madre?-pregunte saltando desde las escaleras.

-una dama no salta de las escaleras-me regaño, simplemente puse los ojos en blanco-anda a buscar a tu hermano para que venga a cenar.

-está en el bosque, ¿cierto?-pregunte algo temerosa, no me agradaba el bosque.

-eres Vittoria Garrett, no debes temerle al bosque, ¿entendió?-pregunto agarrándome del mentón, asentí de mala gana-bien, ahora anda.

Salí de mi casa, poniéndome mi capa roja, que me había regalado mi padre, en mi último cumpleaños, cuando cumplí 15 años. Camine hacia el bosque, siempre le he tenido mucho miedo, sobre todo cuando vi como quedo el cuerpo de un vecino, después de ser atacado por un hombre lobo.

-buenas tarde, señor Carrick-salude al jefe de mi hermano-¿Dónde se encuentra Archer?

-está un poco más internado en el bosque que lo demás-contesto con el ceño levemente fruncido-¿si quieres lo voy a ir a buscar?

Tenía toda la intención de decir que sí, pero recordé las palabras de mi madre, así que me interne en el bosque.

-¡Archer!-grite-¡Archer!

Empecé a escuchar el sonido de un hacha contra madera, acelere mi paso hacia donde venía el sonido. Caminaba y caminaba, pero nunca llegaba donde estaba mi hermano, intente devolverme por donde había venido, pero era peor. No sabía en donde estaba. Simplemente me dedique a caminar, pero no lograba encontrar la salida de bosque. Estaba relativamente calmada, pero al ver la luna en lo alto del cielo nocturno, mis nervios se dispararon al igual que mi respiración.

Ya cansada de tanto caminar, aparte de que me dolía todo el cuerpo, me senté en un árbol caído. Me amarre mi largo cabello rubio con un listón rojo, que llevaba amarrado en la muñeca. De la nada, desde las entrañas del bosque se escuchó un gran aullido, provocando que mis nervios se crisparan. Me levante y comencé a caminar, con cada paso que daba aceleraba más mis pasos, pero estos se detuvieron al ver un lobo gigantesco, de pelaje gris y de dorados ojos. Estaba mirándome fijamente mostrándome sus afilados colmillos. Me paralice al verlo, cada poro de mi ser gritaba de miedo, y no era para menos, ya que no era un lobo común y corriente, sino era un temido hombre lobo. Camino hacia mí, examinándome, andando en círculo alrededor mío.

No sé cuánto estuvo haciendo eso, pero de la nada se detuvo al frente mío, mirándome fijamente a los ojos, cuando todo se volvió oscuridad...

Desperté a la mañana siguiente en la entrada del bosque, con el vestido roto en la espalda, donde sentía un gran ardor. No me podía mover, todo mi cuerpo estaba inmovilizado tanto por el dolor como por el miedo. Después de media hora en posición fetal en el húmedo suelo, mi familia me encontró. Mi madre y mi hermano me pedían disculpas por lo que había pasado y mi padre simplemente me tarareaba una canción de cuna para calmarme. Al llevarme a casa, el doctor de la aldea me examino la espalda, la cual fue marcada con las garras del lobo. Curó mis heridas, pero no pudo evitar que en el futuro estas se volvieran en una desagradable cicatriz. A la semana, todo la aldea supo lo que me había pasado, pero los sucesos estaban algo turbios, ya que desde mi accidente estuve unos días sin pronunciar palabra, pero al recuperar la voz, el líder de la mesa de los ancianos, Kiev Federic, fue a mi casa a interrogarme sobre lo sucedido en el bosque, conté todo tal cual había sucedido, excepto el detalle que mi atacante fuera un hombre lobo, simplemente dije que fue un lobo normal. Kiev no se mostraba muy convencido de mi historia, pero al ver que en ningún momento vacilaba y todo concordaba dejo de molestarme, obteniendo la paz que tanto quería en ese momento.

La paz tan solo se volvió un sueño lejano, no volví a conocerla. Todas las noches estaba inquieta y mis sueños eran borrosos y a veces aterradores, lo cual empeoraba con la luna llena, pero lo que en verdad me inquietaba era mi creciente atracción hacia el bosque, era como si este me llamara. Omití todo aquello a mi familia, no deseaba preocuparlos, así que cada día mostraba una gran sonrisa como si nada pasara, deseaba que aquello fuera cierto.

Mi loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora