Cap. 14

10.6K 892 74
                                    


El amanecer se asomaba por el este, mientras abrazaba a Alec, quien se encontraba desnudo y aun temblando por la reciente transformación a su forma humana. Hay sido muy doloroso a la vista, pero no me moví del lado de Alec.

-Alec-le bese su cabello castaño-. Estoy aquí contigo.

Los temblores se detuvieron y su respiración se estabilizó.

-hueles tan bien-gimoteo restregándose en mí-. Pensé que huirías al ver mi transformación.

-debería haberlo hecho, pero deseo permanecer a tu lado.

-¿aun después de todo lo te hice?-sus extraños ojos violetas mostraron un inmenso miedo y dolor.

Ahí me di cuenta que ante mí, se encontraba aquel niño indefenso y temeroso de 10 años. Ese niño que fue atacado por un lobo, ese niño que nunca más vio a su familia, ese niño que vivió solo en un gigantesco bosque, ese niño que cada luna llena sufría una dolorosa transformación. Ante mí, no estaba el Alec lobo, ni el Alec sin corazón. Ante mí-sudoroso, desnudo, vulnerable-estaba el verdadero Alec. El Alec humano.

Inconscientemente, apreté mi cuerpo hacia el suyo, rodeando su cuello con mis brazos, uniendo nuestros labios. Nuestro primer beso. Un beso lento, calmado, pero colmado por un sinfín de sentimientos.

En menos de un segundo, estaba en su regazo y sus manos se enteraron en mi larga cabellera.

-sí, aun después de lo que me hiciste-susurre sobre sus labios-, quiero permanecer a tu lado.

Una hermosa y genuina sonrisa atravesó su rostro, mientras de apoco me iba desamarrando mi corsé.


Cerré con suma delicadeza la puerta de la casa, rezando internamente para que nadie notara que recién estaba llegando.

-no te preocupes, no hay nadie de tu familia en la casa-solté un chillido, me voltee encontrándome con una sonrisa en el rostro de Nara.

-Nara, casi me mataste de un susto-jadee.

-perdón-dijo reteniendo una risa-, con dije te cubrí por lo cual nadie sospecho que no dormiste en tu cama.

-¿Cómo lo hiciste?-pregunte colgando mi capa en el perchero de la entrada.

-cuando oí que saliste subí a tu habitación, coloque mi capa a la vista y me acosté en tu cama con el cuidado que de que no me viera el cabello.

-no sabes cuánto te lo agradezco-dije soltando un suspiro de alivio.

-no te preocupes, final y al cabo entre miembros de una manada se cubren las espaldas-me guiño un ojo.

Le dedique una sonrisa.

Me senté enfrente de la chimenea, en el camino agarrando alguna fruta para comer.

-supongo que te fue bien con Alec-dijo con una sonrisa sugerente.

-supones bien-suspire-, quiero estar con él.

-te entiendo muy bien-dijo con una sonrisa melancólica-, yo estaba en un situación muy parecida a la tuya.

-lo sé, lo escuche cuando hablabas con Alec.

-mi madre me había comprometido con el hijo del alcalde del pueblo, yo nunca lo ame o di una muestra de afecto hacia él.

-¿Cómo conociste a Nael?-mi curiosidad no aguanto más.

-en mi pueblo se le temía al bosque como aquí, pero como mi padre era leñador me enseñó a no tenerle miedo al bosque, por lo cual iba muy seguido-una sonrisa le ilumino el rostro-. Un día estaba cantando y bailando, cuando de repente un extraño me agarra y acorrala en un árbol. Tenía toda la intensión de defenderme, pero al ver sus ojos quede prendada y no hubo vuelta atrás.

-¿es que no conocen la palabra "delicadeza"?-bufe cruzándome de brazos. Nara se rio de buena gana.

-no es culpa de ellos, solo actúan como lo han tratado-asentí comprendiendo lo que me decía.- Vittoria, ¿Qué vas hacer?

Me tense ante la pregunta. Es verdad tenía un problema muy grande encima.


-hija, no has probado bocado-comento mi madre preocupada a la hora del almuerzo.

-es que no tengo hambre-dije corriendo el plato de mi vista.

-¿Qué sucede, hija?-pregunto Padre con cara de preocupación.

-nada, solo no quiero comer-dije. En verdad tenía un gigantesco nudo en el estómago.

-déjala, Querido, deben ser los nervios-dijo Madre con una sonrisa de compresión- falta muy poco para que se case.

Mi corazón se detuvo por un segundo.

-sí, mamá, es eso-sonreí sutilmente.- con permiso, voy a estirar un poco las piernas.

Deje mi plato en la cocina y salí de la casa, tomando mi capa. A pesar de que no era necesario usarla, no podía andar sin ella. 

Camine sin rumbo por el pueblo, saludando a algunos vecinos, personas que me vieron crecer, personas que siempre han estado en mi vida. Pero no me conocían del todo, no sabían mi secreto y sabía que todo el cariño que me tenían se iba a evaporar al conocerlo. Era una loba, la pareja de un lobo. Cuando se revelara eso iba a perder todo lo que he tenido en mi vida; mi familia, mis amigos, mi pueblo. Iba ser una renegada y el único destino que me esperaba era la horca y mi cuerpo siendo arrojado en un acantilado, ¿era capaz de renunciar a todo por mi lobo? ¿Era capaz de morir por ello? No sabía las respuestas a esas interrogantes.

-¡Vittoria!-escuche, salí de mi mente encontrándome con Joseph.

-hola.

-¿estás bien?-me tomo de la mano, sentí una fuerte corriente, con mucha dificultad no aleje mi mano.

-sí-conteste algo incomoda,-solo no dormí muy bien.

-deben ser los nervios, yo estoy igual-su emoción me sofoco por un instante.-no puedo esperar para qu seas mi esposa, mi mujer.

Su voz me martillaba en la cabeza, quería que parara de hablar, que me soltara y me dejara en paz. Pero me mantuve ahí inmóvil, respondiéndole monótonamente a cada una de sus palabras.

-Vittoria-mi capa fue jalada levemente, baje la mirada encontrándome con los ojos esmeraldas de Garrick.

-niño, suéltala-gruño Joseph, casi empujando a Garrick.

-hey, ¿Qué te pasa?-yo si empuje a Joseph. –es solo un niño.

-el niño de un monstruo, por lo cual también un monstruo.

-no digas eso de Garrick-grite enojada poniéndome entre Garrick y Joseph.

-es un lobo, igual que su padre-grito-debería morir.

Sin darme cuenta mi palma impacto con la mejilla de Joseph, su mirada de sorpresa era evidente.

-no vuelvas a decir eso-tome a Garrick en brazos,-un niño no tiene la culpa de las acciones de sus padres.

Camine rápidamente hacia el bosque, sin poner atención a lo que los demás decían a mí alrededor. Ya en el refugio del bosque deje a Garrick en el suelo. Sus ojos esmeraldas estaban cristalinos.

-no llores, Lobito-le seque sus lágrimas.

-él dijo cosas muy feas-sollozaba.

-no le hagas casos-le sonreí,- la única opinión que vale es la de tus padres y de Alec.

-¿y la tuya?

-la mía también, soy una loba-dije con firmeza,- una de tu manada.

-¿verdad?

-verdad-le acaricie su azabache cabello.- te voy a proteger de todos, Lobito.

Me abrazo con mucha fuerza.

Ahora tenía una nueva familia.


Mi loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora