Capítulo 12.

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May.

Podríamos hablar sobre cuentos de hadas o de vampiros. Uno es de color blanco y el otro se vive de color negro. Ninguno de esos cuentos es gris. Casi nada es gris. Gris para mí, es cuando hay un cincuenta por ciento de cosas buenas y otro cincuenta por cientos de cosas malas que la naturaleza equilibra. Este último año ha sido demasiado blanco para mí y ahora viene el negro. Negro carbón, apagado, sin brillantes ni ninguna matiz. Supongo que Scarlett es la que tendría que hablar de colores y todas esas mierdas. Pero así aclaro ideas y me expreso mejor.

Martes.

No fue tan mal, solamente extraño. Damon me llamó. Me preguntó si quería quedar y le dije que no, que no me encontraba bien. Lo aceptó. Harry me ofreció como setenta cigarros, lo que no ha hecho en la vida, y yo se los negué todos. Él pareció notar que algo pasaba pero no dijo nada. Maddison quiso hablar conmigo, sobre algo que seguro estaba relacionado con Harry. No tenía tiempo para tonterías y pospuse lo conversación. Scarlett estaba como apagada. Quise preguntarle la razón, pero como he dicho antes, no tenía espacio para tanto en mi cabeza.

Miércoles.

Damon se pasó por mi casa. Casi me derrumbo al verlo. Le dije que por favor se fuera y que hablaríamos más adelante. Me besó la cabeza y se fue. Es un amor. Harry no paraba de incordiar preguntándome que me pesaba. Le quiero, pero me salté la clase que tenía con él. Quedé con Maddison y Scarlett después del instituto en la cafetería de siempre. No me pedí nada y no hablé nada. Ellas lo notaron pero tampoco dijeron nada sobre el tema.

Jueves. El jueves me dormí, así que no fui al instituto. Mi madre trabajaba de mañana así que no se dio cuenta. Damon no llamó, Harry tampoco, ni Scar, ni Maddy. Pero sí lo hizo Mike. Sonreí, al menos alguien se preocupaba por mí. Quedamos el viernes en una de las trescientas farmacias de Londres que no conocía. Me despedí y pasó el día.

Viernes.

Hoy es el día. Me he despertado nerviosa. No sé qué va a pasar. Camino nerviosa. Enrollo el cable del auricular en mis dedos y cada dos segundos me muerdo las uñas. Llego al local. Es pequeño y tiene una cruz verde luminosa en la pared. Mike no está y me empiezo a preocupar. No habrá sido una broma, ¿verdad? No. Es Mike. Él hermano de Maddy. Aunque no lo haya hecho por mí lo habrá hecho por ella. Lo veo cruzar la calle peinándose su pelo castaño. Inmediatamente me relajo. Cuando llega hasta mí me toca el brazo en señal de saludo. Como si fuera magia me relajo ante su tacto.

- ¿Lista?- pregunta sonriente.

Le odio. Siempre sabe qué decir, qué hacer y cómo comportarse. Es uno de esos chicos súper educados que tú madre quiere que lleves a casa.

- Sí...

Entramos. Es una farmacia sencilla. Con medicamentos y productos farmacéuticos en las estanterías. Una mujer de edad avanzada nos atiende.

- Hola, ¿qué desean?- pregunta detrás del mostrador.

- Eeeh...- me quedo parelizada. No puedo creer que esté pidiendo un test de embarazo con diecisiete años.- Un test de embarazo.- digo segura y la mujer asiente sorprendida.

Mike me mira y me sonríe. La sonrisa de ese chico es tan blanca que debe brillar en la oscuridad. La mujer tarda mucho así que decido sacar tema de conversación.

- ¿Qué tal con Emily?- pregunto.

- Bien, vamos sin más. No es mi gran amor pero sabe hacer buenas mamadas.- esa contestación me sorprende en el mal sentido.

Tres al cuadrado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora