56. Mentiras

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Observé mis manos con rastros de sangre, la cual ahora sabía de dónde provenía realmente, el estomago se me revolvía al recordar cada corte que hice en el cuerpo de Harry. Me repugnaba el tener completo conocimiento de todo lo que había sucedido, las lagrimas seguían acumulándose en mis ojos al sentirme frustrada por no poder cambiar mis acciones.

Escuché algo crujir y alcé la mirada, raíces rápidamente nos envolvieron a todos. Temí por la vida de mis padres al ver que mi padre no podía romper ese hechizo, la angustia creció al ver que ninguna de las madres de Henry tampoco se podía liberar. 

—No tiene caso que lo intenten —les advirtió Peter—, no pueden escapar del final que he escrito para ustedes.

Intenté liberarme de las raíces pero por más que forcejeaba parecía imposible, quería impedir de alguna manera que Peter acabara con todos. No soportaba la idea de que más sangre se derramara debido a mí, debía aceptar mi destino si con eso evitaría más muertes.

—Querías matarme desde el principio —dije llamando su atención—, querías mi corazón.

Peter centró su mirada en mí, su semblante era frío pero podía ver un rastro de sorpresa en sus ojos. Las raíces que me sujetaban se desvanecieron y observé a mi alrededor tratando de maquinar un plan, me percaté de que había algunas armas regadas por el suelo, como era común en la isla.

—¿Es lo que te hicieron creer?

Su voz había sido distante, trataba de maquillar el resentimiento con el que había escupido sus palabras. Sin embargo sus ojos no eran del todo impenetrables, había aprendido a observar cada pequeño detalle de esos orbes verdes y me resultó fácil leerlos.

—Apuesto a que te divertiste jugando con mi mente  —aseguré.

Había logrado mi cometido, él había bajado la guardia debido a mis acusaciones. Había bajado la mirada afectado por mis palabras, vi la oportunidad y actué con rapidez.

Corrí hasta el arco que estaba cercano a mí y disparé en su dirección, Peter no se movió un solo milímetro, se mantuvo estático como si sólo estuviera asegurándose de que yo tendría el valor de atacarlo. Increíblemente la flecha apenas rozó su mejilla, un fino corte apareció en su rostro.

—¿Qué? —dijo limpiando el rastro de sangre—, ¿estás aquí para proteger a tus seres queridos?  

A pesar de que mis manos temblaban tomé otra flecha, la posicioné y estiré la cuerda apuntando en su dirección. Intenté deshacerme del nudo que se había instalado en mi garganta, tragué saliva antes de hablar.

—No voy a permitir que toques a ninguno de ellos.

El rostro de Peter Pan cambió, logró tomar una completa aura de petulancia. Su habitual arrogancia no sólo era por presunción excesiva, él realmente era superior a todos y volvía a mostrarse exactamente igual que cuando lo había conocido en aquel muelle.

—Me gustaría verlo —me incitó.

Apreté el arco con fuerza, traté de darme valor a pesar de que sentía que no podría seguir manteniéndome en pie por mucho tiempo. Mi mundo estaba cayendo en pedazos, todo lo que alguna vez amé estaba en peligro de destruirse.

—Lo verás.

Peter se cruzó de brazos, sonriéndome con ironía. Él sabía que yo no podía herirlo, no tenía ni la fuerza necesaria y mucho menos poderes especiales para hacerlo.

—No representas ninguna amenaza. Aunque pudieras hacer algo contra mí, ¿por qué salvarías a estos mentirosos? —me cuestionó sin cambiar su expresión.

No te pertenezco Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora