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El taxista detuvo el auto frente a un bello prado, el cual estaba cercado por una enorme verja forjada en hierro de forma elegante. Tenía el cesped verde perfectamente podado y varios árboles frondosos que brindaban buena sombra. En el arco de la entrada se leían las palabras "Jardín de Paz" también forjadas con hierro. Un lugar muy bonito, tranquilo y callado, sin embargo deprimentfe.

-¿Cuánto le debo?- preguntó Min YoonGi al conductor.

-Son cuatro dólares, jóven.- responde el señor muy amable.

El chico paga la suma y se baja del automóvil, no sin antes darle las gracias al conductor. Una vez se encuentra frente a la entrada, el muchacho sonríe débilmente. Hace mucho que no venía. ¿Cuándo había sido la última vez? ¿Un año? ¿Quizás dos? YoonGi no lo recordaba. Se tomó unos minutos antes de entrar y perderse entre las lápidas.

Para Min YoonGi, los cementerios no eran lugares de su agrado. Y no porque le dieran miedo o cosas por el estilo, sino que cada vez que pisaba uno, el sentimiento de tristeza lo embargaba.

Ese día, el cementario tiene varias visitas. Un par de chicas, probablemente hermanas, visitan la tumba de su padre. También hay un hombre de edad avanzada que visita la tumba de su esposa. Y un trio de chicos que visitan a un amigo que se fue muy jóven.

YoonGi camina tranquilamente sobre el pasto verde, atravezando hileras de lápidas, cruces y panteones de pequeña estructura. Anda por largo rato hasta que se detiene frente a una lápida en especial. Está shecha de granito vacío color gris. Es de un metro de largo por cuarenta centímetros de ancho. Las palabras "Yoo MinAh, madre ejemplar. Querida por todos. (1962-2011)" están inscritas en letra cursiva de color blanco algo borrosas por el tiempo. También tiene grabado el dibujo de una flor de loto. Al lado de la lápida, hay un jarrón hecho de cristál con flores marchitas que alguna vez fueron hermosas y llenas de vitalidad.

YoonGi reprime una lágrima que amenaza con escapar y se sienta en el cesped a escasos centímetros de la lápida. Coloca el ramo de flores en el suelo junto a él, se quita la mochila de la espalda y hace lo mismo. De su mochila saca una latita de pintura blance, un pincel de cerdas fino, también una botella grande de agua, un paño, una botellita de desinfectante y unas tijeras.

Con sumo cuidado, rocía un poco de desinfectante sobre el paño y se enfrasca en la tarea de limpiar la lápida que se encuentra llena de polvo. Cuando hubo terminado y la lápida estuvo reluciente, continuó con el pincel y la pintura blanca, restaurando las letras que apenas eran visibles. Por último, vació el contenido del jarrón de cristál dentro de un cartucho de plástico que traía en la bolsa. Lleno el jarrón con agua fresca de la botella, cortó el tallo largo de las flores para que cupieran en el jarrón y allí las colocó. Al teminar se sintió satisfecho con su trabajo. Aún sentado frente a la ahora restaurada lápida, YoonGi habla en voz baja.

-Te extraño mucho, mami. Te extraño demaciado.

La voz que emanaba su garganta es  entrecortada, cargada de melancolía.

-Perdona por no haber venido en tanto tiempo... Mi vida ha estado algo caótica estos días...

YoonGi suspiró.

-Me han pasado tantas cosas, mamá. He conocido a alguien. ¿Recuerdas que me dijiste que encontrara a alguién que me quisiera y se preocupara por mi bienestar? Pues creo que he conocido a esa persona, pero las cosas entre nosotros son difíciles. ¡Somos tan diferentes! El tiene sus problemas y yo los míos. Además, me cuesta ser sincero con él. Hemos discutido y no sé como solucionarlo. Sólo consigo alejarlo y eso me está matando por dentro... ¡Mamá, no sé que hacer! Desearía que estuvieras aquí conmigo... Que me aconsejaras... Que me abrazaras y dijeras que todo va a estar bien...

For Money... [JimSu] [YoonMin] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora