20. Preguntas

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✏Dedicación especial a MonsterOfFoodPDC: Desde tu primer comentario supe que debía dedicarte este capítulo. En serio, muchas veces me haces llorar de risa con tus comentarios tan acertados, personas como tú me animan a seguir con esta historia. Gracias por leer ♥


Miré a Pan intentando descifrar su respuesta.

—¿Qué quieres decir?

—Es impenetrable —dijo dándome el brazalete—, ni el ser más poderoso podrá entrar. Estarás segura de todo.

Claramente él no volvería a repetirlo y no quería arruinar mi buen humor intentando obtener una respuesta que obviamente no me daría.
Coloqué el brazalete en mi muñeca y sonreí tratando de convencerme de que no había una doble intención en el asunto.

—¿Ya me gané el lujo de tener privacidad, Peter?

—Digamos que te estás ganando las cosas a pulso —sonrió ligeramente.

Una enorme sonrisa escapó de mis labios.

—¡Lo sabía! —chillé emocionada.

El castaño se apartó sorprendido por mi grito, dando un paso atrás.

—¿El qué?

—Te agrado —asentí sonriendo.

—No tienes una idea —murmuró en un suspiro.

—¿Quieres pasar? —solté.

—¿Quieres... que entre a tu habitación?

—Pensé que podríamos ponernos más cómodos, para poder hablar un poco —carraspeé incómoda—. Adentro.

—¿Así que me quieres adentro? —dijo con diversión.

—Sí —asentí—, espera, ¡no! Yo sólo decía que nos sentaramos. En las escaleras, sí, eso.

Me mordí el labio nerviosa y me regañé mentalmente por actuar con tanta torpeza.

—Claro —se encogió de hombros restándole importancia.

Sonreí al ver como la pulsera de cuero se iluminaba al tocar la puerta.
Pasé dejando abierto para que él entrara, me senté en el tercer escalón y recargué mi espalda en la pared prestando atención por un segundo a la tenue luz que nos brindaban las antorchas.

—¿Y de qué querías hablar? —dijo imitándome.

Peter se sentó en el segundo escalón de forma que quedábamos casi uno frente al otro, el espacio de las escaleras era lo suficientemente grande para ambos. Incluso sobraba espacio entre mis pies y la pared frente a mí, haciendo que la posición fuese cómoda.

—¿Has jugado veinte preguntas?

—No en realidad —dijo inclinando su cabeza—, ¿cómo se juega?

—Hacemos preguntas uno al otro, para conocernos mejor —sonreí—. La única condición es que seremos honestos en las respuestas y ninguno dirá nada a nadie.

—¿Sólo quedará entre nosotros? —dijo en voz baja.

—Exactamente —asentí.

—Creo que me gustará este juego —sonrió.

Su sonrisa delataba complicidad y en sus ojos pude ver el genuino interés brillando, dándome luz verde para continuar.

—¿Cuándo comenzó?

—¿El qué?

—¿Cuándo te comencé a agradar? —especifiqué.

—No lo sé —vaciló—, creo que aún no me agradas.

No te pertenezco Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora