Capítulo 7.

886 24 6
                                    

Esa noche soñé con él, con sus caricias y sus besos por todo mi cuerpo. El cariño que nos teníamos y los mimos que nos dábamos era algo perfectamente normal en nosotros desde que nos conocimos en la casa. Yo me había dado cuenta de que nuestra relación había ido mejorando desde el minuto uno, y con mejorando, en ocasiones me refería a evolucionando, y no sabía hasta qué punto. Todos en la casa se habían dado cuenta de ello y seguramente los de fuera vivirían al minuto nuestra historia pero yo, sin embargo, hasta anoche tras la pelea, con la necesidad del beso, no me di cuenta de cuánto había evolucionado hasta el punto de necesitarlo así.

Una parte de mí decía que debía de parar esa locura pero sin embargo, otra insistía en seguir adelante y vivir esta experiencia al máximo; ya que no sólo la casa y su convivencia eran mi aventura. Sin haberme dado cuenta me había sumergido en un viaje sin retorno al mundo de Han.

Fui de los que más tarde se levantó en la casa pero aún así, él seguía dormido y, ya queda menos no había nadie más en la habitación, me acerque a taparlo bien. Siempre había tenido que necesidad de cuidarlo y mimarlo al máximo pero me le preocupaba el haber sobrepasado los límites.

-Buenos días-dijo, despertándose al notar mi mano acariciando su pelo.

-¿Buenos días? Yo diría más bien que es por la tarde ya, que eres más dormilón y no naces-comenté.

-Para lo que hay que hacer...-musitó.

-Pues creo que nos esperan para desayunar o comer o lo que quieran hacer a estas horas; ya sabes que sin nosotros en la cocina no viven-reí.

-¡Qué les den!-rió él, girándose en la cama e intentando seguir durmiendo.

-Eh, oye, no te duermas, mírame-pedí, pero hizo caso omiso de mis palabras por lo que opté por la opción que más le gusta a él y me subí a la cama, poniéndome sobre él-¿te vas a levantar?-pregunté y al negar con la cabeza, comencé a hacerle cosquillas y él no dejó de gritar y patalear hasta tal punto que incluso Marina y Marta se acercaron a ver qué ocurría.

-¿Pero vosotros dos no os odiabais?-se interesó Marina.

-Que va, mi marido y yo nos queremos demasiado para odiarnos-rió Han.

-Si tú lo dices-rodé los ojos y me tiró a la cama para sentarse en ella.

-De verdad que quien os entienda, que os compre-salió Marta de la habitación seguida de Marina.

-Oye Aritz...-dijo en un momento-sobre lo de anoche...-lo interrumpí.

-Déjalo, Han, somos amigos, y eso no debe cambiar; un error lo tiene cualquiera...-comenté.

-Ah-se quedó callado durante un rato-vale-se levantó de la cama y hasta casi la noche no volvió a ser el Han de siempre.

Me preocupaba haber dicho algo incoveniente, pero no sabía el qué. Tenía la mirada perdida, apenas atendía la comida cuando estábamos cocinando y no oía lo que le decía hasta cinco minutos después. Terminamos de comer sobre las seis de la tarde y fue entonces cuando decidí que debíamos hablar; me dolía verlo así y no saber por qué, estaba seguro de que era por mi culpa pero no caía en lo que había hecho mal...

-Vamos a hablar, Han-pedí.

-No tengo ganas-respondió entre suspiros.

-Me da igual, vamos a hablar-lo cogí de la mano y lo senté en el sofá, quedándonos solos ya que todos los demás estaban en el jardín o haciendo ejercicio, como siempre.

-¿Qué quieres?-suspiró nuevamente.

-Sabes qué te ocurre-me interesé.

-No me pasa nada-respondió tajante.

-Han...se que es por mí, ¿quieres ser sincero, por favor?-pregunté.

-¿Acaso tú lo eres? ¿Acaso me dices la verdad de lo que sientes o te escudas en un "sólo somos amigos" mientras así aprovechas para que nos demos mimos y nos toquemos todo cuanto queramos sin que te comprometas?-soltó de pronto-Aritz, estoy cansado de siempre lo mismo, ¿sabes? Tú sabes lo que siento por ti y sin embargo yo no sé nada, me confundes con tu comportamiento y la verdad, que ya me estoy desencantando de ti...y no sé si es bueno o malo-suspiró, con los ojos llorosos-además, ¿cómo quieres que esté? En la habitación prácticamente me dijiste que fui un error-finalizó.

Me quedé mudo, no sabía qué decir, me había calado, había tocado lo más profundo de mi corazón, ¿y para qué? Si él tenía un lío en la cabeza, yo tenía las lucecitas de navidad todas enrolladas. Necesitaba aclararme, ¿pero cómo explicárselo? Cogí su mano, él se dejó para mi sorpresa y no dejé de acariciarla en ningún momento mientras buscaba las palabras adecuadas para contestarle.

-Sabes que no me refería a ti con lo de error-comencé.

-Bueno, a nuestro beso, al beso, a MI beso...es lo mismo-me miró a los ojos.

-Si ya sabes lo que hay, ¿por qué quieres que te lo diga directamente?-pregunté.

-Precisamente por eso, porque NO sé lo que hay; tú a cada rato me insistes para que te diga una y otra vez lo que siento por ti como si no lo supieras y sin embargo yo no sé nada de lo que tú sientes, siempre dices que sólo amigos y sólo amigos y que quieres a tu llave...-calló durante un momento que pareció eterno-¿pero entonces por qué eres así conmigo? No con todos los amigos serás igual, digo yo...eso es que hay algo más-se mordió el labio.

-Y lo hay, pero eso tú ya lo sabes y no creo que haya necesidad de decírtelo...-susurré.

-Ya, claro-rodó los ojos.

-Oye, pitxín...-susurré, casi no pudo oírme, pero ya sabía lo que le decía perfectamente.

-Aquí no, Aritz...-pidió.

Estábamos en el salón y todas las cámaras nos enfocaban, y fue en ese momento cuando Han tuvo la idea de volver a ser como niños. Cogió un trozo de papel y empezamos a mandarnos notitas. No hacían falta las palabras, nos comunicabamos como adolescentes enamorados que no podían dejar de hablar en clase por más que la profesora les riñera. Me explicó que gracias a Quique conocía un lugar de la casa, aparte de un punto apartado de las duchas donde era ciego para las cámaras, no podían ver nada, por lo que iríamos ahí a hablar, de alguna manera taparíamos los micros y, usando el agua, no se oiría nada.

Nos dirigimos hacia el baño y nos situamos en ese punto ciego. Estaba nervioso, ¿qué decirle? A veces sobraban las palabras...y creía que ese era el momento.

-Bien, aquí estamos-dijo, tras abrir el agua del grifo y poner el micro hacia atrás, por su espalda para que apenas se oyese-ya puedes habl...-le interrumpí con un beso intenso y apasionado.

Él sabía perfectamente lo que sentía, y con ese beso ya se lo estaba demostrando. Me daba miedo seguir adelante, pero...si no lo hacía, me arrepentiría toda la vida. Puede que la persona de la calle me estuviera esperando, pero también puede que no. Puede que nunca quisiera a nadie como a esa persona pero...¿qué cojones? Estaba en Gran Hermano y Han estaba conmigo, estábamos viviendo esta experiencia juntos y no querría perderlo por nada del mundo. Lo que estaba empezando a sentir por él cada vez era más fuerte.

Nuestras lenguas se encontraron y lucharon tibiamente, nos mordimos los labios y entonces sus manos buscaron hundirse en mi pelo, acariciar lentamente la profundidad de mi cabello mientras nos besamos como si fuera el último día de nuestras vidas. Un beso que será seguido de otro más explorador y provocativo, uno que se apropió de sus labios como si fueran míos. En un instante me alejé un poco para mirarlo a los ojos y sonreírle pícaramente y mis manos se perdieron sobre su nuca y su cabello, donde sus manos deshicieron mi espalda y mi cintura a cada roce.​

-A veces te odio-murmuró, cogiendo aire.

-A veces no te soporto-reí y cerré el grifo, colocándome bien el micro.

-Vete a la mierda-rodó los ojos y me agarró de la cintura para que saliésemos del baño tras eso que sólo quedaría entre nosotros, que nadie sabría nunca, tras eso que...durante unos minutos que parecieron interminables porque se paró el tiempo, me hizo feliz.

Cosa De Dos [HanAritz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora