Capítulo 7

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Después de decirle todo eso mi vista se comenzó a tornar borrosa debido a las lágrimas que amenazaban con salir, pero no me lo permití, no volvería a llorar al frente de otra persona, no cometeré ese error dos veces, ella aún no me va ver llorar.

-No me hagas esto, -Dijo por fin y bajó la mirada. -yo no quiero nada serio con nadie, y la verdad yo también estoy muy confundida con lo que siento hacia ti. -Me miró a los ojos, y esos preciosos ojos estaban cristalizados, ella también luchaba por no llorar. -Rebe, eres una buena persona, literalmente la mejor que ha pasado en mi vida, pero...soy una persona que no se merece tener a alguien como tú.
-No me digas eso, me recuerdas a mi ex. -Dije negando con la cabeza. -Y yo no sé nada de ti, a como tú no sabes nada de mí. -Reclamé con enojo. -No digas que me merezco algo mejor si ni siquiera te conozco.
-Rebecca, ni yo me conozco, ¿sí? -Su tono se volvió algo dulce, estaba intentando tranquilizarme. -Créeme cuando te digo que no quiero sólo una amistad contigo, pero para eso tienes que dejarme que averigüe que quiero, quién soy, o para dónde voy, porque aún no se que voy a hacer con mi vida, cuando todos a esta edad tienen su pendeja vida hecha, yo ni siquiera sé que haré cuando salga del colegio, y falta muy poco. -Levantó los hombros mientras movía la cabeza en desdén. -Aún no sé lo que me gusta, porque tampoco me gustan los hombres. Pero no sé si quiero algo con una mujer. -Creo que hasta ella misma se enredó. -El punto es que de lo único que estoy segura es que me encantas... -Sus ojos se concentraban en mi ojos, y podía jurar que esos con tan sólo verlos me llevaron a una galaxia. -Mierda, Rebecca, te amo... Y si no me conoces, yo no soy de las personas que se lo dicen a cualquiera, porque ahora las personas se lo dicen como decir "hola", pero es una pequeña frase con un valor increíblemente alto para que nosotros los humanos podamos entenderlo. -Sonaba totalmente sincera, pero no podía dejarme caer del todo. -Dame tiempo, es lo único que necesito...pero, por favor no me dejes, como lo hicieron todos. -Suplicó.
-¿Quienes todos? -Fue lo único que me atreví a preguntar.
-Mis "amigos", ¿por qué crees que no voy a clases?
-Creí que porque te aburría.
-En parte sí me aburre, pero también porque no aguanto verlos a ellos, que estén recordandome a cada segundo lo que me hicieron pasar. -Dijo viendo hacia el suelo. -No seas como ellos, no me dejes. -Levantó la mirada y en su mejilla ya había corrido una pequeña lágrima.
-No te voy a dejar...

Dicho esto, ella se abalanzó a mí y yo la recibí con un abrazo, sentí como ella se escondía en mi cuello y me abrazaba más fuerte. Escuché sollozos, pero puedo jurar que escuché el corazón de Rach latir más fuerte que el mío.

-¿Al final vamos a la playa? -Preguntó antes de levantarnos.
-Sí, claro que sí. -Le sonreí.
-¿Quieres invitar a alguien más?
-No, sólo nosotras. -Respondí convencida.

Sonrió y nos levantamos.
Alisté mis cosas, y salimos de mi casa para tomar un taxi y dirigirnos a la casa de ella. Cuando le dio la dirección al taxista, pude notar que esa zona es donde sólo hay penthouses, ahí es donde viven las personas más millonarias que nos podríamos imaginar. Y al parecer ella era una de esas. Al bajarnos del auto, Rach antes le pagó, pude ver su "humilde casa", como antes ella había dicho. Al entrar era todavía más espacioso de cómo se ve por fuera. Cuadros que imagino son carísimos, fotos de ella pequeña, sus padres, y nos recibió una empleada.

-Señorita Rachell, ¿puedo hacer algo por usted? -Preguntó con cierta dulzura.
-Puedes ir a descansar, tranquila, iré a mi habitación con mi amiga.
-Y tu amiga, ¿quiere algo de tomar o de comer? -Ahora la pregunta fue dirigida a mí.
-Oh, no. Muchas gracias. -Sonreí.

Ella sonrió y desapareció por alguno de los pasillos que daban a lugares desconocidos para mí. Me dirigió hasta su habitación, pasando por cuartos de limpieza, de juegos, varias oficinas, y por supuesto, había una sala de cine. Cuando llegamos a su habitación, era ver el tamaño de mi casa completa, su armario era increíblemente grande, su baño tenía la ducha y al lado una tina que se veía realmente elegante. Me contó que su cuarto permanecía limpio gracias a sus diez empleadas, sí, no una, ni dos, son diez, también me contó que cuando ellas estaban de vacaciones, su cuarto se empezó a desordenar, gracias a qué ella no es para nada ordenada, y que se ocupó la ayuda de dos de ellas para poder dejarlo como estaba hoy en día, yo creo que yo soy la empleada de mi casa. Se metió al armario y salió con una valija de mano, la puso en su cama, donde yo me senté, y comenzó a meter ropa que ocuparía.

-Esto se supone que lo debería estar haciendo una empleada, pero estan en su hora de descanso, pero entonces nada de decirle a los jefes. -Dijo esto para llevar su dedo indicé a su boca, en señal de hacer silencio.

Salimos a lo que sería la cocina, y ahí esperé a que Rachell llamara a, me imagino, su papá y le pidiera el auto prestado. Colgó la llamada y me sonrió en aprobación, de nuevo me dirigió ahora a lo que sería el garaje, habían cinco autos diferentes, y me puso a elegir cuál nos llevaríamos a la playa. Cómo no tengo ni la remota idea sobre autos, elegí el azul, me dejé llevar por mi color favorito. Ambas entramos, ella se colocó unos lentes de sol, y me señaló la guantera para sacar unos Ray Ban, así que eso hice. Ella arrancó y nos dirigimos a nuestro destino.
En el camino ella me dijo que conectara el celular a la radio y que pusiera música, exactamente puse Sorry de Justin Bieber. No es mi artista favorito, pero esa canción me gusta.

-¿Es en serio? Cambiaré a mi DJ. -Dijo moviendo la cabeza en desaprobación.
-No, esa canción me gusta...y mucho. -Respondí decidida.
-No no no, otra, mala experiencia con el Justino.
-Ugh, de acuerdo.

Indignada cambie la canción, Y puse otra que se llama Girls Like Girls de Hayley Kiyoko.

-Mi canción favorita. -Sonríe y tomó mi mano, entrelazando nuestros dedos.

Estuvimos así hasta que llegamos a un restaurant en el cual cenaríamos. Apagó el auto, ambas nos bajamos, y ella como siempre, tomó mi mano y entrelazamos nuestros dedos.
Yo venía con mi mano izquiera la mano de ella, y la mano derecha mi celular. No tenía nada muy productivo que hacer, así que estaba viendo en Tumblr. Mi red social favorita.
Ella venía con la derecha mi mano, y la izquiera la tenía desocupada.

Entramos al restaurant, y un joven bastante apuesto nos atendio. Ella pidió su comida y yo pedí lo mismo, era mi primera vez aquí y sinceramente no tenía ni idea de que ordenar. Cuando terminamos de comer, volvimos al auto y seguimos hasta llegar a donde pasaríamos la noche.

No sé que somos, pero aún no te vayas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora