Capítulo 6.

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Muchos tenían dos o tres y hasta mas hermano. Pero yo era hijo único.

¿Saben lo difícil que es sobrevivir sin un hermano que te torture y te haga ir al baño de risa? Eso me había pasado.

Un Acción de gracias y estar en la enorme mesa familiar con tan solo tres personas.

No recordar a tus abuelos. Ni un poco, y extrañar sus abrazos, regaños y lo que siempre nos decían «Cuanto has crecido».

Jugar sin parar con nuestros primos ya que eran como nuestros hermanos. Y No los veía desde los siete años.

No recordar como eras de bebe. Debido a que nuestra casa anterior había sido incendiada tan solo cuando cumplí los ocho años y casi todas las fotos se hicieron cenizas.

Aprobar y reprobar los exámenes sin ninguna ayuda.

Que todos te señalen en la escuela como «El chico raro».

Mucha gente me decía que no le prestara atención a lo que las demás personas decían de mi. Era fácil decir eso.

No sabían como me sentía.

Llegar a casa con moretones en el rostro respondiendo que todo estaba bien que nada pasaba cuando en realidad estaba terrible.

Olvidar a tus amigos repentinamente. En el caso de Katherine.

Muchas personas aprenden y no cambian. En mi caso cambié mas no aprendí, fui todo lo anterior a como era antes. La gente empezó a tomarme enserio. 

Me sentí feliz ya que felicidad era lo que me faltaba.

Amigos nuevos, chicas mirándote y dándote sus números telefónicos. Popularidad y dinero.

Días después

09:34 A.M

Levanté bostezando de sueño.

Me dirigí hacia el baño, cepillé mis dientes y bajé a desayunar.

Nuevamente no había nadie, era muy extraño que no estuviese Margarita.

Fui hasta la cocina, No estaba.

No la buscaría mas y como tenía demasiada hambre como de costumbre prepare un omelette y exprimí una naranja para hacer un jugo. Y era la Primera vez que preparaba mi desayuno.

Serví la mesa y obviamente comí.

Seguía sin entender por que no estaba Margarita 

Terminé de comer, subí las escaleras  y entre a mi habitación para cambiarme de atuendo.

Tomé mi teléfono, la tarjeta de crédito y salí de la mansión.

Le dije a Louis que me llevase a Time Warner Center para no perderme las ofertas del hoy ya que era Viernes Negro.

Salimos y como la trayectoria era mas o menos de 40 minutos porque quedaba retirado de la ciudad. Empecé a ver películas infantiles para no dormirme y la verdad que me entretenían.

Podía aprovechar y charlar con Chad al regresar ya que quedaba cerca de su casa.

Lo llamé pero solo sonó la contestadora.

Llame a Katherine para ver si estaba pero nuevamente sonó la contestadora.

Al parecer todos estaban con sus familias.

•  •  •

—Llegamos Jade.—Dijo Louis.

Bajé de la limusina y me dirigí hasta la entrada.

La gente enloquecía por entrar, hasta una anciana con su bastón pisó mis pies, quien diría que a estás también le gustaba vestirse bien. Luego de pasar a la gentuza logre entrar.

Fui hasta cualquier tienda de ropa y compré la mayoría para mi y para mi papá. Le daría un regalo adelantado por las fiesta y a mamá se lo daría después ya que tendría que comprar mas de un solo regalo. Salí con mas de seis bolsas caminando como pingüino.

Estaba cerca de la zona de comida y no tardé en sentarme un rato y revisar las redes.

Tenía unas notificaciónes del grupo el cual lo había creado el día anterior. Todo lo demás no era importante pero sobresalía un mensaje de Taylor, diciendo sobre que yo era un Pata.

No quería habla de quien era Taylor, no quería saber nada que tenga que ver con ese idiota. Cerré la aplicación y no respondí me daba igual lo que habaría de mi, yo sé quienes eran mis amigos y quien no. Solo lo agregue por que el pertenecía a nuestra amistad pero luego se fue y todavía me pregunto ¿cómo pude ser su amigo?

Caminé un poco y alguien tocó mi hombro. Me era imposible girar pero lo logre.

Eran David, Esther y Camila

—¿Que hay?, me sorprende encontrármelos.—Dijo Jade.

—Igual hermano ¿nos acompañas?.—Pregunto David.

—Holis Arianibu.—Dijo Camila.

—JaJaJa.—Reía Jade sarcasticamente.

—Jade, vamos al cine acompáñanos si quieres.—Dijo Esther.

—Por supuesto, claro si no hay problemas.—Respondió Jade. 

—Para nada, acompáñanos.—Dijo Camila.

—Bueno, ¿me ayudan con las bolsas?—Preguntó Jade.

Los misericordiosos ayudaron con algunas bolsas si importar el peso. Se las debía por eso.

—¿Que llevas?, ¿Un muerto en estas bolsas?—Pregunto sarcástica Esther.

—Soy brujo no vez.—Respondió Jade.

Fuimos hasta el cine, compramos palomitas y entramos a la sala a ver “Los Juegos del Hambre, Sinsajo parte II”. 

Atrévete a Cambiar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora