10. De galletas, pianos y algo más.

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Joseph's PoV.

—Oh... Es bonita, me gusta —es lo que dice cuando entra a mi casa. Dejo mi mochila al lado de la puerta y me quito la chaqueta que traía. Le pido que me entregue la suya, y cuelgo las dos en el perchero que está allí cerca.

Nos adentramos más a la casa hasta llegar a la sala, allí está Maddy, limpia los alrededores del televisor y cuando nos oye gira para saludarme.

—Hola, Seph —me abraza y me da un beso en la mejilla, ella siempre ha sido así, tan cariñosa con todos como de costumbre, hasta que ve a Emilia —Hola, querida, soy Maddison, pero puedes decirme Maddy o solo Mads, soy la persona que mantiene todo en orden por aquí.

—Oh, hola Mads, soy Emilia, compañera de instituto de Joseph —saluda cortésmente y Maddy sonríe, ella ya se había ganado el agrado de mi cuidadora.

—Ehm, ¿hay alguien en casa aparte de ti? —preguntó a Maddy.

—Tu padre en el hospital trabajando, Jake en casa de no sé quién y tu madre en su estudio —me responde.

—Así que prácticamente estamos solos —digo.

—Ha dicho que tu madre está en su estudio —me recuerda Emilia.

—Eso no cuenta, casi nunca sale de allí, es parecido a la ausencia —Emilia solo asiente y Maddy me da una mirada reprobatoria, no le gusta que hable como si yo no le importara a mis padres, aunque no sea verdad.

—Bueno, si alguien llega a preguntar por mí, diles que estoy ocupado presentándole mi casa a Emilia —le aviso a Maddy quien me mira con una ceja enarcada —¿Sabes qué? olvídalo, el único que suele venir hasta aquí es Luke y ese debe estar, en este momento, pendiente de otra cosa —o de otra persona, alguien llamado Emma.

—Bueno, como digas. Cuando le presentes la cocina los estaré esperando con galletas y un vaso de leche —le guiña un ojo a Emilia y ella sonríe completamente encantada con mi ama de llaves.

Aunque bueno, más que mi ama de llaves, Maddy es como una amiga y parte de la familia para todos aquí, siempre está allí cuando hace falta una mano.

Mi casa está constituida por dos pisos, arriba las habitaciones y abajo todo lo demás. Pasamos por la sala, el centro de entretenimiento, el patio en el que había una piscina, el estudio de mamá solo lo vimos por fuera, nos está estrictamente prohibido molestarla a menos que alguien esté muriendo o la casa se esté incendiando.

También vamos a mi habitación, la cual está, para mi suerte, ordenada. No es como la espectacularidad que tiene Emilia pero tiene los requisitos necesarios para la habitación de un adolescente: computadora, cama, televisión (que casi nunca uso, por cierto, prefiero ver cualquier cosa en el salón principal), un pequeño parlante para conectar a celular, escritorio, y un espejo. Por muy gay que suene, me gusta saber cómo me queda la ropa que me pongo.

Nos quedamos allí un rato, ella curioseando cada cosa que le parece interesante, como mi pequeño estante con varios libros, la colección de películas de terror que tengo apilados junto a los libros, y un montón de cosas más esparcidas por ahí. Yo me quedo observándola desde la puerta contándole de donde conseguí cada cosa o la pequeña historia que suele haber detrás de estos objetos.

Decidimos bajar a la cocina que es único lugar al que no hemos ido aparte de la antesala y el sótano. Allí nos esperaba Maddy con su sonrisa y su prometida bandeja de galletas de chocolate y la leche puesta en dos vasos.

Me recordó a cuando era más pequeño y solía preparar sus galletas solamente para mí. Maddy le ofrece galletas que Emilia acepta gustosamente y espera su reacción. Sonríe cuando ella se la queda viendo con los ojos como platos.

Un corazón por sanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora