Capítulo 8.

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[Han]
Creo que cada vez estábamos más unidos. De vez en cuando peleabamos, como es normal pero lo gracioso es que todos callaban. Por una parte era como si fuéramos los protagonistas del concurso. Todos nos observaban esperando nuestros próximos movimientos y en cada palabra mala que nos decían no dejaban de mirarnos sin interferir en nuestras disputas. Lo nuestro era una relación complicada. Creo que puedo decir que, como dice mi querido amigo: "no hay que poner etiquetas". Ya que no se puede definir esto. A veces dolían algunas palabras porque sabía que realmente así las sentía y eso me mataba pero poco a poco, sus desprecios dejaban de herirme y hacerme sufrir. Me había acostumbrado de alguna manera a eso y tenerlo a las dos horas en el baño, comiéndonos a besos.

Una de las cosas que me enamoró de Aritz desde el primer momento era como me trataba cuando dormía. Siempre con mimo. Él pensaba que muchas de esas veces yo estaba dormido pero no era así. Notaba su olor a centímetros de mí y no podía seguir durmiendo sin perderme sus siguientes actos. Cuando yo me acostaba antes que él o él se levantaba más temprano que yo, siempre se quedaba unos minutos observándome dormir y con cuidado, me tapaba, para que ninguna parte de mi cuerpo pasase frío ya que sabía que yo era bastante friolero. Luego se agachaba y acariciandome el pelo con cautela, me daba suaves besos por toda la cara. Pequeños detalles que hacían que fuera él. Él y nadie más. Era imposible que pudiera venir otro mejor. Sabía que nunca podría querer a nadie como a él.

Recuerdo una de las peleas que más me dolió. Me hice el fuerte todo lo que pude hasta que terminé en ese rinconcito del baño que tan especial era para ambos. Empezó un día a causa de una salsa y terminó al día siguiente por unas selfies y demás. No quiero recordarlo, la verdad. Parecía el final. Aritz estaba descontrolado. Nunca lo había visto de esa manera.

-No quiero que vuelvas a dormir conmigo, se acabó, todo; y quito tu foto, tu nombre y todo-gritaba él.

Recuerdo que yo no dejaba de gritar cosas sin sentido poniéndome, tal vez, de víctima.

-Ay, qué difícil es ser superficial...-dije, tras oírle decir que solo me importaban mi imagen y las selfies.

-Eres un gilipollas, gilipollas, gilipollas, gilipollas-repitió varias veces, haciéndome el corte de mangas. Y ahí finalizó todo.

Aguanté varios minutos como si nada. Estuve en la cocina con él, entre otros, sin dirigirnos la palabra. Todos estaban callados. Esperando que alguno de nosotros diera un paso. Paso que no daba llegado por su parte y yo no diría nada. Él se había pasado con sus palabras. Me había herido realmente. Intenté olvidarme de todo sacándome fotos con todos. Él decía que solo tenía fotos mías, pues ahora tendría con todos. Y a él no le pediría esa noche. A los minutos de verme sacándome fotos, se marchó, con algunos aires, diría yo.

-¿No pensáis hablar las cosas?-preguntó Marina.

-No hay nada que hablar, no te metas, por favor-suspiré, sacándome una foto con ella y dirigiéndome al baño, sin ni siquiera pensar que él podría estar allí.

Lo encontré pensativo, apoyado en el armario donde guardabamos las toallas.

-No sabía que estabas aquí...ya me voy-anuncié.

-No, pasa, si yo ya acabé...-suspiró frotándose los ojos; yo sólo asentí y cuando se iba a ir le frené.

-¿De verdad, Aritz? ¿Por una salsa y unas selfies?-pregunté, estaba dolido por todo lo que me había dicho pero no me podía permitir el perderlo.

-No es solo la salsa o las selfies, Han...y deberías saberlo-dijo en un susurro-esto se tiene que acabar, no podemos estar cada dos por tres igual...y yo tengo a alguien fuera-dijo.

-Y dale con que tienes a alguien fuera-rodé los ojos.

-Que es verdad joder y me importa mucho-confesó.

-¿También te importaba cuando me besabas, cuando me buscabas? Ahí también tenías a alguien fuera...y aún así actuaste así que no me vengas con esas, que esto no pasa si uno no quiere-aclaré.

-Han...no puede ser...

-¿Por qué no?-dije, acercándome a él, lentamente, sin dejar de mirar sus labios, poniéndole nervioso.

-Po...porque no...

-¿Estás nervioso?

-¿Qué voy a estar yo nervioso? No digas tonterías-dijo, rápidamente.

-Entonces...-dije rozando sus labios con los míos-me vas a decir...-sentía la necesidad de besarle, pero quería esperar-que esto se tiene que acabar...-seguía jugando con sus labios-de verdad...?-insistí.

-Claro...debe...debe acabar-tartamudeó.

-Entonces habrá que despedirse bien, ¿no?-sonreí, pícaramente y me atreví a besarlo y para mi sorpresa, él me lo siguió.

Llevaba una camisa ese día, cuyos botones fui desabrochando sin que él me interrumpiese. Parecía que tenía muchas ganas de explorar mi boca puesto que no dejaba de besarme. Una vez llegué al final de la camisa, se la fui quitando poco a poco, acariciándole los hombros con mucho mimo. Y repartiendo besos por su cuello mientras él parecía suspirar de placer.

-Pa...para-pidió y obedecí.

-Lo siento-me disculpé, algo avergonzado.

-No es nada...-se rascó la nuca, nervioso-será mejor que vayamos ya o se pensarán cosas...-pensó.

-Ve tú primero, será lo mejor-aseguré.

-Está bien...-murmuró y cuando iba a salir, se giró nuevamente para coger mi cara entre sus manos y besarme una vez más-deberíamos despedirnos así más a menudo-me guiñó el ojo y ya sentía como mi corazón, roto horas antes, volvía a recomponerse, más fuerte que nunca.

Volvimos a la carga en la cocina, intentando disimular hasta que, haciéndome una foto con Raquel. Él se metió. Y ahí ya estábamos bien. Sacándonos fotos. Sonriendo. Compartiendo momentos. Arreglábamos las cosas sin apenas darnos cuenta y, pese a todos sus insultos y amenazas, él me dijo que fuera a la cama a hacerle compañía. Él lo deseaba tanto como yo. Bajo las sábanas y sin mucho movimiento ni ruido, cuando se apagaron las luces, empezó la función de nuevo entre besos y caricias. Él de vez en cuando debía reírse o soltar algo como "no vayas por ahí.. " ya que sabíamos que estábamos siendo observados por toda España y no era lo conveniente ni para nuestra familia ni para nosotros.

Pero hay cosas que no se pueden evitar. Ambos teníamos una enorme atracción el uno por el otro, solo que yo no podía ocultarlo tan bien como él y es que cuando quieres a alguien aguantas lo que sea por unos minutos a su lado. Y yo sabía muy bien lo que sentía por él. El cosquilleo que recorría mi cuerpo con cada abrazo. El vello de punta cada vez que me susurraba al oído. La sonrisa que se me formaba entre cada beso. Pequeñas cosas, pequeños detalles que sólo él conseguía. Y es que él, él era mi persona especial.

Cosa De Dos [HanAritz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora