Pagaran por lo que hicieron

Capítulo 22: Juegos de seducción

Narrador Externo

—¡Ryder! Deja de coquetear y lleva tu trasero al circuito ahora mismo—grita el pequeño hombre regordete que no llega a medir más de un metro con sesenta centímetros.

—Relájate Harvey, harás que se termine de caer el poco cabello que aún te queda.—responde burlón el aludido, haciendo que la vena en la frente del hombre se marque aún más.

Con total calma, el chico toma un casco y guía la motocicleta, sobre la cual la joven morocha apoyaba su peso, hacia una de las salidas.

Antes de atravesarla, se da media vuelta y se toma un par de segundos para apreciar la figura que lo acompaña ese día—Desde ahí podrás ver el circuito.—informa apuntando a las polvorientas ventanas.

Luego de desaparecer por la salida, curiosa, la chica se acerca al lugar indicado y a través de las rejas que protegen las ventanas vislumbra un enorme terreno irregular rodeado también por unas altísimas rejas en las cuales penden varios focos, ubicados estratégicamente para iluminar el circuito por completo. Detrás de las rejas que rodean el circuito hay unas muy largas gradas de piedra.

A la distancia, Ryder se encuentra sobre su motocicleta en la colina más alta de todo el terreno, marcada también con una línea de salida.

El corazón de la joven se detiene e inmediatamente cubre su boca con ambas manos cuando el muchacho baja a toda velocidad desde la línea de salida y comienza a hacer riesgosos saltos cada vez que tiene la oportunidad. Contiene un grito cuando, a mitad de la segunda vuelta, pierde el control de su moto y se da un fuerte golpe.

Con el corazón en la boca Laila corre hacia él en el momento que lo ve entrar caminando a un lado de su motocicleta.

—Oh por Dios, ¿te encuentras bien?—pregunta alarmada quitándole el casco de la cabeza.

—Tranquila, fue solo un golpe.—dice divertido.

—No es divertido, Ryder.—lo regaña tratando de calmar sus pulsaciones—¿De verdad no te hiciste daño?

—Mírame, estoy bien.—responde notando la clara preocupación en el rostro de la muchacha.

—¿Podemos irnos? Ya no quiero estar aquí.

—Está bien, aguarda un momento.—responde llevándose la moto.

Un par de voces ya conocidas para ambos, llaman su atención y luego de un par de minutos el señor Harvey aparece junto a Logan y Cris.

<< Esto no puede estar pasando... >> se lamenta la joven internamente.

—¿Laila?—dice Logan sorprendido por el encuentro.

—Hey ¿Qué tal?—saluda el chico rubio.

—Hola muchachos.—responde la muchacha mientras trata de disimular la incomodidad en su rostro.

Desde su lugar Ryder tiene la posibilidad de oír todo lo que los presentes hablan, pero con el beneficio de no ser visto.

—Sabes, estaba pensando que tal vez podríamos tener esa segunda cita, ¿Qué dices?

—Uhmm...

Ryder sale de su lugar con intención de intimidar al pretendiente de la chica.

—¿Nos vamos?—pregunta, tratando de sacar a la joven de ahí cuanto antes.

—¿Se conocen?—inquiere el joven de rubia cabellera.

—Sí.—responde cortante el ojiazul—¿Ustedes la conocen?