Cap. 6

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Al día siguiente, al llegar donde se encontraba Alec, quede sorprendida. Estaba rodeando de animales de todas clases, desde pequeñas aves hasta un oso había. Estuve a punto de salir huyendo.

-¿te gustan mis amigos?-pregunto sonriente.

-¿Qué... qué significa esto?-pregunte aun en shock.

-he tomado una decisión-anunció.

-matarme del susto.

-tengo otro método para hacer aquello-dijo mirándome fijamente-y no, no es eso.

-entonces, ¿Qué decisión tomaste?

-he decidido a quitarte tu miedo al bosque.

-¿para qué?

-para que no parezcas tonta cada vez que gritas al ver que algo se mueve cerca de ti.

-touche.

Toda la mañana me enseñó cómo comportarme con los animales, sobre todo con los más grandes como los osos, también ver las señales que me indicaba la posición de un animal y como acércame a ellos sin que estos salieran huyendo.

-de a poco, sin alterarte-susurro a mi oído cuando guiaba mi mano al lomo de un ciervo.- ¿ves? No es tan difícil-dijo al ver mi mano completamente apoyada en el lomo del animal.

-su pelaje es muy suave-susurre acariciándole pausadamente y con delicadeza. –puedo sentir sus latidos, eso es genial.

-sabía que te gustaría.

-ellos no te lastiman.

-eso es porque yo no los lastimo, a menos que sea para comer-dijo-tengo que cazar como dos veces al mes para poder alimentarme o sino pesco.

-pero ellos aun así te respetan-susurre sorprendida.

-porque mato para sobrevivir, al igual que ellos-dijo acariciando la cabeza de un conejo, -sino fuera porque debo hacerlo para sobrevivir, jamás mataría a un animal.

-pero si a un humano.

-eso es distinto-frunció el ceño.

-¿Por qué es distinto? ¿Cuál es la diferencia?-mi tono de voz se alzó más de lo querido.

-que los humanos dañan por deporte, matan animales por deporte y luego ponen sus cabezas en la paredes como trofeo sin importar que ese animal tenia cachorros que cuidar o que otros animales que dependían de él. Por eso yo cazó siempre al más viejo, porque sé que no tiene cachorros que alimentar y nadie depende de él.

-deberías pensar lo mismo cuando matas a un humano-le grite.

-baja el tono-grito de vuelta-a los únicos humanos que he matado son aquellos que entran para dañar. Nunca he dañado a los leñadores y los cazadores que luego venden lo que obtienen, porque sé que es una necesidad, pero no perdono a las personas que dañan a la naturaleza porque les pega la gana, te digo cuantas personas entran al bosque pensando que pueden hacer lo que quieran, como utilizar a un ave de tiro al blanco o torturan a un ciervo porque les parece entretenido, entre otras cosas peores. Créeme cuando que digo que son más de los que imaginas.

-pero eso no te da el derecho de matarlo-dije algo pasmada por lo que había dicho.

-al igual que ellos no tienen derecho de hacer lo que hicieron-dijo entre dientes acercándose a mí.

-eres un monstruo-le grite en la cara-por eso te odio.

-qué bueno que te des cuenta de lo que soy-dijo mirándome a los ojos-mejor aún que me odies-gruño desgarrándome el corsé.

-¿Qué haces?-exclame asustada, intentando que se alejara de mí.

-te voy a demostrar el monstruo que puedo llegar a ser-sus ojos estaban inexpresivos y los míos reflejaban profundo miedo.

-por fin llegas-dijo mamá desde la cocina, al verme cruzar la puerta.

-me entretuve con algo-dije acomodándome mi capucha y la capa para que no me vieran como iba.

-la comida estará en unos minutos-dijo.

-no tengo hambre, mamá-dije subiendo a mi habitación-tengo algo de dolor estomacal.

-¿quieres algo?-pude detectar su tono de preocupación.

-no, solo quiero dormir.

Me encerré en mi habitación, donde me eche en mi cama a llorar sin cesar con la almohada amortiguando mi llanto. Cuando me percate que ya era de noche, con sumo cuidado me levante de la cama y comencé a sacarme la ropa, la cual estaba inservible, a excepción de la capa. Me mire en el espejo, lo que vi me hizo llorar aún más. Todo mi cuerpo tenia moretones, rasmillones y mordidas, por suerte en el rostro solo tenía el labio roto por un golpe. Me coloque un camisón de dormir, me recosté con cuidado, me dolía todo el cuerpo. Me gire, me quede mirando el cielo nocturno iluminado por la luna cuarta menguante, que dejaba ver la ventana abierta.

-Alec-susurre antes de caer profundamente dormida.



Mi loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora