53. Corazón en pedazos

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N/A: Este capítulo es dedicado a todas las personitas que siguen aquí a pesar del tiempo, no me odien.♡

Los sucesos del día eran demasiados como para hacerme sentir sofocado, tragué saliva intentando deshacerme del nudo que sentía en la garganta.

—¡Nos mentiste! —gritó el pelirrojo al borde del colapso.

Me pasé una mano por el cabello tratando de no perder los estribos con él, suspiré antes de hablar.

—Ed...

Me interrumpió, acercándose a mí en un par de zancadas para poderme encarar.

—¡Mentiste!

Entrecerré los ojos sintiéndome confundido, no sabía de qué hablaba exactamente. Ed endureció su gesto, pareciendo más furioso por el hecho de que no supiera a qué se refería.

—En Neverland nadie enferma, nadie envejece —dijo herido.

Esas palabras las tenía grabadas en mi mente a la perfección, cada una de ellas habían salido de mis labios en incontables ocasiones e inclusive con ellas lo había persuadido para que él viniera a Neverland.

—No puedo hacer nada —dije en voz baja.

Su actitud defensiva se quebró, sus ojos se llenaron de lágrimas y se dejó caer de rodillas al suelo.

—Por favor, Peter —rogó con vehemencia—. Seré bueno; ayudaré a Félix, no volveré a maldecir, yo cazaré todos los días.

Negué con la cabeza en negativa pero no parecía surtir el efecto que yo esperaba, las lágrimas en su rostro no dejaban de aparecer una tras otra.

—Haré lo que sea —dijo entre sollozos—, sólo trae a mi amigo de vuelta.

Miré a Félix en busca de ayuda, no sabía cómo reaccionar puesto que nunca había tenido la necesidad de reconfortar a un niño. Por el contrario, la soledad y tristeza eran lo que ayudaba a que siguieran siendo niños perdidos.

—Tal vez...

Negué con la cabeza intuyendo lo que el rubio diría.

—No puedo hacer retroceder el tiempo —lo corté—, sabes que es imposible aquí.

—Podrías curar su garganta, tal vez pueda llegar el agua a él.

Asentí a pesar de saber que no funcionaría, valía la pena intentarlo sólo para que Ed pudiera dejarlo atrás.

Me arrodillé frente a Harry, un nudo en mi estómago apareció al ver como Ed apretaba sus pequeñas manos acunando la ahora inerte mano de su amigo. Suspiré sin saber por dónde comenzar, a pesar de ser cortes hechos con una daga parecían ser causados por las garras de una bestia.

Mordí mi labio inferior para concentrarme, la magia comenzó a irradiar de mi palma  y sin tocar su cuello traté de delinear los múltiples cortes.
La magia hizo efecto, cicatrizando las heridas a tal punto que si no fuera por la sangre de su ropa sólo parecería que Harry dormía, sin embargo su corazón seguía sin latir.

Esperé un movimiento, alguna señal de que daría resultado, necesitaba algo para saber si Harry tenía oportunidad de vivir. Nada.

Ed pareció leer mi mirada, comprendiendo que ya no había esperanza.

—Nadie enferma, nadie envejece —susurró—. Nadie muere en Neverland.

Su voz se rompió al final, llevándose tras de sí la poca compostura que le quedaba. Sus lágrimas se habían convertido en llanto agonizante, se aferraba al cuerpo de Harry como si temiera que pudiera desvanecerse en cualquier momento.

No te pertenezco Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora