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—Sé que conoces a Sean, bueno, tú lo conoces como Jasher. Tenemos que hablar de él— dijo la voz al otro lado del teléfono.

—¿Quién eres?

—Trabajo con él. Pero se ha ido. ¿Sabes dónde está?

—No.

—¿Y cómo sé que dices la verdad? ¿Qué te ha contado?—pregunta en un tono brusco.

—¿Qué gano si se lo digo?—pregunto en serio. ¿Por qué mierda voy a darle información a un conocido? ¡Por lo menos que me de dinero a cambio!

—Si en media hora no estás en Rood Park iremos a tu casa—me amenazó y colgó.

¿En qué mierda estaba metido Jasher?

Ni idea, pero sabía que en algo ilegal o por el estilo. Y aunque la cama era muy tentadora, decidí vestirme e ir al maldito parque, ya dormirí­a después, si seguía­ viva.

En el parque habían varios niños, mejor.

También ancianos, madres, padres y un hombre corpulento de piel morena sentado en un banco.

Llevaba unas gafas de sol y un traje negro, era parecido a como lo habí­a imaginado.

—Holy—me llamó y sonrió—. Siéntate.—Su voz era mucho más gruesa que en la llamada.

—Quiero dinero o no le diré nada— fui al grano. Iba a terminar sacándome la información de un modo u otro, seguro que tení­a hasta pistolas en su casa, asíque no perdí­a nada por intentar sacar un beneficio.

—Te haría a hablar de todos modos, pero toma.—Me dio tres billetes de cincuenta. —Menudas amigas se busca Sean. ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

—Hace...—me paré a pensar—cuatro días. Fuimos a tomar un helado.

—¿Te lo encontraste por la calle sin más?

—Ya he respondido una pregunta. Ahora respóndame usted una. ¿En qué trabaja Jasher, bueno, Sean? Le miré expectante, era difícil deducir su próximo paso ya que las oscuras gafas de sol cubrí­an sus ojos, y los ojos son los que más expresan.

—Cuanto menos sepas mejor, responde a mi pregunta. ¿Te lo encontraste por la calle sin más? ¿O fuiste tú quien le sacó de prisión?

—Cuanto menos sepa mejor—me burlé en su cara—Adiós.

—¿Sabes de lo que somos capaces?—se rió.

—¡No! ¡Ni siquiera sé en qué trabajan!

Algunos niños me miraron raro por gritar y una mujer preguntó si pasaba algo, el hombre le dijo que no.

—La CIA—respondió tranquilo.

—¿Y que pinta Jasher ahí­?

—Una pregunta cada uno. Te lo digo por tercera vez...¿te lo encontraste de casualidad o tú pagaste su fianza?

—Pagué su fianza, con su dinero, pero la pagué. Y luego fuimos a tomar un helado.

Fucking Society.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora