Capitulo ocho.

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"Curiosdad"

La tome del brazo sin ninguna delicadeza, como si fuera una muñeca de trapo y la coloque en mi espalda. Ella era tan liviana, y cuando la veías desde cierto punto pareciera que se fuese a romper, sus facciones eran tan delicadas que realmente parecía una muñeca.

–No creas que te quiero ayudar, sólo quiero llegar hoy a la cabaña.–Dije en tono bajo.

Listo, deje las cosas claras.

–Gracias.–Dijo susurrando en mi oído.

Me estremecí.

Gire mi cabeza para encontrarme con su cara. Ella estaba sonriendo y tenía una expresión muy linda en su cara, parecía feliz.

No, no...

Me límite a subir la montaña, al llegar a la cima se podía apreciar la cabaña a lo lejos.

La sostuve bien por sus pequeños muslos y corrí montaña abajo. Al llegar a la cabaña abrí la puerta de una patada sin soltarla.

–Oye, sueltame.–Dijo moviéndose de un lado a otro.

No la escuche, simplemente entre y la lancé al sofá.

–¿Q-qué vas a hacerme?.–Dijo inocentemente.

Che, niñas...

–Nada, muñeca.–Dije subiendo las escaleras de la cabaña dejándola sola en el sofá.

¿Que estoy haciendo?

Eh visto chicas buenisismas, mejores que ella. ¿Por que me pongo nervioso?

*Alma POV*

Cuando me lanzó al sofá realmente pensé que iba a violarme o algo así.

Vaya cosas...

Suspire y me levante del sofá, que estaba viejo y descuidado.

Como toda la cabaña.

Sólo había un sofá en el salón, al fondo parecía haber una pequeña cocina, donde sólo había un refrigerador viejo y oxidado.

La cabaña no estaba tan mal, pero estaba bastante sucia.

En una esquina habían unas escaleras que guiaban a lo que supongo que es un segundo piso.

Di un delicado paso atrás.

–¿Jeff?–Dije en voz alta.

No escuche una respuesta.

Iré arriba...

Quiero ir arriba...

La curiosidad mató al gato.

Necesitó ir arriba.

–El gato murió sabiendo–Dije para mi misma con una pequeña sonrisa en mis labios.

A pasos lentos y precisos subí la escalera. Escalón por escalón.

1...
2...
3...
4...

Mientras me iba acercando a mi destino podía escuchar claramente el "TIC TAC" de un viejo reloj.

Ya había llegado al último escalón, casi estaba arriba, ya nadie me detendría.

–¿A donde vas?–Lo escuche decir detrás de mi.

Hable demasiado rápido.

Un amor entre psicopatas (Jeff The Killer) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora