Capítulo 7

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Scarlett


-¡Joder mamá, sólo es la casa de Alice!- vuelvo a quejarme medio gritando.

No me lo puedo creer. De verdad que es increíble.

-Scarlett, no vas a ir a esa fiesta sin Dean, y es definitivo- dice mi padre quitando un momento la mirada del libro.

-¡Papá, pero es que él no pinta nada ahí!- replico al instante.

Se que probablemente me estoy pasando, ya que llevo por lo menos media hora gritando como una niña pequeña, pero no lo entiendo. La garganta me está empezando a doler.

-Se como es la tal Alice y se como son sus fiestas.-

-Claro, como has ido a tantas en la última década.- le respondo rodando los ojos.

-Te estás ganando una hostia, guapa.- dice con los brazos en jarra. Niego con la cabeza y me doy la vuelta.

Decido irme a mi habitación a arreglarme. Es inútil. Nada me va a arruinar esta noche.

Mis padres nunca me han negado nada, sobre todo mi padre. Como escritor y pintor sabe que toda persona artista tiene que experimentar para tener inspiración. Lo único que no entiendo como le ha cogido tanto cariño a Dean en apenas una semana que lo conoce.

En Londres siempre hace frío, pero en invierno se congelan hasta los pensamientos, asi que voy al baño y voy quitandome la ropa.

Entro a la bañera con cuidado de no resbalarme y abro el grifo lo más caliente posible.

El jueves por la tarde estuve un par de horas con el ordenador, escribiendo. Lo suelo hacer cuando me viene la inspiración, que suele ser escasas veces al mes.

El caso es que estaba escribiendo y necesitaba informarme sobre una ciudad vecina, y termine en una página web de una galeria de arte donde se necesitaban nuevos artistas.

Mandé unas cuantas fotos de las mejores obras que tengo y ahora estoy nerviosa por saber si me llamarán o no.

Hubo un tiempo donde pensé en dejar de pintar porque pensaba que no era lo suficientemente buena. Mi hermana y mi hermano me llevaron al Museo de Arte Contemporáneo y me enseñaron algunas obras que no tenían ni pies ni cabeza, y resultaron tener un valor de más de cuatro cifras de ceros.

Deje de intentar ser tan buena como los demás e intentar ser yo misma.

Con esos pensamientos en la cabeza sumerjo la cabeza en el agua y disfruto unos momentos de tranquilidad. Normalmente suelo hacer esto para calmarme. Recuerdo cuando íbamos de vacaciones a la playa y mi madre pensaba que me estaba ahogando. Estoy relajada hasta que unas manos me cogen de la cintura. "¿Que coño?" Hago un intento de salir a la superficie pero las manos tiran de mí y me sacan.

Me restriego los ojos con las manos y veo a Dean, asustado, parado delante de mi.

-Pero, ¡¡tu debes ser subnormal!!- grito fuera de mis casillas tapándome con las manos como puedo. Cojo la toalla y empiezo a pegarle mientras el se defiende dando manotazos al aire. -Eres un depravado sexual, ¡¡sal de aquí, gilipollas!! ¡Te voy a denunciar pedazo de cabrón!-

-Pensaba que te estabas suicidado o algo así ¡joder, para de pegarme!- me coge por los hombros y me sacude para que deje de pegarle puñetazos donde puedo.

-Sal de aquí- digo haciendo énfasis en cada palabra.- Y más te vale que vayas haciendo las maletas, porque mi padre te va a poner de patitas en la calle.

Intento cargar cada palabra con todo el odio que le tengo en estos momentos.

Si cree que mi padre va a dejar que nos chupe la sangre durante un año la lleva clara. Después de esta se va a cagar.

Tres al cuadrado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora