Capítulo 34.

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[Aritz]

Me quedé helado ante sus últimas palabras antes de adentrarse de nuevo en su habitación. ¿Qué había sido eso? Algo me decía que era posible que estuviese recordando cosas o que no las tuviese del todo olvidadas, pero no podía ser. Había cosas que no cuadraban. Iba a beber agua pero me decidí por algo más fuerte para intentar despertarme y me dirigí a buscar a Amanda, que estaba dormida aunque a Han le dijese lo contrario. Me dio pena despertarla, por lo que cogí mis cosas y salí de allí, necesitaba despejarme.

Caminaba sin mirar atrás, a dónde mis pasos llevasen. Diría que mi plan era perderme por Granada pero, ¿cómo perderme por un sitio al que tantas veces había ido con él? Habíamos visitado los lugares más difíciles de imaginar en cualquier mente humana. Podría enumerar cada uno de los rincones en los que nos habíamos besado en esa ciudad. Era imposible olvidarlo todo sin más, y por desgracia él sí lo había hecho. Recibí una llamada y, aunque no tenía muchas ganas de hablar, al ver quién era, decidí contestar:

-Ya me he enterado, ¿cómo estás?-dijo una voz femenina al otro lado.

-Como puedo...no me recuerda, soy sólo su médico...-suspiré.

-¿Su...médico? Aritz, ¿qué has hecho?-preguntó, confusa.

Le conté todo lo ocurrido entre ayer y hoy, el plan y lo que Han me había dicho minutos antes. Sabía, porque la conocía muy bien, que estaría alucinando por todos los acontecimientos.

-¿Qué piensas que estás tan callada?-pregunté.

-Intento encontrar la manera de ayudarte, pero no...es que sólo se me ocurre una pero...nada, olvídalo-suspiró.

-No, dime, por favor-pedí.

-El problema sería Pau-pensó detenidamente-si él no te recuerda, si él ahora no está enamorado de ti...tendrás que hacer que se enamore de nuevo, ¿no?-alcé una ceja al oírla.

-Tú lo has dicho antes, el problema es Pau, Han está enamorado de él...-me mordí el labio desesperado.

-O no, eso es lo que cree, por mucho que la memoria olvide algunas cosas, siempre quedan en el corazón-comentó-tú mismo notaste eses gestos contigo, ¿no?-asentí, aunque sabía que no podía verme.

-No sé qué hacer ya, Roci...-suspiré, una vez más esa noche.

-Voy a decirte algo, que sé que te hará sonreír: la dopamina, sí, lo que Han tiene tatuado, contribuye a anclar los recuerdos en el cerebro de manera permanente-murmuró.

-¿Qué dices?-reí, levemente-ahora el estar enamorado y toda esa mierda va a tener que ver con la memoria y todo-estaba alucinando.

-Se podría decir que mejora las posibilidades de supervivencia del contenido de la memoria-comentó-pero tal vez sus niveles de dopamina estén bajos-sabía que estaba haciendo una mueca, la conocía bien.

-¿Cómo sabes todo esto?-me interesé.

-Hice una investigación sobre eso hace algunos años-dijo-tiene que ver con la memoria a corto plazo, es decir, con la manera que el cerebro almacena esos recuerdos: si la dopamina está disponible para las sinapsis, o terminaciones nerviosas, recién formadas, se puede estabilizar durante un largo período de tiempo el recuerdo-comentó.

-Entonces, ¿me estás diciendo que tengo que darle dopamina?-no entendía nada.

-No, Aritz-rió-simplemente te lo he comentado; el darle la dopamina, o, en su defecto, su predecesor que es levodopa, sólo haría que recordase algo aprendido en el momento, pero de la manera aprendida, no como recuerdo-explicó-mira, no pienses en eso, sólo te lo dije, por la casualidad de la conexión entre la dopamina y la memoria-ahora comenzaba a entenderla.

Cosa De Dos [HanAritz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora