Cap. 34

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Jamás en mi vida me he alejado tanto de mi pueblo y no podía negar que eso hacia que un miedo casi primitivo de autoconservación hiciera ruido en mi interior con cada paso que daba lejos del lugar que mi vio nacer y crecer, el lugar que estaba mi familia y mis amigos, un miedo que me hacia querer dar media vuelta y volver por sobre mis pasos, pero algo mas fuerte me hacia seguir el paso hacia las montañas nevadas del norte donde estaba mi manada, no tenia muy claro que era en específico ese sentimiento que me hacía avanzar cada vez más, aun así no me molestaba sino me agradaba porque me da el impulso de seguir en ese bosque que con cada paso que daba se iba haciendo extraño, desconocido. Ya no estaba en mi bosque. Era un mundo nuevo, pero confiaba en lo que me había enseñado Alec para poder movilizarme con confianza en el bosque y en lo que me había enseñado mi hermano para poder defenderme, solo esperaba que eso ultimo no me viera en la necesidad de utilizarlo.

Caminaba casi todo el día y la noche buscaba un lugar semi escondido donde podía hacer una pequeña fogata para poder comer y dormir, por suerte nos encontrábamos en las puertas del verano por lo cual no me moría de frio en la noche, además de que el cielo se mantenía despejado podía de disfrutar de las estrellas mientras de apoco iba cayendo en mis sueños, que mayormente tenían que ver con mi familia o con Alec. Lo extrañaba demasiado, necesitaba llegar con él lo mas pronto posible, me mataba estar tan lejos de él sin saber de su bienestar y de nuestra manada, aunque por nuestra conexión sabia que se encontraba sano, eso no me dejaba tranquila del todo cuando pudiera ver ese extraño y hermoso color violeta de sus ojos, en ese momento recién mi alma iba a poder suspirar tranquila, antes no.

Lo conocía debía estar como animal enjaulado por no tener noticias mías, sobre todo del modo en que nos separamos y esa inquietud no iba a menguar en lo más mínimo cuando llegara la loba con los cachorros con ellos. Solo esperaba que Nael y Nara lo supiera controlar hasta que pudiera llegar con ellos. Bueno, se iba alegrar al saber que mi padre mató a Kiev. Cada vez que pensaba en él me tocaba la cicatriz de mi cara. Suspire. Nunca he sido vanidosa ni nada por el estilo, pero esa cicatriz no era nada linda, era roja, limpia y lisa, pero me ponía nerviosa de la manera que corrompía mi cara, era si algo no encajar del todo, como si no debería estar en ese lugar ni menos tenia que ver con mi carácter, pero no podía hacer nada al respecto. Ese maldito me había dejado un recuerdo permanente. Ojalá se estuviera pudriendo en el infierno junto a su hijo.

Mientras estaba en la celda no tuve cabeza para pensar en lo sucedido con Kiev, aunque sabia que mi padre se iba a encargar perfectamente de eso sin ningún tipo de problema, así que cuando iba con Archer le pregunte del asunto, conociendo a mi padre se lo había dicho a su hijo mayor. Mi hermano me conto que mi padre había dicho que Kiev había intentado matarme en el bosque antes de llevarme a juicio, ya que según él el veredicto estaba más que claro, así que mi padre lo había matado para defenderse, de cierta manera no era del todo mentira, así que el consejo no encontró la necesidad de enjuiciarlo por un acto que fue para defender a alguien de su propia familia, aunque esta fuera una criminal. Aunque sabia que mi padre sabia arreglársela mejor que nadie sentí un enorme alivio cuando mi hermano me conto que aquel acto no le iba a traer más problemas.

Mis días en el bosque se iba alargando mas de lo que hubiera deseado, pero lo único que podía hacer era seguir caminando hasta llegar a mi destino. Llevaba una semana y media caminando. Aun me quedaba algo de la comida que ma había proporcionado mi familia, pero aun así recolectaba un poco de fruta y hierbas comestibles que encontraba por ahí, incluso me subí a un árbol para recolectar un poco de miel de un panal, lo cual no fue del todo buena idea ya que recibí mas de una picadura, por suerte Alec me había enseñado un ungüento para picaduras con hierba y musgo, eso si la miel me sirvió bastante para mantener mi estomago lleno y al igual que mi energía. Siempre que me encontraba un rio o lago me bañaba y me abastecía de agua. Cuando se me acabo la carne seca fue bastante fastidioso, ya que era lo que mas me llenaba. Cerca de cumplir dos semanas en el bosque y darme cuenta de que me encontraba levemente desorientada, tomé la decisión de internarme en un pueblo, pero no tenia nada con que pagar comida y hospedaje, así que me decidí por el trueque. Recolecte mas miel y pesque unos diez salmones bastante grandes, me costo todo un día, pero estaba segura de que bastaría. Antes de entrar al pueblo guarde mi capa en mi bolso, así no ocasionaría ningún tipo de inconveniente, me acerque a la posada.

Mi loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora