Capítulo 14

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Scarlett.


Las clases son lo peor. Lo peor. Porque tengo un gran resfriado y me duele la cabeza y hablo como una especie de Epi y Blas, pero moribundos.

Me he despertado antes porque casi no podía respirar. Mi madre quería que me quedara en casa, porque tenía el día libre y quería que descansara bien, pero no podía hacerlo. No después de haberle mentido todo el tiempo sobre lo que pasó en la fiesta y la razón por la que tuve que saltarme las clases.

Me gustaría decir que no pasó lo que pasó, y que no me acordé de nada de aquella noche, pero fue tocar la almohada y empezar a ver desnudos, escuchar y revivir cosas que preferiría no haber presenciado.

Primero me invadió una sensación de vergüenza extrema. Uno, porque la mayoría de la experiencia la inicié yo. Que decir la mayoría, casi toda. Dos, porque ahora la cara de Dean cuando me ve, si alguien supiera algo, lo más mínimo, nos delataría. Tiene esa sonrisita de medio lado, con los ojos entrecerrados y las cejas levantadas, como burlándose de mí.

Mi padre, no cabe duda de que no se ha dado cuenta. En estas dos semanas, quizá un poco mas, le ha cogido tanto aprecio que ha cenado casi todas las noches en casa, le ha dejado su estudio y parte del mío, y dos sábados anteriores, Jared -el hermano de Dean- él y mi padre han ido a un bar a ver fútbol.

Tres y la última, me ha visto desnuda. No hay que explicar esa parte, suficiente tengo con mi auto-castigo.

-Señorita Hardison, ¿se encuentra bien?- me pregunta la profesora. Tengo la mano en la frente. Como tenga que seguir escuchándola caeré al suelo. Causa de la muerte: aburrimiento extremo.

-¿Puedo ir a hablar con mi padre? No me encuentro muy bien-

Mi voz debe de recordarle algo gracioso porque se ríe levemente (al igual que los demás alumnos, incluido Harry) y me deja salir.

Casi corro hacia la puerta.

Ya en casa me pongo el pijama y me tiro al sofá envuelta con la manta grande. Es calentita, y me hace sentirme mejor casi al instante. No me apetece leer ni ver la tele. Increíblemente, tampoco pintar ni dibujar. Lo único que quiero ahora es que este dolor de cabeza se me pase. Cierro los ojos para aliviar el escozor que tengo pero termino cayendo dormida.

-No deberías despertarla- dice una voz demasiado fuerte.

-Dove, está en el suelo y parece que se va a romper el cuello, habrá que despertarla o hacer algo-

-Lo sé, pero está enferma, quizás es así como esta más cómoda-

-Señor Hardison, si me permite yo podría cogerla-

Siento como unos brazos rodean mi espalda y piernas. Son fuertes y cómodos. "Esto si que es cómodo", me gustaría responder a la voz de antes, pero estoy muy cansada: el vaivén y la colonia de quienquiera que sea está haciendo que me quede medio grogui. Noto cómo mi cabeza toca la almohada, poco después lo hace todo mi cuerpo y empiezo a tener frío.

-Tengo frío- balbuceo encogiéndome.

-Uh, espera, ahora voy a por la manta- es él. Es Dean. Ese olor tan agradable y esa camiseta tan suave.

No necesito sonrojarme, la fiebre seguro que ha hecho el suficiente efecto para parecer una ensalada de tomate. Empiezo a tiritar. Me palpitan los pulsos y la boca me arde. Cierro los ojos muy fuerte para intentar que ese jodido pitido. La gripe se parece bastante a una resaca, excepto que los huesos parece que quieren salir de tu cuerpo.

-Ya estoy aquí- escucho un susurro. Suspiro de alivio. Hoy, ahora mismo, es la primera vez desde que lo conozco que no pretendo huir de él. Ahora, y aquella noche.

-Gracias.-

-No es nada- replica poniendo una mano sobre mi frente.

Gruño en respuesta.

-Lo siento- dice apartándome y haciendo sitio para sentarse en la cama. Sus piernas cuelgan en el lado de la cama, pero es tan alto que si no notara su peso, pensaría que está agachado.

Me acurruco más. Si no me quito las mantas o me coloco alguna toalla fría me subirá la temperatura, pero no estoy de humor para pasar un mal rato. De vez en cuando un espasmo me recorre el cuerpo haciendo que tiemble.

-¿Aún tienes más frío?- pregunta acercándose aún más. Tiemblo pero no por el resfriado.

-Me encuentro muy mal, Dean- le digo cerrando los ojos de nuevo.

-Tus padres se han ido a la farmacia, me han dejado a tu cargo.-

-Seguro que tenías pensado pasar la tarde de esta forma, eh- digo para quitarle hierro al asunto.

-Bueno, había imaginado que la próxima vez que estuviéramos los dos en una cama, sería de otra forma. Pero esto no está mal.-

Ruedo los ojos. De alguna forma ya me he acostumbrado a sus comentarios fuera de lugar y en esta situación no quiero responder. Este en particular me hace reír, pero casi al segundo la cabeza me da un pinchazo y cambio la cara.

-¿Necesitas algo, qué quieres?-

-Un masaje no estaría mal- replico retorciéndome y haciendo un lío con las sábanas.

Sonríe amable y se coloca mejor. Pone sus dedos en mis sienes y empieza a hacer pequeños círculos. Tiene las yemas heladas, y el contraste de su piel con la mía es tan placentero que estoy apunto de soltar un gemido, lo cual sería bastante patético. Cierro los ojos pero esta vez no es por el dolor.

-Puedes decirlo, mis dedos son mágicos- dice con un gesto de orgullo propio. El doble sentido me hace sacar la mano de debajo de las colchas y pegarle un golpe en el hombro.

-En estos momentos eres mi persona favorita, así que no lo estropees.-

-Siempre soy tu persona favorita.-

Levanto las cejas y abro la boca para replicar, pero pone un dedo en mis labios y se acerca con una mueca de suficiencia. 

-Vuelve a hacerlo y te pegaré un tortazo- farfullo empujando sus manos lejos de mí.

-Lo sieeeento- responde tapándome de nuevo con la manta.

Aunque se ha disculpado, sigue sonriendo. Por alguna razón yo también sonrío.


6 de Octubre de 2015



Tres al cuadrado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora