29. Sirenas

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Dedicación especial a: @roseofbloody_13: Espero que te guste este capítulo, creo que es el primero largo... 1, 500 palabras dedicadas para ti. Gracias por leer ♥

Terminé de vestirme y una vez que estuve presentable me dirigí al campamento.
Durante el camino en mi cabeza no dejaban de repetirse las palabras de la sirena rubia, no podía dejar de pensar en el aspecto de Adella. Me resultaba incómodo y familiar.
No podía negar que era parecida a mí en algunos aspectos, pero lo que más me tenía angustiada era saber qué relación tenía ella con Peter Pan.

Al llegar me sorprendí de ver a Peter sentado en un tronco frente a una pequeña fogata.

—Hey, Pan, no sabía que eras tan madrugador —saludé.

Peter asintió con lentitud y pude observar que lucía pálido aunque lo que más llamó mi atención fue el hecho de que su cabello estaba húmedo, por lo que deduje que había tomado un baño.

Un baño con la sirenaperra.

—Así que te bañas por las mañanas, es por eso que nunca te veo.

—¿Acaso me espías, Clarisse?

—No quise decir eso, es que nunca te veo mojado —me llevé la mano a la frente avergonzada—, eso se escucha aún peor. Nunca te espiaría, no te ofendas, eso no significa que yo crea que eres feo porque sí he pensando en hacerlo, espera, no quise decir eso... yo no te espiaría.

—Interesante —murmuró.

—Se escuchaba mejor en mi cabeza —me excusé.

Una media sonrisa se dibujó en su rostro y alzó su mano.

—Toma uno si quieres.

Dirigí mi mirada hacia la pequeña fogata que estaba señalándome, había una plancha de metal redonda y sobre ella un par de huevos a la canasta.

—Gracias —acepté y tomé uno.

Le di una mordida y me sorprendí con el hecho de que Peter Pan pudiera cocinar mil veces mejor que yo, aunque quería creer por el bien de mi ego femenino que él había usado magia.

—Oh, son tan buenos como los que prepara mamá.

Peter me dirigió una mueca de asco lo que me hizo recordar lo quisquillosos que eran él y Félix acerca de los modales. Me aclaré la garganta recordándome que era de mala educación hablar con comida en la boca.

—Este es el desayuno favorito de mi padre —comenté.

—Sí, lo sé.

—¿Lo sabes?

—Quiero decir —carraspeó—, sé que a todos les gusta.

Le di un mordisco a mi desayuno mientras observaba al castaño, verlo tan serio me asustaba un poco.

—¿Te pasa algo, Peter?

Me miró y parpadeó un par de veces antes de negar con la cabeza.

—Estás muy raro.

—¿Sólo yo estoy raro? —ironizó.

—Bueno, estoy en una isla mágica. Todo es raro aquí.

—Sólo come tu desayuno y no hables hasta terminar —me ordenó.

Abrí los ojos como platos y alejé la comida de mi boca.

—¿Me estás intentando envenenar? —chillé.

—Creí que ya habíamos superado el complejo de reina malvada.

—Es tan raro que estés tan callado, estás dándome comida y yo...

No te pertenezco Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora