Capítulo 5.

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[Han]

Mi decisión había sido darle su espacio, que si él me quería, que él me buscase, no ser tan pesado como había sido hasta ahora. Dejarle ser él mismo, que hiciera su concurso él y no dejarse influenciar por los demás. En esos días me di cuenta de que realmente, Aritz estaba solo, yo podía ir con Sofía, con Suso, con Amanda, sin problema, pero él sin embargo y pese a no tener malos rollos con nadie, se quedaba solo o, como mucho, con Marina. Que la verdad ella se le acercaba demasiado. Creo que uno de mis mayores errores fue tomar esa decisión; le dejé demasiada libertad y Marina la aprovechó para llevarlo a su terreno. Aisló a Aritz de todos, de alguna manera y yo cada vez que me acercaba, recibía una mala mirada por su parte. Aún así, Aritz y yo seguíamos durmiendo juntos, y aunque parecía que nada había cambiado, por el día, éramos, en parte, como dos desconocidos.

Lo que más me dolía de todo era comprobar que yo no era el único que se daba cuenta de eso. En una conversación con Sofía, me comentó que tal vez lo mejor para nosotros dos era una hora sin cámaras. Yo ya lo había pensado incluso a la segunda semana de conocerlo, pero tenía la impresión de que, pese a ser sin cámaras, los micros los tendríamos igual, por lo que eso no solucionaría nada, ya que la conversación se oiría igual. 

Una noche, estábamos los dos solos en la cama ya que los demás estaban de fiesta por toda la casa, y él estaba un poco cansado, por lo que se tumbó antes. Me acerqué a él, verlo dormir era increíble: transmitía tanta paz y serenidad que me pasaría así horas. Me tumbé a su lado y me quedé observándolo, creo que él se dio cuenta porque estiró su brazo y me acercó a él. Aún con el sombrero sobre su cara, tapándosela para no ver la luz me susurró algo: "Ya te echaba de menos, pitxín; estos días te has escapado mucho de mí, eh". 

-Qué va, no me he escapado, he estado ocupado...-pensé rápidamente, acariciando su cuello.

-No digas tonterías, aquí no tenemos más ocupación que la de vivir la experiencia-suspiró, quitando el sombrero de su cara y dejándome ver sus ojos-¿me vas a decir qué te ha pasado estos días o qué  te pasa conmigo?-preguntó, sin apartar la vista de mí.

-No me pasa nada, es sólo que quería darte tu espacio, creo que estoy condicionando tu concurso...y no me gusta pensar que, no sé, al salir de aquí la gente sólo te recuerde por "El que aguantó al pesado del chino" o cosas así...-confesé.

-Pero, Han, ¿no te das cuenta de que el concurso que estoy haciendo es el que quiero hacer?-me miró-si quisiera estar más tiempo con otra gente lo estaría, sabes que hago las cosas como quiero, ¿o no?-preguntó-cuando quiero estar solo lo estoy, y cuando quiero que no me des abrazos o así, te lo digo, ¿verdad?-asentí-pues entonces deja de preocuparte de si tienes que estar conmigo o no; yo te quiero a mi lado, ¿vale? Ahora, si no quieres estar tú, es tu decisión, no puedo obligarte, pero si es por mí, por favor, déjame tomar mis decisiones-pidió.

-Está bien, lo siento...-agaché la cabeza y me acercó más a él.

-Ay, cara pan-me abrazó con fuerza-no deberías pensar tanto en esas cosas-dijo besando mi cabeza.

-Supongo que no...-lo miré-oye Aritz...-empecé y él, mirándome, me invitó a continuar mi frase-¿podrías decirme algo bonito?-pedí.

-¿Qué? ¿Qué dices?-rió-¿Ahora? ¿Así sin más?-asentí y tras unos segundos pensado, entrelazó sus dedos con los míos y se animó a hablar-eres la única persona que me da fuerzas en esta casa, fuerzas para luchar por seguir cada día intentando conseguir ese maletín, el que ha hecho que, en parte, consiga encontrarme a mí mismo; hace mucho tiempo que, cuando sonreía, mis ojos no lo hacían aún así, eso me decía la gente y ahora...creo que nunca he reído tanto con nadie, nunca he estado tantas horas seguidas preocupado por alguien, por cuidar de alguien, temiendo necesitarte tanto como te necesito...-se mordió el labio.

-Aritz...-el negó con la cabeza.

-No digas nada, ¿vale?-acercó mi cabeza a su pecho y así nos quedamos, yo oyendo los latidos de su corazón, que comenzaron rápidamente, sin parar, a cien por hora, hasta ir poco a poco disminuyendo su velocidad hasta quedar a un ritmo normal, con mi mano tocando su torso y medio dormido, decidí decirle algo más.

-Razones para sonreír, en esta vida no tengo muchas, sabes que lo he pasado mal y no quiero hablar de ello para no dar pena, pero...pero personas, personas por las que sonreír cada día tengo bastantes, aquí he conocido a muchas que me acompañarán durante muchos años porque hemos compartido algo que no han compartido ni la mitad de la gente que hay en el mundo, ¿pero sabes? Una de esas personas, y la principal, eres tú, por todo lo que me has dicho antes y más, porque todo eso que tú sientes, lo siento yo, pero duplicado o triplicado y...-me callé pero decidí hablar-y que puede que tú no creas en estas cosas o no quieras ni oír hablar de ellas pero sí, es cierto, te quiero, me da igual si piensas que en un mes no se puede querer a la gente, tal vez tú no puedas, pero yo sí-aclaré-y lo hice casi desde el segundo en que me hablaste, por muy irreal o fantástico que eso parezca-suspiré.

-Han...-susurró medio dormido.

-Dime...

-Te qui...

-¿Qué?

-Te quiero...

Creo que lo escuché bien, y aunque no fuera así me quedaría con ese recuerdo; ambos estábamos muy cansados, había sido un día muy agotador con las pruebas y demás y aún encima, los otros seguían de fiesta. Necesitábamos un descanso nosotros dos y lo tuvimos al quedarnos dormidos tras todas esas confesiones.

Cosa De Dos [HanAritz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora