Capítulo 39: Hamptons; Segunda parte

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Un auto negro se detiene en la entrada, lo que más me llama la atención hasta ahora es que no es un auto costoso, sino uno normal.

<< Al fin alguien normal >>

Soy conciente de la tonta expresión de sorpresa que debe estar presente en mi rostro cuando veo bajar del asiento del acompañante a Emma. Ella estira un poco su blusa cuando pone los pies en el piso.

—¡Emma hola! —saludo sorprendida y alegre de verla aquí, al menos no me sentiré tan sola—Cielos, no esperaba verte aquí. —digo sincera.

—Lo sé, digamos que me obligaron a venir...—responde y hace una pequeña mueca.

—¿Quién podría obligarte a venir? —cuestiono frunciendo el ceño.

—Él. —responde apuntando hacia el otro lado del carro.

El chico de la clase del profesor Pierce rodea el auto dejándome contemplar su figura completa. La camiseta sin mangas que lleva me deja ver un par de bien tonificados brazos y un firme torso.

—Emma, sabes que eso no es cierto. —se cruza de brazos y no puedo evitar escanear su torso—Podríamos habernos quedado en casa.

—Y todos me odiarían aún más por no dejar que tú vinieras. —la frustración en Emma es evidente.

—Nadie podría odiarte Em. —responde el chico con una sonrisa.

El ruido de algo cayendo y un muy fino chillido hace que mis tímpanos casi se revienten.

—¡Maldición Derek! —grita Amber a todo pulmón consiguiendo la atención de todos.

Al voltear la veo correr hacia las maletas tiradas en el piso y comienza a examinarlas como si fueran lo más delicado en el planeta. Ruedo los ojos cuando le ordena a Brooke que lleve sus maletas hacia su habitación.

—Al parecer las cosas no han cambiado por aquí. —comenta el chico a mis espaldas.

Derek gira la cabeza al oírlo hablar y una sonrisa se forma en su rostro.

—Miren eso, si es nada menos que nuestra estrella olímpica. —Derek camina hacia nosotros y le da un fuerte abrazo al chico a mi lado.

—Estoy muy lejos de ser una estrella olímpica D. —responde el chico algo avergonzado.

—Siempre tan humilde Jake, solo espera un par de años. —Derek palmea su hombro y luego le hace un gesto con la cabeza a Emma a modo de saludo.

Ambos chicos se encaminan hacia la casa, muy entretenidos con su conversación y Emma y yo seguimos sus pasos. Al entrar a la casa una amplia sala nos recibe, el color blanco junto con los pisos y muebles en madera le dan un toque de elegancia; y unos enormes ventanales con una hermosa vista hacia la playa hacen parecer el lugar como un paraíso. Quitando a mis acompañantes, claro.

Mientras seguimos a Max hacia las modernas escaleras sigo contemplando la planta baja, a la distancia logro ver la cocina, la cual da paso a una enorme piscina. Definitivamente puedo decir que ésta podría ser la casa de los sueños de cualquier persona.

—De acuerdo, estas son las habitaciones. Pueden elegir la que ustedes quieran, menos esa de ahí. —dice Max señalando a la puerta del final del pasillo—Está reservada para ti, es la mejor habitación de la casa. —finaliza hablándome a mi.

—Hay un problema. Hay cinco habitaciones y somos siete personas. —habla Emma llegando a mi lado.

—Puedes compartir la habitación con Max. Seguro no te molestará hacerlo de nuevo, ¿cierto Em? —Emma se cruza de brazos incomoda y baja la mirada.

Pagaran por lo que hicieronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora