Capítulo 9.

896 21 2
                                    

[Aritz]

¿Sabes ese momento en el que todo a tu alrededor parece comenzar a derrumbarse? ¿Que no sabes qué camino tomar o lo que será mejor para ti? Eso me sucedió aquel día. Hacía tiempo que me sentía confuso, sabía que algo no iba bien conmigo. Empezaba a notarme extraño conmigo mismo y de cara a Han o de cara a los demás. Sentía que no estaba viviendo la experiencia que pensaba vivir, que no estaba disfrutando como creía, que no estaba siendo yo mismo. O tal vez nunca hasta ahora había sido yo mismo.

Me sentía muy agusto con Han, sus besos, sus abrazos, era algo que no entendía porqué me pasaba, pero era así. Necesitaba aclararme ya que en mi cabeza tenía un cacao mental pero quería ir despacio; todo esto empezaba a ser nuevo para mí y no quería sentirme incómodo o fastidiarlo. Han parecía entenderlo, pero también estaba como desesperado, tal vez el hecho de haberse visto correspondido, en parte, le volvió más loco de lo que estaba.

Esa noche, tras la fiesta, se pasó. Empezó a tocar donde no debía y yo me sentí incómodo, nervioso y muy mal. No sabía cómo reaccionar, pero sí sabía que era algo que no debía de haber hecho. No me importaba cuando estábamos despiertos, pero es que esa vez yo estaba dormido y no sabía ni lo que hacía. Y eso me pareció de muy mal gusto. Necesité ir a hablar con la psicóloga y todo. Necesitaba espacio. Necesitaba irme de allí.

La psicóloga me tranquilizó, pero sus argumentos no me convencieron. Dijo que debía darme cuenta de que tras los juegos que nos traíamos Han y yo, esto era lo de menos después de todo, pero a mí no me gustó oír eso. Realmente no me ayudó con sus palabras. Ese día apenas lo miré ni le dirigí la palabra. No nos sentamos juntos para comer, era todo muy frío. Teníamos la mirada perdida ambos. Pareciera que no nos conocíamos de nada. Durante dos largos y duros días fuimos dos desconocidos que convivían en la misma casa sin apenas dirigirse la palabra. Todos nuestros compañeros se percataron de la situación y, aunque quisieron enterarse, ninguno de los dos habló.

-¿Pero qué os ha pasado?-se interesó Marina.

-Nada, simplemente él ha hecho una cosa que a mí no me ha gustado nada, me ha faltado al respeto-comenté, sin dar mucho detalle-es una cosa nuestra, Marina, no te metas-pedí.

-Cómo quieras...-suspiró-¿Sabes que me besó en la fiesta el otro día?-dijo-bueno, a mí y a Marta...-la interrumpí.

-Sois sus amigas y él es gay, ¿qué te esperas?-reí, casi si ganas, pero sin darle importancia-los besos de las chicas con sus amigos gays son lo más normal del mundo-rodé los ojos.

-...A Vera también lo besó...-soltó, como una pulla, como una bala clavándose en mi corazón-prácticamente se comieron la boca diría yo-ella se rió, como maliciosamente, parecía que mi sufrimiento la hiciera feliz.

-No me importa, él y yo no somos nada, puede hacer lo que quiera con su vida, sus labios y darle besos a quien le de la gana-dije, aún sin creérmelo yo muy bien, ¿qué no me importaba? Por favor...

Justo en ese instante fue cuando ambos pasaron por delante de nosotros, hablando alegremente y riendo sin parar. No sé de qué hablarían pero sentí una rabia por dentro que nunca antes había sentido. ¿De qué iba el Vera estando con MI marido? Apreté los puños y los dientes con fuerza. Temía por mis propios impulsos pero intenté controlarme.

-Anda mira...la parejita feliz, los inseparables-dije, con sarcasmo a Marina, mirando a los otros dos de reojo.

-Vete a la mierda, Aritz-soltó Han.

-No, vete a la mierda tú, ¿de qué vas, tío?-me levanté del suelo, en donde estaba sentado y me enfrenté a él.

-¿De qué voy de qué? ¿Qué coño te pasa?-preguntó.

Cosa De Dos [HanAritz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora