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Sorpresa :)
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Narra Elty.

Estaba medio dormido, pero el ruido de la puerta me despertó del todo.

Era Sean, de nuevo.

—¿Qué quieres ahora?—le pregunté bruscamente.

—Solo despedirme, me tengo que ir ya.—Levantó las manos haciéndose el inocente.

—Adiós entonces.

—Deberías ir a ver a tu hermano.

—Iré cuando me dejen. Dijeron que debo guardar reposo, y Holy me ha dicho que no le ha pasado nada grave.

—Holy miente igual de bien que tú—me dijo y salió por la puerta antes de que pudiera preguntarle.

Sin pensarlo me levanté, empujando el cachivache de metal del que colgaban todos los tubos que me proporcionaban morfina, comida y agua.

Fui a recepción sin importarme estar en bata y pregunté por la habitación de mi hermano.

La mujer me dijo que no podía decírmelo y que debería estar en mi habitación.

—Por favor—le dije—. No sabe cuanto y cómo podría agradecérselo.—Le guiñé un ojo. Obviamente no se lo iba a agradecer con doble sentido. Jamás le sería infiel a Holy.

—No te lo voy a decir.—Entornó los ojos.

—Pero yo sí—habló otra recepcionista que era una anciana.—¿Cómo puedes decirle que no a un joven tan guapo?—regañó la abuela a la mujer joven.

Me dijo el número de la habitación y le di las gracias.

En el camino un médico me reprochó no estar descansando y me obligó a volver a mi habitación.

Decidí quitarme la bata para no parece un paciente y poder salir. Me cambié como pude, había ropa en una silla. Sean la había traído.

Saqué la bolsa negra de la papelera, que por suerte estaba vacía. Descolgué todas las bolsas del cachivache y las metí dentro de la bolsa negra. Se veían los tubos por fuera, pero así llamaba menos la atención que con el cachivache de metal.

Había una libreta pequeña y un boli en la mesilla, escribí una nota, por si Holy venía.

Con el número de la habitación en mi mente, 127, subí por el ascensor. No sabía que piso era, pulsé dos hasta dar con el correcto.

Podía escuchar los latidos de mi corazón, impulsados por el temor.

Mi respiración se hacia dificultosa conforme me iba acercando, tenía miedo.

Miedo, de que la crueldad de la vida hubiera caído, una vez más, sobre la persona más bondadosa que había conocido en este mundo.

Abrí la puerta lentamente.

Sus ojos estaban abiertos, pero no lo parecían. Miraba al techo, miraba al vacío.

En seguida su mirada se dirigió hacia mí, y se llenó de odio.

Mis latidos aumentaron su ritmo y mis respiraciones también.

—Kye—susurré desesperado por escuchar su respuesta, por saber qué le había pasado, y a la vez por no saberlo.

No podía haberle pasado nada malo, no a él. Pero Sean dijo que Holy mentía.

Fucking Society.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora