94

5.1K 590 178
                                    

Min YoonGi se sintió mareado cuando el taxista dio vuelta en la curva que daba inicio a la larga calle en donde estaba situado el hotel. La tormenta que durante días anteriores azotó París se redujo a una simple llovizna que resultaba molesta para los transeúntes, incluido YoonGi, pues al haber sido llevado de excursión a un nuevo proyecto en construcción cuya estructura apenas empezaba a ser edificada, fue expuesto bajo la lluvia protegido por un simple capote suministrado por la universidad y obligado a demostrar de qué estaba hecho bajo la atenta mirada de su profesor que supervisaba todo lo que sus alumnos hacían en conjunto con los trabajadores de la compañía constructora con la cual la universidad tenía un convenio. Aquello apenas era un abreboca para los estudiantes que pronto comenzarían sus prácticas profesionales e iniciarían la elaboración de sus proyectos de tesis. Al divisar el imponente edificio de fachada hecha a base de vidrios templados y oscuros, uno de los más nuevos y modernos de la ciudad, el pelinegro suspiró hondo tratando de mantener la compostura y, respirando con dificultad, le agradeció al conductor y al amable botones que le abrió la puerta cuando el auto estuvo frente a la entrada del recinto.

Una vez dentro del vestíbulo, consideró sentarse en uno de los amplios y cómodos sofás para descansar unos minutos antes de la próxima batalla emocional que probablemente tendría cuando llegara a la habitación, pero desechó la idea pues era plenamente consciente de que estaba hecho un asco, con las botas y el pantalón llenos de tierra y hormigón, al igual que su camisa manchada de cemento pues debido a los acontecimientos dados durante la madrugada y el día anterior ni siquiera recordó colocar una muda de ropa en su mochila, solo había llevado un abrigo. Y es que el profesor se había empeñado en que hicieran de todo un poco y no solo desempeñarse como futuros arquitectos, sino que todos los estudiantes recibieron asignaciones que debían cumplir, ayudados por las cuadrillas de obreros que se encargaban de desempeñar trabajos tales como hacer la mezcla de hormigón, colocar bloques y repellar paredes.

El pelinegro terminó hecho polvo, estaba agotado mentalmente y, al apenas haber dormido un par de horas la noche anterior todo el cansancio acumulado hizo mella en su cuerpo, provocándole un bajón poco después del mediodía. Sintió dolor de cabeza y un fuerte mareo. De no ser por una de sus compañeras hubiese terminado desmayado en el suelo. En seguida el profesor fue avisado de lo ocurrido y debido a que la universidad quedaba a quince minutos del lugar en auto, el profesor le ordenó a la chica que dio el aviso que tomara un taxi junto a YoonGi y le llevara a la clínica universitaria.

YoonGi apenas era consciente de lo que ocurría, veía borroso, la cabeza le daba vueltas y lo único que era capaz de captar era la voz preocupada de su compañera que le llamaba por su nombre y le pedía que por favor siguiera despierto. Mas cuando llegaron a la clínica YoonGi se había desmayado. Despertó tiempo después, hallándose en un frío cuarto de paredes celestes y olor a medicamentos, acostado en una incómoda camilla y con una venoclisis en el antebrazo derecho con la cual le estaban suministrando quién sabe qué.

Se hallaba solo en la habitación, pues la camilla de al lado estaba vacía, al igual que la silla giratoria del escritorio y las dos sillas de madera frente del mismo. Se preguntó qué coño hacía ahí y cómo había llegado, más sus preguntas no tardaron en ser respondidas pues justo en ese momento escuchó la cerradura de la puerta ser abierta y en seguida apareció una mujer blanca de unos 60 años, delgada, de mediana estatura, cabello largo color negro con algunas canas recogido en una coleta alta y ojos oscuros que le miraban con intriga. Vestía una camisa azul, pantalón blanco y zapatillas del mismo color. Sobre la camisa traía la típica bata blanca de doctor con el nombre bordado en letras negras y cursivas justo a la altura del corazón, debajo del logo de la institución, debido a que no podía ver de lejos, YoonGi no pudo leer que decía.

La mujer traía el estetoscopio alrededor del cuello, varios bolígrafos y lápices se asomaban en los bolsillos inferiores de la bata y en una de sus manos traía una tabla negra con algunos papeles sostenidos por el gancho de esta y en la otra mano traía una carpeta color crema. Caminó hasta él a paso rápido y seguro bajo la atenta y curiosa mirada de YoonGi, quién se había incorporado, pegando la espalda al respaldar de la camilla. Una vez de pie junto a YoonGi, la mujer le regaló una sonrisa que le resultó tranquilizadora, dejó la tabla sobre la mesita entre las dos camillas y se dispuso a leer el contenido de la carpeta.

For Money... [JimSu] [YoonMin] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora