30. Plan maestro

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✏Dedicación especial a: @An0therG1rl: Este capítulo tenía que dedicarse a la más fangirl de Félix, a ti, además de que eres la esposa oficial. Espero que te guste


Félix:

En mi cabeza no dejaba de darle vueltas al asunto de Peter y Clarisse.
Me parecía demasiado sencillo pero ellos parecían querer complicarse la existencia, todo estaba frente a sus narices y parecían tan ciegos que resultaba frustrante incluso para mí.

Sólo encontraba una palabra para describirlos a ambos: idiotas.

Había sacado mis propias conclusiones y al saber que ese par no haría nada al respecto tuve que verme en la necesidad de tomar cartas sobre el asunto.
Había maquinado el plan perfecto, cada cosa estaba planeada para que pudiera funcionar. El plan era a prueba de tontos, así que no podía ser más perfecto para Clarisse y Peter.

Tenía dos cestas idénticas con todo lo necesario para sobrevivir por al menos dos días; la suficiente comida y agua. Incluso había colocado una flor idéntica en cada cesta, ese era el detalle que tenía que funcionar y servir como incentivo.

Clarisse estaba recluida en su árbol y Peter también, ambos se habían estado evitando los últimos días.
De Peter sospechaba los motivos pero las razones de Clarisse seguían siendo un enigma para mí, ella no solía hacer eso. Siempre era Peter el que colocaba la distancia entre ambos y Clare era la que se volvía loca con ello.

Tomé la cesta que era para Clarisse y caminé hasta su árbol. Me disponía a tocar la puerta cuando sentí un cosquilleo en la mano, me alejé sintiendo los músculos entumecidos y una ligera sensación de ardor.

—¡Demonios! —chillé.

Segundos después Clarisse abrió la puerta, tenía los ojos enrojecidos pero una vez más fingí no notarlo.

—Te dije que estaba hechizada —dijo con la voz ronca.

—Ya sé, siempre lo olvido —me encogí de hombros restándole importancia.

—¿Qué es eso? —dijo mirando la cesta con curiosidad.

—Comida y otras cosas, Pan me ordenó que te trajera esto.

—¿En serio?

Los ojos de Clarisse brillaban con ilusión y tuve que recordarme que todas esas mentiras eran por el bien de ambos.

—Sí, por supuesto —mentí—.
Además no pude negarme porque así estaré más tranquilo con el hecho de que estés de reclusa.

—Gracias, Félix. Eres tan amable.

Se hizo a un lado indicándome que podía pasar, sonreí mientras cruzaba el marco y rogando en silencio que Peter no estuviese vigilando en ese preciso momento.

Fase número uno: La liebre ha entrado a la madriguera.

Habíamos hablado muy pocas veces en esos últimos días así que aproveché para ponerme al corriente con ella, aunque realmente no parecía ponerme mucha atención.
Sonreí al notar que no dejaba de mirar la flor que tenía entre sus manos, la sostenía a la altura de su regazo y casi pude imaginar qué era lo que pasaba por su cabeza.
Carraspeé para llamar su atención y pareció regresar a la realidad. Sus mejillas ligeramente rojas delataban que estaba avergonzada y supuse que era el momento ideal, Clarisse nerviosa solía soltar mucho su lengua.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro, rubio.

—¿Cómo es qué alguien como Henry terminó contigo? Sin ofender, él es muy... diferente a ti.

No te pertenezco Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora