Capítulo 18.

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May.

Tengo recuerdos de mi padre. Los odio porque me hacen que me ponga sensible. Todas las personas recordamos cosas y pensamos que es bueno. Pero no. Es una mierda. Mi padre era buena gente. Hasta que se fue. Katherine ya tenía un poco de cabeza. ¿Pero a quién se le ocurre dejar a una niña de siete años sin una figura paterna? Podemos pensar que el perdón es placentero, pero en realidad solo hace la vida más soportable. Más tranquila, más llevadera.

Veo a Maddison. Es tan inocente. Y veo a Harry, tan impuro. Luego veo a Scarlett, tan confiada y a Dean, maduro. Veo a Damon, tan perfecto y a Emily tan puta. A Mike tan Mike. Luego estoy yo, May. No soy ni inocente, ni impura, ni confiada, ni madura, mucho menos perfecta, tampoco soy puta y bueno, tampoco tengo la personalidad de Mike. No soy nada.

A veces apago mi humanidad, pero no aguanto ni diez minutos. Necesito sentir, aunque sea dolor.

Echo de menos a Katherine, ella me animaba cuando estaba deprimida. Como lo estoy ahora.

Un pitido. Dos. Tres. Cuatro. Buzón de voz.

Decido no dejarle ningún mensaje. ¿Para qué? Eso no me va a hacer sentir mejor. ¿O sí?

Mi vida es una serie de preguntas constante. ¿Qué me pongo? ¿Coleta o pelo suelto? ¿Me maquillo o me dedico a dar pena? ¿A quién llamo primero, Scarlett o Maddison? ¿Cómo será la muerte?

Suspiro. Es lunes. Vuelvo a suspirar. Hasta la palabra me produce cansancio. Lunes. Lunes de cálculo. ¡Cómo odio las putas matemáticas!

Llaman a la puerta. Bajo corriendo las escaleras esperando que mi madre se haya ido. Pero no, sigue aquí. Mirando malas chico de la puerta. Damon.

No sé qué decir. No entiendo el por qué a nadie le gustan los chicos malos. Si Damon puede llegar a ser malo. En realidad son todo lo contrario de lo que quieren aparentar.  Sienten el doble que uno bueno. Es como que sus sentimientos se intensificaran, ya sea dolor, amor u odio. Supongo que a mí siempre me ha gustado ese tipo de gente. Nunca te aburres.

- Bueno. Nos vemos mamá.- me despido.

- Ni si quiera has desayunado...- levanta una ceja.- Te he hecho café.

- Por las mañanas no tiene hambre de café.- Damon dice que doble sentido. Le pego en el brazo.

-No tengo hambre. Comeré algo en la cafetería, pero gracias.- sonrío.

Entro al coche de Damon y pego un portazo.

- Mierda, es mi madre.- le echo la bronca.

- Te encantan esos comentarios y lo sabes.- sonríe de lado.

Me encanta tanto las arrugas de su boca cuando sonríe que decido pasar el tema.

- No mueras hoy...-me ruega.- por la tarde tenemos la sesión con Harry.

Mierda. Me había olvidado. He estado posponiéndola pero hoy no se me escapa. Hace un par de semanas les prometí a Harry y a Damon una sesión de fotos.

- Lo intentaré. Pásame a buscar cuando la tortura termine.- hago un puchero.

- Lo que tú digas.- me besa.

Salgo del coche y cuelgo mi mochila en mi hombro derecho. Miro mi móvil. Son las 8:24. De repente se apaga solo. Lo enciendo. Se vuelve a pagar.

- ¡Joder!

Lo tiro al suelo con todas mis fuerzas. Vaya puta mierda. La batería se desprende por un lado al igual que la tapa y el cacharro en sí. Maldigo el día en el que a mi madre se le ocurrió comprar un móvil chino en vez de un puto iPhone. Recojo los pedazos y lo vuelvo a montar. Ni siquiera se enciende.

Tres al cuadrado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora