17. El árbol

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Dedicación especial a @valpelle: Gracias por leer esta historia, no es la más romántica pero aún así me alegra que la consideres como una.

Peter me ofreció su mano, ganándose una mirada desconcertada de mi parte.

—¿Vamos a caminar tomados de la mano? —dije intentando sonar sarcástica pero el asombro no me lo permitió.

Él rodó los ojos ignorando mi intento de burla y tomó mi mano.

—Iremos con magia —sonrió.

En un segundo una nube verde nos envolvió haciéndonos aparecer en otra parte de la isla. Había más vegetación y muchos árboles enormes, llevaba pocos días en Neverland por lo que prácticamente no conocía nada.

—¿Era necesario? —susurré mirando nuestras manos entrelazadas.

Se aclaró la garganta soltando su agarre y sentí la necesidad de estrellar mi cabeza contra un árbol, por actuar como una idiota.

—No creí que te molestaría tanto —mordió su labio pareciendo incómodo.

—Eh, no —carraspeé—, no es eso. Sólo me tomó por sorpresa.

—¿No te molesta? —preguntó con una pequeña sonrisa.

Muy pocas veces lo veía sonreír así, siempre sus sonrisas eran de petulancia o sarcasmo por lo que no pude evitar verme contagiada de su bella sonrisa. Negué con la cabeza acompañada de una sonrisa boba impresa en mis labios.

Al sentir el extraño ambiente que se había instalado entre nosotros, me aclaré la garganta y fingí prestar atención al lugar.

—¿Me querías mostrar esta parte de Neverland?

Peter asintió y se alejó, caminando con pereza hasta un gran árbol.

—Aquí suelo venir a pensar, subo al árbol y me siento a meditar un poco —dijo en voz baja.

Su voz se escuchaba tan bajita casi como si estuviera compartiendo un secreto conmigo.
Incapaz de comentar algo inteligente me limité a asentir, aunque él no pudiera verme.

—Este árbol es muy importante para mí —murmuró acariciando con lentitud la corteza.

—¿Por qué?

Peter detuvo su mano e hizo un puño, lo noté tensarse y suspiró pesadamente.
Deduje que tal vez era algo demasiado especial para él, algo que no compartiría conmigo.

—No es necesario que me digas si no quieres —murmuré.

Se dio la vuelta con una falsa sonrisa decorando su rostro.

—¿Sabes escalar?

—Eh, yo... —vacilé—, no lo sé.

—¡El último en llegar cazará la cena!

Dicho eso, Peter saltó hacia una rama con agilidad.

—¡Esto no es justo! —me quejé sin saber como subir.

Lo observé escalando entre las ramas y traté de imitarlo. Con torpeza comencé a subir, él obviamente era más rápido que yo y llevaba la delantera.

No te pertenezco Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora